experiencias extracorporales
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El joven se sintía mareado al despertar. Se levantó y se dio la vuelta, sólo para verse a sí mismo aún en la cama. Le gritó a su cuerpo dormido, lo sacudió, y saltó sobre él. Lo siguiente que supo fue que estaba acostado de nuevo, pero ahora ahora estaba él mismo de pie junto a la cama y sacudiendo su cuerpo dormido. Angustiado por el miedo, saltó por la ventana. Su habitación estaba en el tercer piso. Más tarde le encontraron gravemente herido.

Lo que este joven de 21 años acababa de experimentar era una experiencia extracorporal, uno de los estados más peculiares de la conciencia. Probablemente fue provocada por su epilepsia (Journal of Neurology, Neurosurgery and Psychiatry, vol 57, p 838). "Él no quiso suicidarse", comenta Peter Brugger, neuropsicólogo del joven, del Hospital Universitario de Zurich, en Suiza. "Saltó para encontrar una coincidencia entre su cuerpo y su yo. Debió de ser un ataque".

A 15 años desde aquel dramático incidente, Brugger y otros, han recorrido un largo camino hacia la comprensión de las experiencias extracorporales. Se han delimitado las causas del mal funcionamiento de un área específica del cerebro y ahora están trabajando en estas experiencias casi sobrenaturales de salir del propio cuerpo y observarlo desde fuera. Utilizan las experiencias extracorporales para abordar un problema de gran calado: cómo creamos y mantenemos nuestro sentido de sí mismo.

Autores de la talla de Dostoievski, Wilde, Maupassant y Poe, consiguieron un gran efecto con su dramatización, algunos de ellos lo escribieron a partir del conocimiento de primera mano, las experiencias extracorporales se asocian normalmente con la epilepsia, migrañas, accidentes cerebrovasculares, tumores cerebrales, el consumo de drogas e incluso con las experiencias cercanas a la muerte. Es evidente, sin embargo, que las personas sin trastornos neurológicos obvios pueden tener una experiencia extracorporal. Según algunas estimaciones, alrededor de un 5 por ciento de personas sanas han tenido una en algún momento de sus vidas.

Entonces, ¿qué es exactamente una experiencia extracorporal? La definición implica un conjunto de percepciones cada vez más extrañas. La menos grave de ellas es el fenómeno Doppelgänger: sientes la presencia o ves a una persona que sabes que eres tú mismo, aunque tu conciencia permanece arraigada en tu propio cuerpo. Esto suele avanzar hacia la etapa 2, donde el sentido de sí mismo se desplaza adelante y atrás, entre tu cuerpo real y tu doppelgänger. Esto fue lo que el joven paciente de Brugger experimentó. Por último, tu sí mismo sale de tu cuerpo por completo y lo observa desde el exterior, a menudo desde una posición elevada, como el techo. "Esta división es la característica más llamativa de una experiencia extracorporal", señala Olaf Blanke, neurólogo en el Instituto Federal de Tecnología Suizo en Lausana.

Sorprendentemente agradable

Algunas de estas experiencias extracorporales involucran sólo una de estas etapas, otras las tres en progresión. Curiosamente, muchas personas que han tenido una lo informan como una experiencia agradable. Entonces ¿qué puede estar sucediendo en el cerebro para crear una sensación tan aparentemente imposible?

Las primeras pistas significativas llegaron en 2002, cuando el equipo de Blanke se tropezó con una forma de inducir una completa experiencia extracorporal. Estaban realizando una cirugía exploratoria cerebral en una mujer de 43 años de edad con epilepsia severa, para determinar qué parte de su cerebro eliminar con el fin de curarla. Cuando estimularon una región cercana a la parte posterior del cerebro llamada unión temporo-parietal (TPJ), la mujer informó de que estaba flotando sobre su propio cuerpo y mirando hacia ella misma.

