Imagen
© desconocido
El Sol está prácticamente dormido, sin apenas actividad en su superficie, según informaba este fin de semana el portal Space Weather (spaceweather.com), especializado en el estudio de la interacción entre la Tierra y el Sol.

Apenas se veían manchas solares, ni tampoco las potentes llamaradas de las protuberancias que se proyectan cientos de miles de kilómetros hacia el espacio desde el gigantesco globo incandescente de nuestra estrella. No es la primera vez que sucede esto y el Sol reposa como un gigante dormido.

El problema, sin embargo, es que teóricamente deberíamos hallarnos, en 2013, en el máximo del ciclo 24 de actividad solar, por lo que lo lógico sería que observásemos su fotosfera -la superficie visible- con abundantes manchas y que las erupciones animaran su imagen. El satélite GOES, perteneciente a la NOAA, el servicio norteamericano que investiga el tiempo y la atmósfera, ha detectado, asimismo, que apenas hay emisiones de rayos X. Reina la calma cuando debería estar en plena ebullición.

La NASA y la NOAA no tienen una explicación de este letargo, diferente teóricamente al que se produce en los mínimos de actividad solar, cuyo ciclo es de unos 11 años, aproximadamente.

A lo largo de la historia de las observaciones científicas se ha dispuesto de una serie de cuatro siglos de estudios solares, que han permitido comprender que la estrella de la que dependemos protagoniza un ciclo de vida bastante regular en el que pasa de picos de actividad máxima, con manchas visibles y protuberancias frecuentes, a mínimos en los que su superficie aparece limpia de manchas y no hay erupciones.

La paradoja, esta vez, reside en que a 2013 le corresponde, en teoría, en el máximo del ciclo 24. Algunos especialistas argumentan que cabe la posibilidad de que este máximo pueda tener realmente dos picos y nos encontremos ahora en la fase intermedia entre el primero, que supuestamente se produjo en 2011, y otro que se daría a finales de 2013 o principios de 2014, pero no parece algo convincente.

Lo cierto es que desde hace unos cuantos años el Sol da muestras de un proceso letárgico notable: el mínimo de actividad de 2008 y 2009 fue uno de los más acusados de la historia, tras lo cual, el máximo del ciclo 24 está teniendo un comportamiento anómalo.

Una de las incertidumbres concierne a las posibles influencias en el clima de la Tierra, ya que a lo largo los últimos siglos las curvas de actividad solar y la temperatura global terrestre parecen guardar un paralelismo: temperatura más alta coincidiendo con los máximos y más fría en los tiempos de menor actividad, como sucedió durante la Pequeña Edad de Hielo, una parte de la cual coincidió con el Mínimo de Maunder, el periodo de nula actividad solar que se observó en los siglos XVII y XVIII.