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El Tribunal Supremo ha ratificado la condena por la que la multinacional farmacéutica Sanofi Aventis debe indemnizar con 765.000 euros a 146 mujeres que padecen secuelas irreversibles por el consumo del medicamento Agreal. Son compensaciones irrisorias; se necesitan nuevos enfoques jurídicos, hacer Justicia y mayores indemnizaciones.

Los laboratorios Sanofi deberán indemnizar a cada una de las 146 mujeres con unos 3.000 euros (algunas reciben más porque sí les reconocen los daños sufridos y a ello hay que sumar los intereses de demora que habrá de satisfacer Sanofi). A casi nadie escapa (parece que sólo a los jueces) que perder la salud de por vida por culpa de un fármaco y sus comercializadores no "vale" esa cifra, si es que la salud tiene precio. La condena ha sido por vulnerar el derecho fundamental a libertad de elección de toda persona, pues al no ser informadas de los posibles efectos secundarios del Agreal no pudieron elegir libremente no tomarlo.

Es decir, en la mayor parte de los casos NO se ha valorado los verdaderos daños y secuelas producidas tras el consumo de Agreal, sólo se ha juzgado que no se informó correctamente a las pacientes.

En opinión del Bufete Almodóvar & Jara, que representamos legalmente a siete afectadas unidas en torno a Agreal Luchadoras, lo de este medicamento no es un defecto del producto, un defecto de información, es una clara omisión intencionada de información de seguridad del fármaco.

Es decir, con el grupo de afectadas que nos ha confiado su caso, vamos a demostrar a los jueces (y a quien haga falta) que Sanofi ocultó de manera intencionada información clave sobre los fallos de seguridad del fármaco para que entrara con facilidad en el mercado y se mantuviese muchos años (22 duró). Por tanto, para vender más.

El nuestro es un nuevo enfoque jurídico dirigido a la exigencia de responsabilidades legales por omisión intencionada de información por parte de Sanofi. Es la teoría de la responsabilidad contractual terapéutica por ocultación intencionada de datos muy relevantes conforme a la bibliografía científica del momento.

La historia del caso está plagada de juicios (se retiró del mercado en el año 2005); de indemnizaciones irrisorias; de estrategia conjunta de defensa entre la Administración sanitaria pública y el laboratorio Sanofi. Se ha negado de manera sistemática las relaciones de causalidad entre el consumo del fármaco y los daños recibidos y documentados.

El reconocimiento de defecto de información del prospecto del medicamento es un paso pero ni mucho se hace así Justicia (con mayúsculas). Más bien todo lo contrario. Se reconoce una responsabilidad objetiva pero sin culpa cuando este es un caso que se puede abrir incluso por la vía penal.

Las indemnizaciones han sido, hasta ahora, escasas porque no se han contemplado las reacciones adversas psiquiátricas graves pero tenemos documentos oficiales que aseguran que existen. Escasas pues, porque las afectadas no han podido probar los daños recibidos al no acceder a información confidencial de seguridad del producto.

Laboratorio y Administración han jugado a entorpercer los juicios, entre otras estrategias, mediante la pérdida de tiempo procesal en los juzgados analizando si Agreal era un neuroléptico típico o atípico. No venía a cuento, es típico y ello significa que conlleva reacciones adversas psiquiátricas pero algunos jueces entraron en el juego de los demandados y se perdió tiempo en ello.

Cuando Sanofi se ha defendido durante estos años nadie les ha podido rebatir sus argumentaciones, falaces en algunos momentos -tendentes de manera premeditada a engañar- para confundir a toda la cadena del medicamento sobre la seguridad del fármaco. Ahora, por primera vez, un equipo médico legal está investigando documentos oficiales sobre la seguridad de Agreal que la casa madre del laboratorio ha ocultado durante años y nunca aparecieron en los juicios.

El laboratorio no empleó esas informaciones porque iba en contra de su estrategia de defensa de no reconocimiento de los daños psiquiátricos. Es ahora cuando podemos cotejar información, estudiarla y analizarla -y eso estamos haciendo-, para afirmar que este fármaco ha recibido muchas notificaciones de reacciones adversas psiquiátricas y neurológicas y endocrinas, etc. Por eso se retiró del mercado en verdad.

También podemos probar que los ensayos clínicos de Agreal estuvieron diseñados para que el fármaco sólo se consumiera en tres ciclos (tres meses). Muchas mujeres afectadas (se usaba para los sofocos de la menopausia) lo han consumido durante años. NO existen ensayos sobre qué ocurre si tomas durante más de tres meses este principio activo.

En definitiva, la clave está en que el Bufete Almodóvar & Jara junto a su equipo de investigación médico legal, va a demostrar que este fármaco, tal y como se utilizó en nuestras clientes, les ha provocado reacciones psiquiátricas, neurológicas, endocrinas, entre otras, reconocidas por el propio laboratorio en sus estudios de seguridad del medicamento previos y post comercialización. Y reconocidas por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), aunque silenciadas tiempo después para ayudar a Sanofi.

En la actualidad, además de conducir este proceso estamos revisando nuevos casos, por lo que esta nueva sentencia lo que me inspira es que el Caso Agreal lejos de estar llegando a su fin, no ha hecho más que comenzar.