Imagen
© BBC
Hace unos días, Jon Snow, uno de los presentadores de noticias más conocidos de Reino Unido, recién regresado de cubrir la guerra en Gaza, lanzó un llamado de acción a su audiencia para que se movilice contra el conflicto.

En nuestra redacción sus palabras aún resuenan y son objeto de acalorado debate por la forma frontal en que desafían los límites de la implicación del periodista en los acontecimientos que cubre, especialmente cuando tienen una carga emocional tan fuerte como la guerra en Gaza.


Comentario: Sería bueno notar que muchas veces la así llamada "imparcialidad" periodística, además que muchas veces realmente está subyugada a un grupo de poder, puede alimentar la confusión generada por la propaganda de los opresores. Un análisis con opinión, basado en el sentido común, empatía, hechos, y evidencias, es más cercana a la realidad que una nota "imparcial", robótica y tendenciosa de manera subyacente. "Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor."




Imagen
© BBCLas palabras de Jon Snow llaman a la acción.
Aunque pueden ver el mensaje de Snow - en inglés- clic en este vínculo, les resumo su contenido.

"Lo que vi aún retumba en mi cabeza", comienza el presentador desde el plató de la televisión británica Channel 4.

En su relato -acompañado por imágenes de niños heridos, víctimas de la ofensiva israelí sobre Gaza- cuenta la impresión duradera que le dejó la visita a las plantas donde se trata a los niños palestinos en el hospital de Shiva.

Habla de Maha, paralizada porque la metralla le penetró la columna, y de una niña de dos años y medio con los ojos hinchados y morados como consecuencia de una fractura de cráneo y de nariz.

"No puedo sacarme esas imágenes de la cabeza. Y ustedes tampoco porque han estado en todos los lados. Son la esencia de lo que está pasando en Gaza", dice.

Y concluye: "Debemos saber que de alguna manera compartimos la responsabilidad por esas muertes. Porque para nosotros no es una prioridad pararlo (...). El hecho de que estés viendo esto. Que hayas elegido verlo significa que en realidad estás motivado para hacer algo. Y eso, al final, es la mayor ayuda que tiene la gente en Gaza. No podemos dejarlo pasar. Si nuestra información vale algo. Si su disposición a ver, escuchar y leer sirve de algo, juntos, podemos marcar la diferencia".

En su alocución Snow cruza una doble frontera cuyo tránsito no es fácil para un periodista: la que separa narrar los hechos de tomar partido de forma explícita por una de las partes del conflicto y, por último, pedir la movilización de la audiencia.

Un gesto que viene cargado de preguntas que sacuden pilares esenciales del ejercicio de nuestra profesión:

¿Es siempre posible ser imparcial? ¿Es siempre lo correcto?

¿Hay veces en que ser imparcial implica una equidistancia de las partes que conlleva, por omisión, una toma de partido por el más fuerte?

¿Es lícito cruzar la que para algunos es una línea roja que separa el periodismo - informar- de la propaganda (llamar a la acción)? ¿Dónde está esa frontera?

Y quien la atraviesa, ¿compromete su credibilidad para coberturas futuras?

A veces hay que ver las cosas en primer plano..

Estas son algunas de las cuestiones, pero hay muchas más. Seguro a ustedes les plantean tantos dilemas éticos relacionados con el periodismo como a nosotros.

Uno de los valores fundacionales de la BBC - como argumentaba clic en este mismo blog la semana pasada mi colega Luis Fajardo- es mantener la neutralidad, no tomar partido y dejar que sea el lector, a la luz de esa información, quien se forme su propia opinión.

Eso es parte de nuestro ADN como medio, un punto fundamental del "contrato" que hemos establecido con ustedes los lectores.

Por eso no encontrarán en BBC Mundo una alocución como la de Snow. Tampoco en el sentido opuesto.

Sin embargo, las palabras del presentador británico - que nacen de la empatía con las víctimas de la guerra- también son -desde mi punto de vista- honestas con su audiencia.

El periodista denuncia y toma partido. Pero lo hace poniendo sus cartas sobre la mesa, sin intentos velados de manipulación y sin ocultar la posición desde la que habla.