El tránsito fue interrumpido en el estado de Santa Catarina, donde las carreteras fueron bloqueadas por capas de nieve que en algunos sectores alcanzaron una altura de unos 30 centímetros.
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Las nevadas caídas de madrugada en el sur de Brasil obligaron hoy a las autoridades a cerrar el tránsito en cinco carreteras y sorprendieron a los habitantes de la ciudad de Curitiba, que no veían nieve desde 1975.

Según fuentes oficiales, el tránsito debió ser interrumpido en cinco carreteras del estado de Santa Catarina, que han quedado bloqueadas por capas de nieve que en algunos sectores alcanzaron una altura de unos 30 centímetros.

En Curitiba, capital del vecino estado de Paraná, la nieve llegó a cubrir la pista del aeropuerto Afonso Pena y también cayó en varios barrios de la periferia de la ciudad, en la que no nevaba desde el 17 de julio de 1975.

Según el Instituto Nacional de Meteorología, las nevadas fueron las más intensas registradas en Santa Catarina y Paraná en la última década.

El fenómeno fue atribuido a una masa de aire polar que se ha instalado sobre el sur de Brasil y puede provocar nuevas nevadas en los próximos días.

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© EFEFotografía cedida por el gobierno del estado de Santa Catarina de una carretera afectada por la nieve en el municipio de Rancho Queimado, en Florianópolis.
Un total de 14 ciudades de Rio Grande do Sul registraron temperaturas por debajo de cero.

En el morro de Cambirela, en los alrededores de Florianópolis -un conocido balneario del sur del país- nevó por primera vez en 58 años
, señaló el sitio "Somar Meteorología", dedicado a previsiones meteorológicas.

La ola de frío también ha llegado a la ciudad de Aparecida, en el estado de Sao Paulo, donde mañana miércoles es esperado el Papa Francisco, quien visitará el Santuario de Nossa Senhora de Aparecida, patrona de Brasil, en el marco del viaje que inició este lunes para asistir a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), en Río de Janeiro.

En Aparecida, sin embargo, no se espera nieve, aunque sí unas temperaturas que variarán entre cinco y once grados centígrados, nada extraño para el Papa Jorge Mario Bergoglio, acostumbrado a los duros inviernos de su Buenos Aires natal.