Jerusalén amaneció este jueves cubierta bajo un manto de nieve que causó alegría a los niños pero paralizó las actividades de la Ciudad Santa, tras lo que los medios calificaron como "la tormenta de la década".

Situada a unos 800 metros de altitud, Jerusalén despertó vestida de blanco bajo una capa de más de 10 centímetros de nieve, con el inusual aspecto de una estación de esquí.

Con las escuelas cerradas, los niños se dedicaron a batallas de bolas de nieve en parques y jardines.

En las calles los transeúntes poco habituados a la nieve caminaban con prudencia. Pocos automovilistas osaron desafiar el mal tiempo y la recomendación de las autoridades de evitar circular. Autobuses y tranvías quedaron detenidos hasta nuevo aviso.