Cuando uno mira a Jake Gladstone, nada hace suponer que bajo su cráneo sólo hay medio cerebro activo. Cuando era un bebé de seis meses, los médicos le descubrieron esta anomalía y advirtieron a sus padres de que el pequeño no podría andar ni hablar. Sin embargo, Jake ha desafiado a todas las leyes de la medicina y a sus cuatro años hace una vida tan normal como la de cualquier niño de su edad. «Es sencillamente increíble», dice Sarah, su madre.
Jake
© WorldWideFeatures.comJake Gladstone junto a su madre Sarah.

Tras la dramática experiencia de observar la radiografía del bebé y ver que la actividad de su cerebro había quedado reducida a la mitad, el mundo se les echó encima a estos padres que pensaron que su hijo no se iba a desarrollar con normalidad. Contra todo pronóstico, Jake está lleno de energía y corre y camina igual que otros niños. «Es nuestro pequeño milagro», afirman los familiares del pequeño.

La enfermedad de Jake se conoce como encefalomalacia quística, y supone que la mitad del cerebro no se desarrolla. Los médicos achacan su caso a una falta de oxígeno debida a un golpe en el vientre materno, pero por fortuna el niño ha podido desarrollar funciones tan básicas como la movilidad o el habla. Sin embargo, Jake debe estar vigilado constantemente y necesita ayuda para comer y vestirse.