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© Desconocido
De las imágenes de la derecha a la de la izquierda median más de treinta años. A la izquierda, en mi infancia, vemos como la Abeja Maya, Tarta de Fresa y Minnie Mouse son pequeñas, aniñadas, con cuerpos infantiles y expresiones candorosas. A la derecha, la generación actual, la de mi hija, las "heroínas" de sus dibujos y juguetes han sido envejecidas, ya no son niñas sino adolescentes (representadas extremadamente delgadas), han perdido su inocencia, les han añadido un supuesto halo de sofisticación (sobre todo el dibujo de Minnie) y se han convertido en prototipos de los actuales cánones de belleza impuestos desde los medios de comunicación, la moda, las revistas, los vídeos musicales, etc.

Este inquietante cambio social de la concepción y la representación de la imagen de niñas y mujeres resulta profundamente turbador y enormemente preocupante.

Nuestras hijas y nosotras estamos continuamente siendo sometidas a un bombardeo de imágenes falsas sobre lo que deberíamos o no deberíamos ser físicamente. Las niñas pequeñas ya no pueden tener redondeces infantiles, tienen que ser espigadas y altas, las mujeres no podemos tener los pechos grandes caídos o pequeños y poco voluminosos. Se nos cuestiona por nuestro pelo, nuestras orejas, nuestros culos, la grasa, las ojeras, las arrugas. Nuestras hijas pequeñas se visten con colores adultos, con ropas elegantes, poco aptas para la libertad de los juegos infantiles.

En el fondo, nos han transformado en escaparates, nos han cosificado, sexualizado, han reducido nuestra riquísima sexualidad femenina al coito y nos han arrebatado nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestros valores, nuestras emociones. Nos hemos convertido en meros cuerpos al servicio de designios irreales impuestos desde las jerarquías para someternos a los deseos masculinos (sin importar la edad). Nos han robado nuestra identidad, nuestra humanidad y las de nuestras hijas.

El patriarcado, espantado por las libertades que lograron conseguir las feministas a lo largo del pasado siglo, ha encontrado un nuevo y sofisticado sistema para someternos. Un sistema de violencia sutil, taimado y solapado que en la infancia se esconde detrás de "inocentes" dibujos animados y muñecas y en la adolescencia detrás de programas, vídeos, películas, juegos, etc.

No podemos seguir dejando que nos manipulen y nos violenten de esta manera. Por el bien de nuestras hijas, de nuestros hijos y de su futuro, debemos revertir el daño que estos impactos visuales y conceptuales ejercen continuamente sobre su autoestima y su psique. Como madres, como padres, podemos poner en marcha mecanismos de defensión para proteger a nuestras hijas de esta cosificación e hipersexualización que las degrada, las denigra y las convierte en víctima de un tipo de violencia cruel e implacable normalizada, aceptada y fomentada desde muchos sectores de nuestra sociedad.

Desde Mente Libre queremos dejaros unas cuantas ideas prácticas para evitarles a nuestros hijos e hijas entrar en la rueda de la cosificación y de la hipersexualización. Este es un trabajo de toda la familia, tenemos que hablar entre nosotros y tener bien clara la línea que vamos a seguir en el acompañamiento emocional de nuestras hijas e hijos.

Para empezar, acompañemos a nuestras hijas, sobre todo cuando son pequeñas, mientras ven dibujos, anuncios, publicaciones y mostrémosles todo lo que nos parezca inadecuado, todo lo que nos cause alarma por dar una imagen sesgada de la femineidad, de su cuerpo, de sus verdaderas necesidades físicas y emocionales.

- De pequeñas, comprémosles muñecas infantiles con cuerpos más basados en la realidad, si de mayores quieren muñecas tipo Barbie, expliquémosles que las mujeres reales jamás son así, no tienen esas formas exageradas, que jueguen con ellas si les gustan, pero que comprendan que ellas no serán así de adultas, que serán parecidas a Mamá, las tías, las abuelas, etc.

- Dejemos que sean niñas el tiempo que necesiten, no les robemos su infancia pidiéndoles que piensen o actúen como adultas. Tenemos que comprender que su concepción de la vida, de la realidad son distintas a las nuestras, que sus anhelos y necesidades de desarrollo son diferentes.

- Nuestras hijas no necesitan competir con las otras niñas, ser más guapas, más altas, más delgadas. Nuestras hijas son Todas únicas y maravillosas tal y como son. No las forcemos a ser lo que no son, a parecer lo que jamás serían por sí mismas, no las pongamos a régimen por pensar que no cumplen con el canon de belleza que nos venden desde la televisión o las revistas (una niña sólo debería ponerse a régimen por prescripción médica, porque su pediatra o su endocrino así lo juzguen necesario por motivos reales de salud).


- Si tu hija tiene amigas y éstas presionan a tu hija para que se adapte al canon estándar de belleza, para que tenga los juguetes anunciados en la tele o que lleve la ropa de moda, habla con tu hija, dile que es bueno tener amigas, pero que no hace falta que todas sean iguales, que cada una puede tener sus propias ideas y vestir como le guste. Las amigas tienen que respetarse, no denigrarse y manipularse unas a otras (en la series de la tele suele entre niñas mostrarse amistades insanas, basadas sobre todo en relaciones de poder y dominación entre unas y otras para finalmente, las líderes acabar a su vez plegándose a los deseos de los varones).

- Con nuestro ejemplo, mostrémosles una relación de confianza y satisfacción con nuestro cuerpo, todas, todos somos bellos tal y como somos, no anhelemos lo que jamás vamos a ser, no nos dejemos manipular por imágenes irreales retocadas por ordenador. No nos denigremos a nosotras mismas delante de nuestras hijas.

- Acompañemos a nuestras hijas desde el respeto para que edifiquen una imagen de sí mismas sana y equilibrada, para que posean una autoestima adecuada, para que sepan valorarse por sus cualidades reales.

- Fomentemos una relación sana con la comida , confiemos en su capacidad de autorregulación, dejémosles decidir lo que quieren comer y cuando necesitan comer.

- No forcemos el control de esfínteres, no les reprendamos cuando comiencen a explorar su cuerpo. Respetemos sus ritmos, sus tiempos y su necesidad de reconocerse y formarse una imagen física, mental y emocional de sí mismos.

- A muchas niñas les gusta per sé el rosa, maquillarse y ponerse los zapatos de Mamá, esto no es malo, es un juego. Dejemos que disfruten y experimenten con naturalidad, pintándose como ellas quieran, no imponiéndoles un modelo a seguir.

Por cierto, todo lo que estamos comentando en este artículo también es válido para los niños puesto que ellos también están siendo manipulados para crearles una concepción errónea de lo que significa ser hombre.