La nueva ola de enfrentamientos en Egipto, con motivo del veredicto en el juicio de Port Said, ha continuado este domingo en diferentes ciudades del país. La policía se ha empleado a fondo en repeler los distintos ataques, aunque también ha hecho oír sus propias demandas.

Al ministerio del Interior egipcio se le acumulan últimamente los frentes abiertos. Mientras las fuerzas de seguridad tratan de frenar las manifestaciones de violencia en las calles, quienes protestan ahora son los propios policías. Cientos de uniformados se han concentrado en varias ciudades para pedir armas más adecuadas, subidas salariales y, en general, mejores condiciones laborales. Otros mantienen desde hace años su particular lucha contra el ministerio que prohíbe a los policías acudir con barba al trabajo.

En la calle, los egipcios no se oponen a las diferentes peticiones de los agentes aunque, cuando se les pregunta, muchos dicen tener sus propias pretensiones respecto a las fuerzas de seguridad.

Los policías egipcios demandan mejores condiciones al Gobierno y piden a los ciudadanos que cesen de una vez los enfrentamientos en las calles. Choques que se intensificaban en la jornada del sábado y que han vuelto a repetirse este domingo.

En la capital, decenas de jóvenes echaban mano de piedras y cócteles molotov, que llovían intermitentemente cerca de Tahrir. Los enfrentamientos se han convertido en una constante en las últimas semanas.

Más tranquilas estaban las cosas en Port Said, donde el veredicto por la masacre del fútbol incendiaba las calles este sábado. Los expertos dicen, sin embargo, que la calma no será duradera en una ciudad cansada de vivir bajo la sombra de la capital del país.