Esto tiene algún tipo de sentido neurológico. El TPJ procesa la información visual y las señales de tacto, el equilibrio y la información espacial del oído interno, y las sensaciones propioceptivas de las articulaciones, tendones y músculos que nos dicen dónde están las partes de nuestro cuerpo en relación con las otras. Su trabajo consistió en combinarlos juntos para crear un sentimiento de presencia: la sensación que dice dónde está el cuerpo, dónde termina y el resto del mundo comienza. Blanke y sus colegas teorizaron que las experiencias extracorporales surgen cuando, por alguna razón, el TPJ no lo hace correctamente (Nature, vol 419, p 269).

Más adelante surgió la evidencia de que el mal funcionamiento del TPJ era el centro de la experiencia extracorporal. En 2007, por ejemplo, Dirk de Ridder, del Hospital Universitario Amberes, en Bélgica, estaba tratando de ayudar a un hombre de 63 años con un intratable tinnitus. En un último intento para silenciar el sonido en sus oídos, el equipo de Ridder implantó unos electrodos cerca del TPJ del paciente. Su tinnitus no se curó, pero esto provocó que experimentara algo parecido a una experiencia extracorporal: él se sentió desplazado unos 50 centímetros detrás y a la izquierda de su cuerpo. La sensación duraría más de 15 segundos, tiempo suficiente para llevar a cabo exploraciones PET de su cerebro. Y efectivamente, el equipo encontró que el TPJ se activó durante las experiencias.

Los análisis en profundidad de los trastornos neurológicos o cirugía cerebral hasta la fecha son escasos, porque los casos son raros. Se requerían estudios a gran escala, y para ello Blanke y otros han utilizado una técnica llamada "tareas de transformación del cuerpo propio", para forzar al cerebro a hacer cosas que aparentemente haría durante una experiencia extracorporal. En estos experimentos, a los sujetos se les muestra una secuencia de breves vistazos de figuras de dibujos animados usando un guante de una mano. Algunas de las figuras están de cara al sujeto, y otras están de espaldas. La tarea es imaginarse a uno mismo en la posición de la figura animada, a fin de resolver en qué mano el guante está encendido. Para hacer esto, tienes que rotar mentalmente tu propio cuerpo igual que una imagen sucede a otra. Los mismos investigadores se prestaron como voluntarios para realizar estas tareas, trazaron un mapa de su actividad cerebral con un EEG, y descubrieron que la TPJ se activaba cuando los voluntarios se imaginaban en una posición diferente a su orientación real, una posición extracorporal.

El equipo eliminó la activación de la TPJ con estimulación magnética transcraneal, una técnica no invasiva que puede deshabilitar temporalmente partes del cerebro. Con la TPJ interrumpida, los voluntarios tuvieron significativamente más tiempo para hacer la tarea de transformación del cuerpo propio (The Journal of Neuroscience, vol 25, p 550).

Otras regiones del cerebro también se ven implicadas, incluyendo algunas cercanas a la TPJ. Surge un nuevo consenso, cuando estas regiones están trabajando bien, nos sentimos uno con nuestro cuerpo. Pero si están pertubadas nuestro sentido de realización parece flotar.

Esto no significa que se haya explicado la característica más llamativa de las experiencias extracorporales. "Es un gran enigma el por qué la gente en localizaciones extracorpóreas, no sólo visualizan sus cuerpos, sino cosas a su alrededor, incluso a otras personas", señala Brugger. "¿De dónde proviene esta información?".

Una pista de evidencia proviene de la condición conocida como parálisis del sueño, en el que las personas sanas se encuentran su cuerpo inmovilizado, como en el sueño, a pesar de estar conscientes. Allan Cheyne, de la Universidad de Waterloo en Ontario, Canadá, hizo una encuesta, a casi 12.000 personas que habían sufrido parálisis del sueño, y encontró muchas sensaciones similares a los informes de experiencias extracorporales. Entre ellas el flotar fuera del cuerpo y volverse para mirarlo.

