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© ESORemanente de supernova SN 1006 con ondas de radio (rojo), rayos X (azul) y luz visible (amarillo)
Un análisis detallado de los restos de una supernova que explotó en el año 1006 permitió a los investigadores del Instituto Max Planck de Astronomía, en Heidelberg, Alemania, revelar que las partículas de protones de rápido movimiento que circulan en estos remanentes podrían ser los precursores de estos rayos cósmicos, informó esta semana el Observatorio Espacial Europeo, en Chile.

"Los rayos cósmicos son partículas de muy alta energía originados fuera del Sistema Solar que viajan a una velocidad cercana a la de la luz", dice el Observatorio ESO en un comunicado.

"Pero hasta ahora los detalles de cómo ocurre esto han sido un misterio".

En la imagen principal se observa el remanente de la supernova SN 1006, supernova vista en ondas de radio (rojo), rayos X (azul) y luz visible (amarillo).
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© ESOEn la segunda imagen y siguientes se observa el gas con propiedades muy variables compuesto de protones a alta velocidad
La segunda imagen revela la zona que corresponde a la pequeña región cuadrada marcada. Es una imagen más cercana del Telescopio Espacial Hubble de NASA/ESA de una región sorprendentemente estrecha del frente de choque, donde el material de la supernova choca con el medio interestelar.

Sladjana Nikolić, astrónoma del Instituto Max Planck, líder del estudio, usó el instrumento VIMOS, instalado en el telescopio VLT de ESO para observar lo que queda de la supernova SN 1006. La tercera imagen más ampliada en la fotografía secuenciada de la galería, muestra cómo el instrumento VIMOS divide la imagen en muchas regiones pequeñas, luego la luz de cada una de ellas divide los colores que componen su espectro.

Al analizar estos espectros, la astrónoma consiguió dar con los mapas de las propiedades. "El ejemplo que se muestra a la derecha es un mapa de una de las propiedades del gas (el ancho de la línea espectral), que es sorprendentemente variable, y que implica, junto con otros indicadores, la presencia de protones de muy altas velocidades", indica ESO.

"En el año 1006, pudo verse una nueva estrella en los cielos australes, y su presencia fue ampliamente registrada por todo el mundo. Era muchas veces más brillante que el planeta Venus y podría haber rivalizado en brillo con la Luna. Era tan brillante en su máximo que arrojaba una sombra y era visible durante el día", informa ESO.

Cuando los astrónomos dieron con esta supernova le pusieron el nombre SN 1006. Además detectaron que en la constelación Lupus, hay restos de la vasta explosión, en forma de un anillo de material de expansión.

Sladjana Nikolić, buscó el lugar preciso desde donde el material era eyectado a toda velocidad en esta supernova, para hacer su estudio.

El equipo de Nikolić destaca que por primera vez no solo obtuvo información sobre el material que choca con el medio interestelar sino que también dibujó un mapa de las propiedades del gas, y "cómo esas propiedades cambian a lo largo del frente de choque. Esto ha proporcionado claves para resolver el misterio".

"En el gas de las regiones de choque había muchos protones moviéndose a altas velocidades. Nikolić cree que podrían ser las "partículas-semilla" necesarias, que interactúan con el material del frente de choque (donde la supernova toma contacto con el medio interestelar), hasta alcanzar las energías extremadamente altas requeridas y saltar al espacio en forma de rayos cósmicos", dice Nikolić.

"Es la primera vez que hemos sido capaces de obtener una imagen detallada de lo que está ocurriendo dentro y alrededor de un frente de choque de supernova", destaca la astrónoma.