Imagen
© Desconocido
El dato es no menor, si se toma en cuenta que existe un fuerte debate alrededor del calentamiento global: las tormentas solares elevan la temperatura del aire y hacen que la Tierra reciba una energía de millones de kilowatts. Lamentablemente, la energía recibida del sol no puede aprovecharse con fines prácticos.

La seguidilla de tormentas solares que abarcan el máximo solar que se acerca (pronosticado para el 2013) no sólo trae consecuencias negativas. Los cortes de comunicaciones, caída de satélites o fuertes terremotos no serían las únicas consecuencias de estas erupciones: la NASA asegura que se podría alimentar ciudades enteras con la energía que penetra la atmósfera.

Según investigadores financiados por la NASA, las tormentas solares del 8 al 10 de marzo vertieron suficiente energía en la atmósfera superior de la Tierra como para poder suministrar electricidad durante dos años a la ciudad de Nueva York.

"Esta fue la mayor dosis de calor que hemos recibido de una tormenta solar desde el año 2005", dice Martin Mlynczak, del NASA Langley Research Center. "Fue un gran evento, y muestra cómo la actividad solar puede afectar directamente a nuestro planeta".

Mlynczak es el investigador asociado principal del instrumento SABER a bordo del satélite TIMED de la NASA TIMED. SABER controla las emisiones de infrarrojos de la atmósfera superior de la Tierra, en particular de dióxido de carbono (CO2) y óxido nítrico (NO), dos sustancias que juegan un papel clave en el balance de energía del aire a cientos de kilómetros sobre la superficie de nuestro planeta.

"El dióxido de carbono y el óxido nítrico son termostatos naturales", explica James Russell, investigador principal de SABER en la Universidad de Hampton. "Cuando la atmósfera superior (o 'termosfera') se calienta, estas moléculas intentan con todo su poder expulsar el calor que reciben de vuelta al espacio".

Eso es lo que sucedió el 8 de marzo, cuando una eyección de masa coronal (CME) fue impulsada en nuestra dirección por un destello solar de clase-X5 e impactó con el campo magnético de la Tierra. En la 'Escala de Richter' de las llamaradas solares, las de clase X son del tipo más poderoso. Las partículas energéticas cayeron sobre la atmósfera superior, depositando su energía. La acción produjo espectaculares auroras alrededor de los polos y una significativa calefacción en la atmósfera superior en todo el globo.

Durante el período de tres días, del 8 al 10 de marzo, la termosfera abosrbió 26.000 millones de kWh de energía. La radiación infrarroja a partir de CO2 y NO, los dos refrigerantes más eficaces en la termosfera, re-irradió un 95% de esa energía de vuelta al espacio.

En términos humanos, esto es una gran cantidad de energía. Según la oficina del alcalde de Nueva York, un hogar medio consume un poco menos de 4.700 kWh al año. Esto significa que la tormenta geomagnética trajo suficiente energía a la atmósfera para abastecer a todos los hogares en la Gran Manzana durante dos años.

"Desafortunadamente, no hay forma práctica de aprovechar este tipo de energía", dice Mlynczak. "Es difusa y queda fuera del alcance, muy por encima de la superficie terrestre. Además, la mayoría ha sido enviado de vuelta al espacio por la acción del CO2 y NO".