Una investigación de la Universidad de Stanford (Estados Unidos) sugiere que el polvo cósmico, restos diminutos de asteroides y cometas, son la primera causa de fallo en un satélite.
Imagen
© ESA
La creencia popular era que los satélites artificiales están en peligro por los efectos de la basura espacial, desechos artificiales del tamaño de un guisante --o mayor-- que ensucian la atmósfera superior de la Tierra. También se reconoce como principal peligro el choque con meteoritos de gran tamaño, como el que cayó recientemente en Rusia.

Sin embargo el nuevo estudio, aunque determina que tales impactos son una preocupación grave, determina que la mayoría de los satélites que han fallado lo han hecho como consecuencia del polvo espacial.

Según han explicado los expertos, estos micro-meteoritos viajan tan rápido que se convierten en un gas casi neutral de iones y electrones conocido como plasma. Ese plasma tiene potencial para crear una señal de radio que puede dañar e incluso inhabilitar por completo los satélites.

Para lograr estos datos, los investigadores dispararon pequeñas partículas de polvo a objetivos parecidos a los satélites a una velocidad de 60 kilómetros por segundo, que confirmó la teoría de las señales de radio.

Estos estallidos de plasma inducidos de energía podría explicar algunos casos "misteriosos" como la pérdida de comunicación de la Agencia Espacial Europea (ESA) con el satélite Olympus en 1993.

"Olympus falló durante el pico de una lluvia de meteoritos", ha indicado la autora principal del estudio, Sigrid Close, quien ha explicado que no se detectó en el satélite ningún golpe lo suficientemente fuerte como para que fallara". "Como Olympus, muchos otros satélites también han fracasado electrónicamente y no mecánicamente", ha apuntado.

Close ha indicado que, si se confirman los datos de este trabajo, "habría que realizar modificaciones de diseño para reducir el daño que produce el polvo espacial" ya que, según ha señalado, "las naves espaciales están siendo golpeados en todo momento por estas partículas".

El siguiente paso de esta investigación, publicada en la 'American Astronomical Society', será demostrar que estos efectos ocurren en el espacio y en el laboratorio. Para ello van a colaborar con el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA. "Junto a ellos diseñaremos un expertimento que podría ser anclado a la Estación Espacial Internacional", ha concluido Close.