Cheyne sugiere que, esto podría ser el resultado de unos conflictos de la información en el cerebro. Durante la parálisis del sueño, es posible entrar en un estado similar al de REM en el que se sueñe con desplazarse o volar. En tales circunstancias, una persona se da cuenta de una sensación de movimiento, aunque su cerebro es consciente de que su cuerpo no puede moverse. En un intento por resolver este conflicto sensorial, el cerebro reduce el sentido de sí mismo (Cortex, vol 45, p 201). "Lo resuelve mediante la división del yo de su cuerpo", apunta Cheyne. "El sí mismo parece irse con el movimiento y el cuerpo se quede atrás". Tal vez, conflictos sensoriales de naturaleza similar sean la típica causa de las experiencias extracorporales.

Brugger, entre tanto, hace una sugerencia para explicar cómo alguien puede ver las cosas pese a tener sus ojos cerrados, basándose en la información de uno de sus pacientes sobre una experiencia extracorporal. Según el padre de este paciente, que estaba sentado junto a la cama, él tenía los ojos cerrados. Sin embargo, más tarde informó que había visto, desde una perspectiva por encima de su cama, a su padre yendo al baño, y regresando con una toalla mojada para ponerle en su frente.

El paciente probablemente escuchó a su padre levantarse para ir al cuarto de baño y oyó correr el agua, y debió haber sentido la toalla mojada en su frente. Brugger especula que su cerebro convirtió esos estímulos en una imagen visual, no muy diferente de lo que sucede en la sinestesia. Esto aún no explica el punto de vista externo. "No está claro cómo el cerebro construye eso", dice el filósofo cognitivo Thomas Metzinger, de la Universidad Johannes Gutenberg de Mainz, Alemania.

Metzinger también hace una sugerencia. Imagine el episodio de un día de fiesta reciente. ¿Puede visualizarlo desde una perspectiva en primera persona, o en tercera persona, contigo mismo en la escena? Sorprendentemente, la mayoría de nosotros lo hacemos en segunda. "En la codificación de los recuerdos visuales, el cerebro ya utiliza una perspectiva externa", señala Metzinger. "No sabemos mucho sobre cómo ni el por qué, pero si algo se extrae de esa base de datos [durante una experiencia extracorporal], puede ser material para verse a sí mismo desde el exterior".

Cualquiera que sea el mecanismo, el estudio de las experiencias extracorporales promete ayudar a responder a una profunda cuestión de la neurociencia y la filosofía: ¿cómo surge la conciencia de sí mismo? Está muy claro que nuestro sentido de identidad reside, la mayoría de las veces, en nuestros cuerpos. No obstante, también queda claro que desde las experiencias extracorporales ese sentido del yo, aparentemente, puede desprenderse de su cuerpo físico. En ese caso ¿cómo se relacionan el yo y el cuerpo?

Para abordar esta cuestión, Metzinger se asoció con Blanke y sus colegas, en un experimento que inducía a la experiencia corporal en voluntarios sanos. Ellos filmaron a cada voluntario desde atrás y proyectaron la imagen, desde un dispositivo montado en la cabeza de los voluntarios, a una pantalla, para que viesen una imagen de sí mismos de pie, a unos 2 metros por delante. Entonces, los experimentadores dieron unos golpes por detrás de los voluntarios, algo que estos habrían visto desde su yo virtual. Esto creaba un conflicto sensorial, y muchos dijeron sentir que su sentido de sí mismo migraba de sus cuerpos físicos y hacia el virtual (Science, vol 317, p 1096).

Para Metzinger, estos experimentos demuestran que la auto-conciencia comienza con un sentido de posesión del cuerpo, pero hay más auto-conciencia que meros sentimientos de realización. "La identidad tiene muchos componentes", dice Metzinger. "Estamos tratando de llegar a ellos, construyendo bloque a bloque el edificio. Esto es sólo el principio".