Luxor se ha levantado esta mañana, aparte de con mucho calor, con la excitación de la sensacional noticia del hallazgo de más de medio centenar de momias - que ya son momias- en una tumba del Valle de los Reyes, la gran necrópolis real de la antigua Tebas durante el Imperio Nuevo, hace más de tres mil años.
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© ReutersUna imagen de la tumba (KV 40) descubierta en el Valle de los Reyes en Luxor (Egipto). Varios de los cuerpos corresponden a príncipes y princesas de la XVIII Dinastía, una de las más importantes del Antiguo Egipto.
Los cuerpos embalsamados, rodeados de infinitud de restos de ataúdes de madera y equipo funerario, textiles, vasijas, etcétera, todo muy fragmentado, incluyen según distintas fuentes los de varios príncipes y princesas de la dinastía XVIII, una de las más importantes del Antiguo Egipto, a la que pertenecieron faraones como Tutmosis III, Akenatón y Tutankamón.

El hecho de que hayan aparecido momias de la familia real de esta época tiene una importancia trascendental. Estaríamos ante uno de los descubrimientos más importantes de la egiptología de los últimos tiempos. "¡Es apasionante!", ha confirmado esta mañana a este diario la gran especialista egipcia en momias Salima Ikram. "Hay que analizarlo detalladamente, pero sin duda, es un gran hallazgo".

El descubrimiento, realizado por un equipo de la Universidad de Basilea encabezado por Helena Ballin, en colaboración con arqueólogos del servicio de antigüedades egipcio, ha tenido lugar en la tumba número 40 del Valle de los Reyes (KV 40), una de las muchas poco estudiadas y mal conservadas del valle. La tumba, pequeñita, sin propietario identificado y excavada muy superficialmente en 1899 por Victor Loret, que no publicó informe alguno, había sido saqueada varias veces en la antigüedad y en el siglo XIX. Está cerca de la KV 64, en la zona sur de la rama sudoeste del uadi.
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Las momias y su ajuar han sido hallados tras excavar y limpiar el pozo de acceso de seis metros que daba acceso a cinco cámaras subterráneas, en una de estas. Inicialmente se ha hablado de un cachet real, un escondite de momias reales, como los tan célebres encontrados en la tumba del sumo sacerdote Pinodjem II en Deir el-Bahri y el de la tumba de Amenofis II (KV 35), que permitieron dar con prácticamente todo el who's who de la realeza del Imperio Nuevo (dinastías XVIII a la XX, 1549-1064 antes de Cristo).

Cuando uno oye el término cachet de momias reales asociado a las necrópolis tebanas no puede evitar echarse a temblar de emoción. En este caso de la KV 40 estaríamos ante algo diferente, una acumulación de momias de la familia real en la que no habría faraones ni reinas, sino personajes principescos, entre otros. El Valle de los Reyes, sumido hoy en la bruma del calor y las expectativas, sigue dando sorpresas -¡y pensar que se creía que estaba agotado ya desde antes de que Carter encontrara a Tutankamón, hace un siglo!- y arrojando enterramientos que no encajan con nuestras clasificaciones habituales, como sucedió con el depósito de material de momificación hallado hace unos años (2005) por Otto Schaden y bautizado como KV 63.

De momento se han identificado en la KV 40 30 nombres gracias a las inscripciones en elementos como las jarras funerarias. Ocho de esos nombres han sido descifrados como los de hijas de reyes y cuatro como de príncipes. Se trataría de familiares de Tutmosis IV y Amenofis III. Entre los nombres aparecen los de personajes desconocidos como Ta-im-wag-is y Neferanebo. Figuran también en el enterramiento varias mujeres con nombres extranjeros, según los investigadores. La mayoría de los cuerpos pertenecen a adultos pero también los hay de niños, bien momificados, lo que es insólito en el Antiguo Egipto. E incluso de recién nacidos.

"Creemos que estamos ante miembros de las familias de la corte real", ha explicado por parte del equipo suizo Suzanne Bickel. Los investigadores destacan que el hallazgo permitirá discernir quiénes tenían el privilegio de pasar la vida eterna en compañía de los faraones en un lugar de tanto postín como el Valle de los Reyes. Desde luego, no cualquiera.
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Las momias y el material han aparecido muy dañados, no solo por la acción recurrente de los saqueadores , sino porque en algún momento se produjo un incendio en el interior de la tumba, seguramente causado por las antorchas de los ladrones que prendieron material orgánico. Las paredes y los restos evidencian esa combustión.

Para acabar de redondear la complejidad del hallazgo, la tumba fue utilizada como depósito de momias al menos otra vez, en el siglo IX antes de Cristo, en tiempos de Tercer Periodo Intermedio, cuando la necrópolis real ya había sido abandonada. Se trataría esta vez de una familia de sacerdotes que reutilizó el sepulcro. No se ha especificado aún cuántas momias del más de medio centenar halladas corresponden a uno u otro periodo.