Después de décadas de evitar el consumo de grasas para no afectar nuestra salud, los médicos cambian el patrón dietético y ahora afirman que no son tan malas en definitiva.
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"Coma mantequilla. Los científicos etiquetaron a la grasa como el enemigo. Ellos se equivocaron"
La revista Time ha causado un revuelo con su última portada donde bajo e título "Coma manteca", una línea detalla que "Los científicos etiquetaron a la grasa como el enemigo: porqué estaban equivocados".

Peor aún, el informe sentencia que la ingesta de productos demasiado magros, faltos totalmente de grasas, es lo que en realidad aumenta el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. Las grasas saturadas, hasta ahora las que mayores críticas tenían en la dieta - como la manteca, la leche no descremada y las carnes rojas no magras- recuperan así buena parte de sus virtudes, que eran destacadas por los médicos del siglo XIX, pero que sesudos estudios y análisis durante el siglo XX, condujeron indefectiblemente a la lista de lo que nos conduce a la tumba.


Comentario: La corrupción de esta ciencia está muy bien documentada en The Big Fat Surprise de Nina Teicholz. En síntesis, la población mundial fue engañada de una forma totalmente descarada a expensas de nuestra salud e incontables muertes.

Les recomendamos a nuestros lectores el enfoque Sott ¿Por qué la leche es tan mala? para entender porqué este alimento es malo para la salud independientemente de su contenido de grasa animal.


"Low fat": decadencia y caída de otro enemigo antinorteamericano

Fue el Senado estadounidense que publicó en 1977 el documento "Objetivos de dieta para los Estados Unidos", lo que conminaba a la población norteamericana a reducir su ingesta de carnes rojas, huevos y lácteos, a cambio de mayores hidratos de carbono, frutas y verdura. Como tantas cosas que surgen del seno de los legisladores estadounidenses, la norma derivó cátedra y se convirtió en el mayor enemigo norteamericano a combatir: las grasas en los alimentos.

Ahora un compendio de 76 análisis científicos publicados en la revista científica Annals of Internal Medicine, concluye que "la evidencia actual no apoya claramente directrices cardiovasculares que alienten el bajo consumo de grasas saturadas". Los estudios están basados en la alimentación de pueblos aislados saludables, pese a tener ingestas muy altas de grasas animales, pero eso sí, no son en absoluto sedentarios, respiran aire puro, y la calidad de sus alimentos está más allá de los agregados químicos, los pesticidas y otros contaminantes.