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Tunguska en 1927 2
© dImagen de la devastación dejada en la tundra de Tunguska tomada en 1927.
Hace pocos días los habitantes de Iquique pusieron los ojos sobre el cielo, luego de que una extraña y repentina luz llamara la atención de quienes circulaban por las calles de la ciudad a eso de las 23:30 horas.

Ni la FACh ni los expertos de la DGAC han logrado determinar de qué se trató este corto evento, más aún si los radares no detectaron la situación y no se dieron a conocer registros visuales reales del 'objeto'.

¿Sería un meteorito?, ¿un cometa?, ¿o algún otro bólido? Aún no lo sabemos y la investigación continúa, pero casos de este tipo ocurren constantemente, ya sea a a niveles pequeños -como el de Iquique- o en formas más masivas y estrepitosas, como sucedió en hace más de 100 años con el enigmático "Evento Tunguska".

Se trata de uno de los grandes rompecabezas del siglo XX, ocurrido el 30 de junio de 1908 en una apartada zona de Siberia conocida como Tunguska. En el lugar se registró una violenta explosión de 30 megatones (equivalente a unas 2 mil bombas de Hiroshima) que devastó 2 mil kilómetros cuadrados de árboles y dejó a Rusia y parte de Europa durante varias noches bajo una extraña luminosidad.

Los registros históricos señalan que la potencia de la explosión generó variaciones atmosféricas, sísmicas e incluso derribó a personas que se encontraban a unos 400 kilómetros de distancia de la desolada zona. Más aún, los testimonios de los nativos del lugar, una tribu nómade de origen mongol, hablan de que sus tiendas, ubicadas a unos 60 kilómetros del punto de impacto, "volaron por el aire" tras la explosión de "un hongo gigante".

Existen varias teorías en torno al hecho, pero la más aceptada es la formulada en los años 30 que tiene como hipótesis la caída de un cometa con núcleo de hielo, el cual se habría desintegrado a unos 10 kilómetros de la superficie terrestre provocando dos grandes explosiones en el cielo que no dejaron cráter o rastros en la zona de impacto. Dicha teoría fue reforzada por estudios realizados en 2009 por científicos de la Universidad de Cornell en EEUU.

A pesar de lo anterior, en 1999 una expedición de científicos italianos comenzó a buscar otra posible explicación ligada a la caída de un meteorito, y entre 2007 y 2012 han estado entregando datos sobre un posible cráter que habría dado vida al lago Cheko, ubicado a unos 5 kilómetros del epicentro del evento y que contiene sedimentos con una data de 100 años de formación, junto con restos de árboles antiguos.

Entre las pruebas entregadas por el equipo italiano, se encuentran los diferentes niveles de carbono, iridio e isótopos de hidrógeno, entre otros, semejantes a los dejados por la caída de meteoritos, lo que pone en un pequeño dilema a la teoría del equipo estadounidense.
Tunguska en 2008
© DesconocidoFotografía tomada en 2008 por una expedición de la Università di Bologna
En el caso de encontrarse restos de algún meteorito en el fondo del lago, se podría resolver un gran enigma del último siglo, sin embargo no es el único de estos puzzles científicos, pues también existen otros conocidos "eventos" que no han dejado rastros, como el presuntamente ocurrido en 1994 la aldea gallega de Cando, en España, en el cual se barajó la posibilidad de una explosión de una burbuja subterránea de gas e incluso se dieron a conocer relatos de un cráter hallado por investigadores de la Universidad de Santiago de Compostela, pero sin registros fotográficos ni bibliográficos.

Además se conoce lo ocurrido en junio de 2002 con El evento del Mar Mediterráneo Oriental, específicamente entre Creta, Libia y Grecia, lugar donde se produjo una explosión de un cuerpo celeste equivalente a 2 bombas de Hiroshima. En aquella época el Medio Oriente se encontraba en inestabilidad política, por lo que si el bólido -que no fue detectado por los radares- hubiese explotado en algún país en conflicto, podría haber iniciado una guerra nuclear, según señaló en aquel año el Departamento de Denfensa de EEUU.

Asimismo, entre los grandes eventos existe uno que ocurrió sólo meses después de la explosión sobre el Mediterraneo, y se registró el 25 de septiembre de 2002 en Siberia, en las cercanías del río Vitim, lugar donde una explosión de unos 0.5 kilotónes iluminó el cielo, también sin dejar rastro aparente en tierra, por lo que se pensó en la posibilidad de que se tratara de un bólido que estalló al entrar en la atmósfera, basándose en las señales detectadas por el Instituto Polar de Geofísca Ruso.

Es así como la historia va registrando estos misteriosos eventos, dejándolos como nuevos desafíos para que la ciencia clarifique y aclare su naturaleza. Eventos que ocurren a lo largo del planeta y que alguna vez, quizás en una escala mucho más pequeña, hemos visto en los cielos de nuestro país.

Mientras tanto Tunguska continúa siendo el más documentado de ellos, cada vez más cercano a salir del enigma científico y cada día adoptado con más fuerza por la "cultura popular", siendo utilizado como temática argumental en libros, juegos de video o incluso videos musicales como "All Nightmare Long" de Metallica.