Traducido por Carlos Martínez

Ansiedad
Ya es de sobra conocido los efectos perjudiciales que tiene a largo plazo la ansiedad, como por ejemplo la demostrada relación existente entre los niveles de ansiedad y la probabilidad de padecer un ataque al corazón.

Ahora, un nuevo estudio, dirigido por investigadores de la Universidad de Pittsburgh y publicado en la revista Stroke, sugiere que la ansiedad también es la responsable del incremento del riesgo de padecer un infarto cerebral.

Aunque estudios anteriores habían demostrado una conexión entre la depresión y el infarto cerebral, este estudio es el primero en enlazar la ansiedad con el infarto cerebral.

Un infarto cerebral, en ocasiones denominado accidente cerebrovascular (ACV) o ictus, ocurre cuando el flujo sanguíneo del cerebro se detiene impidiendo irrigar a este órgano con los nutrientes y el oxígeno que tanto necesita.

Por ello, si esta oclusión del riego sanguíneo se mantiene durante un cierto periodo de tiempo, las células cerebrales mueren, lo cual, dependiendo del área afectada, puede ocasionar parálisis, problemas del lenguaje o de la visión, pérdida de memoria y cambios de conducta.

El estudio contó con la participación de más de 6.000 individuos de entre 25-74 años que nunca habían padecido ACV. Los participantes completaron cuestionarios que evaluaban los niveles de ansiedad y depresión y fueron seguidos por los investigadores durante 22 años.

Posteriormente, el equipo anotó las incidencias de ACV tras ojear los certificados de muerte y los informes de los distintos hospitales y residencias de ancianos.

Finalmente, los resultados mostraron que los participantes con los mayores niveles de ansiedad eran un 33% más propensos de sufrir ACV comparados con aquéllos que sufrían menos ansiedad.

Teniendo en cuenta que el infarto cerebral es la cuarta causa más importante de muerte en Estados Unidos, así como la principal causa de discapacidad en este país, sin olvidar tampoco que la ansiedad es un fenómeno muy común en la población general, Rebecca Thurston, coautora del estudio, señala lo siguiente:
"Estos resultados alientan a los médicos a evaluar y tratar la ansiedad, además de reconsiderar las nociones populares tales como 'preocupados sanos' - estas preocupaciones puede que no sean tan saludables - "
Asimismo, los investigadores encontraron que la gente con mayores niveles de ansiedad eran más propensos a fumar y ser físicamente inactivos, lo cual puede explicar algunas de las relaciones entre ansiedad y ACV.
"Incluso un modesto incremento de la ansiedad se asocia con un aumento en el riesgo de ACV, por lo que una mayor educación y conciencia de la gestión de la ansiedad es importante", recalca Maya Lambiase, la otra principal autora del estudio.
En definitiva, este tipo de estudios nos demuestran una y otra vez que no hay mejor fármaco que una vida exenta de preocupaciones innecesarias.