Dos nuevos estudios sobre las "tuberías" magmáticas ubicadas bajo los volcanes podrían acercar más a los científicos a poder predecir erupciones grandes.
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© James HammondLago de lava en Erta Ale.
Las dos investigaciones, dirigidas desde la Universidad de Leeds en el Reino Unido, se centraron en localizar y observar cámaras de magma en las cordilleras submarinas volcánicas de la Tierra, que constituyen cadenas extensas de volcanes a lo largo de las cuales la Tierra crea nueva corteza.

Los científicos trabajaron en Afar (Etiopía) e Islandia, los únicos lugares del mundo en que estas cordilleras asoman sobre el nivel del mar. Las cordilleras volcánicas (las fronteras entre placas que se separan en el suelo oceánico) aparecen cuando se forma una fisura que acarrea la separación entre placas tectónicas. El magma (roca fundida) se abre paso a través de los puntos débiles en la frágil corteza superior, saliendo al exterior como lava y formando nueva corteza al enfriarse.

Las cámaras de magma funcionan como sistemas de tuberías, canalizando el magma a presión a través de redes de "cañerías" subterráneas.

Los estudios revelan nuevos datos sobre dónde se almacena el magma y cómo se mueve a través de la red de tuberías geológicas. Encontrar dónde se encuentran las cámaras de magma y cómo se comportan puede ayudar a identificar señales de alerta temprana asociadas a erupciones inminentes.

Los científicos usaron imágenes tomadas por el satélite Envisat de la Agencia Espacial Europea (ESA) para medir cómo se movía el suelo antes, durante y después de erupciones. Con estos datos se confeccionaron y probaron modelos informáticos para averiguar cómo se produce el proceso de fracturación.

Los datos de uno de los dos estudios citados han mostrado que las cámaras de magma que alimentaron una erupción en Noviembre de 2008 en la Gran Fisura o Rift de Afar, en el norte de Etiopía, estaban aproximadamente a sólo un kilómetro bajo la superficie. El modelo estándar había predicho una profundidad de más de 3 kilómetros.

Carolina Pagli, de la Universidad de Leeds, dirigió este estudio. Revisando los datos, ella también se percató de que el suelo comenzó a elevarse un poco, de forma sutil pero medible, cuatro meses antes de la erupción, debido a la presión cada vez mayor del nuevo magma en una de las cámaras subterráneas. Conocer estas señales y saberlas interpretar correctamente es fundamental para predecir erupciones.

En el otro estudio, que incluyó un análisis más amplio de erupciones en Afar e Islandia, dos entornos muy distintos, los científicos han encontrado similitudes notables. Muchos eventos ocurrieron en un espacio de tiempo corto. Los investigadores identificaron varias cámaras de magma ubicadas horizontal y verticalmente. Esa configuración permitió que el magma saliera disparado en varias direcciones. El movimiento del magma generó terremotos, y cámaras de magma distintas alimentaron erupciones distintas.

Se cree que la fisura gigantesca (o conjunto de fisuras más o menos alineadas) de casi 60 kilómetros de largo que se formó en 2005 en el suelo desértico de la región de Afar en Etiopía es el primer paso en la formación de un nuevo océano, cuyo lecho irá creciendo a medida que las secciones del continente africano a ambos lados de la brecha se vayan separando más y más. Se sabe que los procesos volcánicos que operan bajo la gran fisura etíope son casi idénticos a los del fondo de los océanos. El proceso de formación del nuevo mar tardará millones de años en completarse.