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La hormona del amor, la hormona afrodisíaca, la hormona del cariño, la hormona del "confía en mí". Todo son apodos para la hormona humana oxitocina, relacionada con los patrones sexuales y con la conducta maternal y paternal. Nuevos hallazgos recientes le regalaban otra función: puede ayudar a las personas con autismo y esquizofrenia a superar los déficits sociales. No en vano, algunos psicólogos ya han prescriben oxitocina "of-the-record" para tratar el malestar social leve en los pacientes no sufren de un trastorno diagnosticado.

No obstante, según investigadores del Concordia's Centre for Research in Human Development y publicado en la revista Emotion, demasiada oxitocina en personas sin trastornos diagnosticados podría producir hipersensibilidad hacia las emociones de los demás. Los investigadores trabajaron con 82 adultos jóvenes sanos sin signos de esquizofrenia, autismo o trastornos relacionados. La mitad de los participantes recibieron dosis precisas de oxitocina, mientras que al resto se les administró un placebo. A continuación, los participantes completaron una prueba de identificación emociones en la que tuvieron que comparar diferentes expresiones faciales con varios estados emocionales. Como los investigadores ya vaticinaron, los que habían tomado oxitocina detectaron una mayor intensidad emocional en los rostros.

Los investigadores quieren hacer hincapié en aquellos psicólogos que podrían pensar que la oxitocina puede ser una solución fácil para situaciones que pueden generar una importante ansiedad social, como por ejemplo las entrevistas de trabajo. Al contrario, el estudio trata de constatar que la hormona puede aumentar las habilidades de razonamiento sociales innatas, que resultan en hipersensibilidad emocional, y eso puede ser perjudicial en personas sin deficiencias sociales graves.

No ocurre lo mismo, no obstante, en aquellas personas que sí tienen algún trastorno diagnosticado, como el autismo, con el objetivo de superar los déficits sociales. Ya un estudio llevado a cabo en la Universidad de Yale y publicada en la revista Proceedings of the National Academy of Science indicaba precisamente este papel de la oxitocina en la regulación cerebral de las personas con autismo. Según los expertos, una pequeña dosis de esta hormona puede activar, de forma temporal, las zonas del cerebro que se ocupan de la interacción social. Ese estudio se consideró el primero en determinar cómo afecta esta hormona al cerebro de las personas autistas.

El estudio analizó a 17 niños y adolescentes con autismo a los que se le sometió a dos sesiones de imaginación cerebral. En cada una, los participantes recibieron una dosis de oxitocina o un placebo con un espray nasal y se les preguntó que describieran una imagen con ojos de persona o de coches.