Transdisciplinaridad
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Paul Mc Lean fue un psiquiatra norteamericano que hizo una contribución decisiva a la neurociencia con su conceptualización del cerebro triuno.
La idea es que nuestro cerebro en realidad no era un órgano creado ex novo para nuestra especie sino que en él se daban cita todas las edades de la filogénesis, desde el cerebro profundo (reptiliano), el cerebro límbico o emocional (visceral) y el cerebro propiamente humano (corteza cerebral) con sus prestaciones sofisticadas de lenguaje y pensamiento.

Cada uno de estos cerebros tiene -por asi decir- su propia lógica, el reptiliano la lógica de la supervivencia, el límbico razones del corazón y la corteza razones de la razón. Y sin embargo nuestra experiencia consciente es unitaria, es decir no tenemos la sensación de ser tres en uno sino que tenemos una experiencia unificada donde las razones de cada uno de estos cerebros se encuentran subsumidas las unas en las otras, son- siguiendo los argumentos del post anterior- transdisciplinares.

El cerebro reptiliano se maneja con un código muy simple (lenguaje máquina) que es en realidad una serie de algoritmos que hemos llamado PAF (patrones de acción fijos) que son como la ROM (read only memory) de los ordenadores, sólo pueden leerse pero no sobreescribirse o borrarse. Se trata de patrones vinculados al movimiento y orientados hacia la lucha-huida (fight o flight) podriamos decir que se trata de un cerebro programado para la autoperpetuación y la conservación de la especie (instinto).

La neurogénesis sobreescribe, abarca y subsume a la miogénesis. Lo que es lo mismo: el control neural subsumió a la motilidad muscular pero no la borró. Las fibrillas musculares de una cola de lagartija recien cortada pueden seguir contrayéndose sin el control nervioso. A nivel del cerebro sucede algo parecido: el pensamiento contiene a la emoción y la emoción contiene al movimiento. El pensamiento no es más que una emoción desensorializada, es por eso que pensamos en algo pero no lo oímos, pensamos pero no lo vemos. Del mismo modo la emoción es un movimiento interiorizado. Lo que significa que nuestro pensamiento es en realidad una emoción y un movimiento. Lo cognitivo, las ideas contienen esa matriz filogenética donde se enreda el lenguaje propiamente dicho y que establece redes semánticas (de significado) entre unas y otras que es lo que percibimos cuando pensamos, asociamos o reflexionamos. Menos conscientes somos sin embargo de los materiales ocultos de estos pensamientos y que no son otros sino emociones y movimientos o percepciones.

Pensar no es equivalente a oir, moverse, saltar o ver. Pero no podria haber pensamiento sin percepción, emoción ni movimiento. Todas estas funciones se encuentran subsumidas en el pensamiento y plegadas en él.

Y todo sucede gracias a una estructura cerebral que conocemos con el nombre de tálamo. El tálamo es como una estación de término, la olla a presión de nuestro cerebro, la licuadora donde se exprimen todas las informaciones que le llegan tanto de arriba (corteza y sensorio) como las de abajo (ganglios basales). Con la excepción del olfato todo pasa por el tálamo.

El código máquina se reprograma una vez entra en contacto con el cerebro medio (emocional), es de hecho en ese lugar donde tienen lugar los modelados realmente importantes en la vida futura de los individuos, digamos que las instrucciones del código máquina se subsumen en otras instrucciones que podriamos llamar (siguiendo la metáfora del ordenador) el sistema operativo del cerebro que recibirá influencias -a su vez- de la corteza cerebral, es decir la corteza (la razón) modula e inhibe, controla las emociones y les añade un plus de raciocinio y dirección hacia objetivos.

Para tomar una decisión sobre algo nuestro cerebro tiene primero que nada plantearse que ha de tomar una decisión, de lo contrario diremos que estamos instalados en la apatía o la anergia. Esa necesidad o energia (la voluntad) es el trabajo energético que realizan nuestras estructuras profundas, hay como algo que nos impulsa a hacer, un conatum intencional, un ciego afán, el drang llamado a veces deseo. Ese algo es el código máquina.

Una vez hemos decidido que hemos de hacer algo, la decisión pasa al siguiente nivel y se enfrenta con las emociones que hay en ese momento disponibles para teñir, desteñir, ocultar, disfrazar, velar o adoptar una decisión u otra. La corteza cerebral y nuestros lóbulos frontales planean constantemente estrategias y evaluan su oportunidad enviando mensajes hacia abajo (el tálamo) y tratando de neutralizar la energia emocional (el drang) que inevitablemente desbordaría nuestra capacidad sin ese modelado de la razón.

No hay que olvidar que tanto el cerebro profundo (reptiliano) como el límbico (emocional) son sistemas de neurodefensa toscos y afásicos (preverbales). No cabe duda de que las palabras, las abstracciones y los símbolos nos apartaron definitivamente de la determinación pura. La huella del oso no es el oso.

La transdisciplinariedad es un proceso muy similar al que he descrito anteriormente. Del mismo modo que ciertas neuronas se excitan juntas (y asi permanecen juntas) los individuos concretos a través de sus afinidades y las identificaciones pueden operar hacia un determinado fin con esa sinergia cerebral cooperativa y descentralizada.

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Un trabajo transdisciplinar (un proyecto entre varios) puede llevarse a cabo de manera análoga a través de la sobreescritura. No conviene confundir la sobreescritura con el cadáver exquisito que inventaron los surrealistas, esos collages que daban lugar mediante la aposición de distintos elementos heterogéneos a una composición artistica.

La sobreescritura supone prolongar mediante la edición, borrado, sustitución, copiado o barajado un texto anterior para dotarle de otros contenidos y otro colorido. Supone mejorar algo al añadirle uno o varios puntos de vista que pudieran integrar al anterior y servir de molde a los que estan aun por llegar, escarbar y abrir nuevas bifurcaciones en las ideas y explorar su viabilidad, ir marcha atrás cuando un camino se convierta en un "cul de sac" y retroceder hasta la ultima bifurcación. Si es necesario borrar párrafos enteros redundantes o poco claros.

Naturalmente la transdisciplinariedad se enfrenta a varios problemas relacionados con la autoría y la autoridad. En él los elementos deben renunciar a la "propiedad" de algo en beneficio del común y alguien debe ejercer de director de orquesta para dar entrada a los distintos instrumentos. Esa metaedición es en realidad lo que hace la corteza cerebral en nuestros cerebros: impulsar el trabajo hacia objetivos concretos.

La transversalidad es la superación del individualismo y de la bienintencionada pluridisciplinariedad, es la superación del cuello de botella del v- meme verde y el desembarco pleno en el mundocentrismo del v-meme amarillo. Nosotros, todos.

Eso es lo que pretende el Proyecto GMS "Global Mind Squizzing".