Dexter es una serie dramática norteamericana que ha alcanzado en el año 2013 su octava y presumiblemente última temporada. Es una mezcla de thriller psicológico, serie de misterio, comedia negra, suspense y drama. El protagonista es Dexter Morgan, una persona que lleva una doble vida. Aparentemente, es un especialista en genética en el Departamento de Policía de Miami Metro y está especializado en la secuenciación de muestras de sangre.
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Secretamente, es un asesino en serie. Al principio la serie se basó en una serie de novelas de Jeff Lindsay pero tras la primera temporada los propios guionistas de la serie asumieron la descripción de las andanzas del personaje, utilizando como inspiración algunos casos reales y no siguiendo las historias descritas en los libros.

Dexter es un asesino. Mata porque siente un "subidón" cada vez que lo hace y comete sus crímenes siguiendo un rígido protocolo que él denomina "el código", una serie de reglas de conducta que le inculcó su padre adoptivo, un policía experto en control mental. El código tiene básicamente dos principios: solo puede asesinar a alguien después de encontrar evidencias concluyente de que es culpable de asesinato y Dexter debe librarse de todas las pruebas para evitar ser capturado...

El mensaje es peligroso y terrible porque lo que subsiste debajo es una cierta justificación de sus actividades criminales, como si lo que hace fuera menos peligroso para la sociedad que su omisión.

Cerca de un 1% del total de la población y casi un 25% de los presos condenados por delitos graves muestran rasgos de psicopatía:
  • ausencia de empatía,
  • comportamiento antisocial,
  • encanto superficial e inteligencia,
  • ausencia de delirios y otros signos de pensamiento irracional,
  • ausencia de nerviosismo o de otras manifestaciones neuróticas,
  • continuas mentiras y falta de sinceridad,
  • falta de remordimiento sobre los daños causados,
  • búsqueda de una recompensa personal inmediata,
  • relaciones afectivas superficiales,
  • falta de sinceridad, personalidad manipuladora, gran confianza en sí mismo,
  • juicio pobre y dificultad para aprender de la experiencia,
  • crueldad y un pobre control de los impulsos y los instintos.
Estas personas afectadas por una psicopatía cometen un porcentaje desproporcionadamente alto de delitos crueles y violentos y tienen una alta reincidencia. Incluso el perfil de esos delitos es diferente: por ejemplo, la mayoría de los homicidios cometidos por psicópatas son instrumentales - buscando un objetivo - en vez de reactivos - realizados en respuesta a una agresión previa o una situación límite - que son mucho más frecuentes en la población normotípica.

En los manuales de diagnóstico (DSM-V) la psicopatía se incluye dentro del llamado Trastorno de Personalidad Tipo Antisocial / Psicopático y se define según las siguientes características:

-Insensibilidad,
-agresividad,
-manipulación,
-hostilidad, falsedad, narcisismo,
-irresponsabilidad, temeridad e impulsividad.

Este trastorno es enormemente popular en el cine y la televisión con repertorio de personajes que abominan de los códigos de conducta de nuestra sociedad.

Un grupo de investigadores realizó un estudio con 121 presos de instituciones penitenciarias de Estados Unidos a los que clasificaron en grupos con psicopatía alta, moderada o baja. Les pidieron que imaginasen a otra persona sintiendo dolor y también les enseñaron videos de víctimas de agresiones e imágenes de personas con expresión de sufrimiento al mismo tiempo que monitorizaban su actividad cerebral usando técnicas de neuroimagen. En esos casos, los sujetos no mostraban activación de las áreas cerebrales relacionadas con la empatía sino que, de forma sorprendente, el inicio de la actividad cerebral tras esas imágenes de padecimiento se producía en zonas relacionadas con el placer.

Sería como si sus circuitos cerebrales estuvieran deformados o las conexiones fueran erróneas y fueran incapaces de sentir compasión ante el sufrimiento ajeno y, por el contrario, se activaran los circuitos de recompensa. Algunos piensan que esas personas deberían calificarse como discapacitados emocionales, puesto que les falta una función mental que es innata en las demás personas y que sería un factor fundamental en las relaciones interpersonales en una especie social como la nuestra.

Los participantes con niveles altos de psicopatía mostraban menor activación en la corteza prefrontal ventromedial, en la corteza orbitofrontal lateral, en la amígdala y en la sustancia gris periacueductal y más actividad en el estriado y en la ínsula que los controles. La alta respuesta en la ínsula de los psicópatas fue un resultado inesperado ya que es una región implicada en las emociones. Puesto que la ínsula controla nuestro estado físico y emocional se piensa que es importante para ser consciente de nuestros sentimientos y para empatizar con los sentimientos de otros. Se pensaba que entonces la ínsula tendría reducida su actividad en los psicópatas pero fue al contrario. La explicación propuesta es que el problema es la corteza orbitofrontal, que sería la encargada de distinguir nuestros sentimientos de los relacionados con otros y determinar el comportamiento más apropiado socialmente. La ínsula diría simplemente "siento algo" pero la corteza orbitorfontal sería la que traslada ese sentimiento desde otra persona a nosotros mismos y esa zona está desactivada.

La amígdala, por su parte, que muestra menor actividad en los psicópatas que en los controles, participa en el seguimiento de los comportamientos en marcha, en la estimación de las consecuencias de nuestros actos y en incorporar el aprendizaje emocional a la hora de tomar decisiones fundamentadas en principios morales. La amígdala juega un papel fundamental en la preocupación empática y en la valoración del bienestar de los demás. Se supone que en las personas normales ver el dolor o el malestar de otras personas genera una respuesta aversiva que puede inhibir un posible sentimiento agresivo y puede motivar para ayudar. En un psicópata no sería así, se ha visto casos de psicopatía tras una lesión en la amígdala y también en la corteza prefrontal.