Robert W. Merry, especialista en historia de EE.UU., ofrece su propia visión de los fracasos más dolorosos para el país norteamericano en materia de relaciones exteriores.

El editor político de 'The National Interest' precisa en un artículo que elaboró su lista en función del impacto significativamente negativo para EE.UU. en términos históricos que tuvo la toma de decisiones presidenciales no dictadas por la fuerza de los acontecimientos.
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1. El fiasco más grande: la invasión en Irak de 2003

El auge del Estado Islámico en Irak y Siria deriva directamente de la desestabilización regional causada por la invasión en 2003 de Irak decidida por el presidente George W. Bush, asevera Merry. "Saddam Hussein no poseía armas de destrucción masiva ni tenía ninguna relación seria con los fundamentalistas islámicos que habían atacado el territorio estadounidense el 11 de septiembre de 2001. En otras palabras, no era el verdadero enemigo de EE.UU.", indica el historiador. Pero cuando su Gobierno fue derrocado y el país destruido, resultó inevitable que el islam yihadista se ocupara de explotar el caos resultante, afirma Merry.

EE.UU. creó con sus propias manos la oportunidad para que el enemigo real - islamistas radicales empeñados en atacar a Occidente - obtuviera tanto poder. "Parece claro que la llamada primavera árabe surgió en parte de la inspiración derivada de los acontecimientos en Irak, que alimentaron la esperanza entre los muchos elementos del islam de que el cambio era posible", sugiere el historiador. "Y así que ahora tenemos al Estado Islámico en marcha, estableciéndose en extensiones significativas de territorio en Siria e Irak. El precio [de la decisión errónea de George W. Bush] ha sido altísmo, y, por desgracia, tan solo está cobrando impulso".
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© AFP Daniel Mihailescu
2. La entrada de EE.UU. en la Primera Guerra Mundial

El presidente Woodrow Wilson quiso que EE.UU. se convirtiera en un mediador entre las partes del conflicto que había estallado en Europa en 1914. Cuando las partes declinaron su propuesta, el presidente estadounidense decidió en 1917 participar en la guerra del lado de los aliados. La entrada de EE.UU. inclinó rápidamente la balanza en contra de Alemania, que en consecuencia experimentó no solo la derrota sino una humillación nacional, indica el autor.

"Wilson pensó que podía controlar el resultado de la conferencia de Versalles para resolver las cuestiones de guerra, pero los acontecimientos se le escaparon rápidamente de las manos, y la humillación alemana fue codificada en disposiciones que prácticamente garantizaban otra guerra", señala Merry en referencia a la Segunda Guerra Mundial.

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3. La guerra en Vietnam: 1965-1975

El daño que causó la decisión personal de Lyndon Johnson de entrar en la guerra en Vietnam - el tercer mayor fiasco de la política exterior de EE.UU. - se entiende bien, afirma el historiador. "La estrategia militar ideada bajo el liderazgo de Johnson resultó desastrosa y debería haber sido vista como potencialmente desastrosa, incluso cuando estaba siendo elaborada", asegura Merry. "El precio pagado por el país por esa mala gestión fue enorme, y era lógico que la presidencia de Johnson acabara destruida por ello", concluye el autor.

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4. La intervención en Somalia

1992 George H. W. Bush envió a África 28.000 soldados con el propósito de participar de la operación de las Naciones Unidas en Somalia, un país agitado por los conflictos internos y cuya población estaba muriendo de hambre. La misión la amplió el sucesor de Bush, Bill Clinton, para hacer frente a algunos señores de la guerra considerados responsables de los disturbios y el caos en el país. En octubre de 1993, los guerrilleros somalíes organizaron una emboscada contra la Fuerza de Reacción Rápida de EE.UU. Como resultado de la batalla fueron derribados dos helicópteros estadounidenses UH-60 Black Hawk, 18 militares murieron, más de 70 resultaron heridos y Bill Clinton anunció la retirada de las fuerzas estadounidenses del país.

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© AFP Eric Feferberg
5. Invasión de Bahía de Cochinos

16 de abril de 1961 El intento de EE.UU. de invadir Cuba y derrocar al Gobierno de Fidel Castro con unos 1.500 exiliados cubanos patrocinados por el Gobierno estadounidense y bien equipados con material militar acabó en fiasco en menos de 65 horas y entró en la historia como uno de los fracasos militares más humillantes.

Los militares cubanos estaban preparados para el ataque de la llamada Brigada 2506 y, liderados personalmente por Fidel Castro, lograron repeler a los agresores en solo tres días. Los exiliados, apodados en Cuba "los gusanos", esperaron apoyo aéreo estadounidense, pero el presidente de EE.UU. prefirió mantener la operación en secreto y se negó a enviar aviones. Las tropas agresoras fueron totalmente aplastadas por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba: más de cien soldados invasores murieron y 1.200 fueron capturados.

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"Esta invasión fue mal concebida desde el principio, ya que el cerebro de esta operación, de la CIA, pensó que podría provocar un cambio de poder en una isla bien fortificada a un bajo precio", indica el historiador.

La decisión de John Kennedy de poner en marcha el plan que se basaba en las acciones de soldados mal entrenados y la posterior negación de apoyo aéreo acabó en un fiasco y en un escándalo internacional. "Fue como una bofetada para Kennedy y su país que socavó la imagen de la fortaleza de EE.UU. en un momento crucial de la guerra fría", concluye el autor.