Por primera vez en los últimos 40 años, la nieve aguanta en la sierra de Madrid hasta otoño
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A mediados de septiembre todavía queda nieve de este invierno en la sierra madrileña, agazapada en dos pequeños ventisqueros o neveros (lugares donde se acumula la nieve arrastrada por el viento). Aguanta estoica en las vertientes orientales de Peñalara (el techo de Madrid, con 2.428 metros). Un hecho insólito en la actualidad, porque lo normal en los últimos 40 años es que estas masas de nieve no perduren más allá de la primera semana de julio.
"Eso con suerte, porque en los años cálidos y de pocas precipitaciones no llegan ni al solsticio de verano", explica Julio Vías, escritor y naturalista, al pie del nevero de mayor tamaño mientras investiga todos sus recovecos.
La duradera formación, de perímetro irregular, mide en su parte más larga unos 25 metros y tiene un espesor de más de un metro. "Todavía aguantará una semana o un poco más y si llueve desaparecerá antes", comenta con emoción. Se ha mantenido en pie, junto con otro nevero mucho más pequeño que se sitúa metros más allá en la misma vertiente de Peñalara.

Las condiciones meteorológicas del pasado invierno están detrás de su persistencia y de los récords que se han batido en el entorno. La cubierta de hielo de la laguna de Peñalara, que se divisa muchos metros por debajo del ventisquero, ha llegado a alcanzar los 179 centímetros, el máximo desde que se empezó a medir su espesor en 1996. Además, el helado recubrimiento se ha mantenido cuatro meses y medio, un mes más que la media de los últimos 20 años.

El espesor de la nieve acumulada este invierno en el puerto de Cotos también ha pulverizado marcas, siendo el mayor de la década (107 centímetros). Esta circunstancia ha propiciado que la cubierta nevada se mantenga durante más tiempo y que el entorno haya recuperado el aspecto que lucía hace 50 años.

Muñoz advierte que a pesar de que lo ocurrido este año es "impresionante", no quiere decir que a partir de ahora los ventisqueros se vayan a recuperar. Los define como lugares donde se acumula nieve en un periodo de 10 años por término medio durante 200 días o más al año, alcanzando un espesor de entre cinco y 10 metros.
"Solo de esa forma se generan debajo de ellos las condiciones para que sobrevivan unas plantas muy específicas. Son rastreras, como la uña de gato, los crisantemos pálidos o los senecios, entre otras. Cuando aparecen sabes que estás en un ventisquero".
Si las masas de nieve desaparecen, se producen variaciones en el tipo de plantas que colonizan la zona y matorrales más densos como el piorno ocupan su lugar.

Sea un fenómeno más o menos efímero, a Julio Vías no le deja de asombrar. Recuerda como el 22 de julio, el ventisquero del Ratón, situado en Cuerda Larga, todavía se mantenía.
"En los últimos 30 años no recuerdo haberlo visto a esas alturas del verano, aunque era lo habitual hasta la década de 1950", explica.
Un mes antes, en junio, la Cuerda Larga estaba salpicada de neveros desde La Maliciosa, hasta la cumbre de Asómate de Hoyos. Lo que no se va a llegar a producir este año, es el fenómeno de la unión de las nieves de un año con las del siguiente, aunque le gustaría, como ocurría antaño. "Pero va a ser por muy poco", concluye.

Fuente EL PAIS.