Hace más de un mes que Israel lanzó la fase más reciente de su guerra contra Hamas en Gaza, el 8 de julio. Más de mil 400 palestinos han perecido desde entonces, y miles han resultado heridos. Muchos de los muertos son civiles (según el Centro Palestino de Derechos Humanos, las bajas civiles representan 85 por ciento de todas las muertes de palestinos) y un número asombroso de ellos (casi 25 por ciento) son niños cuyas vidas fueron cortadas de tajo, muchos en lugares donde debieron haber encontrado refugio seguro.
Israel
Cada día, según parece, surge un nuevo informe de bombardeos y ataques con misiles por Israel, desde hospitales destruidos hasta escuelas usadas como albergues protegidos por la ONU y hogares. Mucha tinta se ha derramado discutiendo quién va ganando en la guerra de propaganda en el conflicto, pero las acciones israelíes se salen mucho de cauce. Si fuéramos a llamarlas como lo que en verdad son, las palabras crímenes de lesa humanidad, apartheid y genocidio figurarían en cada historia escrita, no sólo en las semanas anteriores, sino desde la fundación de Israel.

La campaña actual israelí contra Gaza es una obvia violación de las leyes de guerra que prohíben todo ataque a civiles, así como cualquiera en el que las bajas civiles sean mayores que las supuestas ganancias militares. Por eso Navi Pillay, comisionada de la ONU para derechos humanos, al referirse a este asunto ante el Consejo de Derechos Humanos, señaló que había una alta posibilidad de que Israel estuviese cometiendo crímenes de guerra. Pillay también criticó el lanzamiento indiscriminado de cohetes y morteros por Hamas, pero tres muertes de civiles israelíes (y 56 de militares) no se pueden comparar con la escala de la matanza y destrucción en Gaza.

Pero lo que ocurre en Gaza hoy no es una aberración. El ataque contra los palestinos debe verse a través de las acciones israelíes en los 70 años pasados, no sólo los crímenes de guerra, sino también los crímenes contra principios elementales que gobiernan nuestro mundo y la sociedad global.

Los crímenes de lesa humanidad se definen como ataques definidos y extensos o sistemáticos contra cualquier población civil. A partir de la década de 1940, Israel ha empleado sistemáticamente el asesinato, las reubicaciones forzadas y la tortura para subyugar a los palestinos y adueñarse de tierras en lo que ha llegado a ser Israel, así como en los territorios ocupados. En 1947-48, hasta 700 mil palestinos fueron forzados a dejar sus poblados, y cientos de aldeas fueron destruidas.

El apartheid se define como actos inhumanos cometidos para mantener el dominio de un grupo racial sobre otro. Entre estos actos se incluyen homicidio, lesión corporal, lesión mental, despojo de la libertad o de la dignidad de una población, o medidas orientadas a evitar la paticipación en la vida política, social o económica del país. Cualquiera con un conocimiento básico de la historia del trato dado por Israel a los palestinos sabe que esa definición se ajusta de modo notable a esta situación, tanto en el pasado como en el presente.

El genocidio es un crimen que muchos tienen miedo de mencionar al describir las acciones de Israel contra palestinos, pero el registro histórico y el actual hacen apropiado el término. Son dos partes del genocidio: el intento de dar muerte a todo o parte de un grupo especifico nacional, étnico, racial o religioso, y el hecho de consumar el intento. Se ha alegado que Israel y sus líderes no tienen la intención de destruir parte del pueblo palestino, pero el historial demuestra lo contrario. Desde los miles de asesinados durante las expulsiones de 1947-48 hasta las matanzas en campos de refugiados como Jenin y Sabra y Chatila, hasta los miles de caídos en el mes pasado, los líderes israelíes han mostrado una alarmante disposición a matar grandes proporciones de pobladores palestinos.

Mirando esas definiciones, es obvio que lo que Israel hace actualmente en Gaza - y lo que ha hecho desde la década de 1940 en todo el territorio - constituye crímenes de guerra y apartheid, y da por resultado un genocidio, crímenes apoyados y alentados por Estados Unidos.

Cada vez resulta más terriblemente claro que no hay escapatoria para la gente de Gaza, ni nadie en la comunidad internacional llama a cuentas a Israel. Los 1.8 millones de palestinos que pueblan la granja de Gaza ocupan una gigantesca prisión al aire libre, privados de muchas cosas necesarias en la vida, restringidos en sus movimientos, y ahora enfrentando muerte y mutilaciones como resultado del asalto israelí: un genocidio en aumento, según el renombrado escritor israelí Ilan Pappé.

¿Y todo para qué? La afirmación israelí de que responde a fuego de cohetes y a la necesidad de destruir túneles ocultos puede ser una excusa aceptada por quienes apoyan a Israel, tenga razón o no. Esas excusas para las matanzas se han hecho desde 1947. No llegan a la causa de la resistencia palestina, una resistencia que combate una ocupación que no se puede romper por métodos militares.

El hecho es que los ataques de Israel a Hamas no funcionan. Llevan décadas sin funcionar, pese a todos los intentos israelíes y a la constante ceguera de la comunidad internacional sobre la situación. Debemos detener este asalto. Debemos hacer que Israel y sus líderes comparezcan ante tribunales en el mundo. Y debemos poner fin a la ocupación y liberar a Palestina.
Michael Ratner es presidente emérito del Centro para los Derechos Constitucionales y actualmente es abogado de Julian Assange y Wikileaks.

Publicado inicialmente en Alternet.