La Organización Mundial de la Salud pidió asesoramiento sobre un método que se aplica en el país desde la mitad del siglo pasado para paliar la fiebre hemorrágica.
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Mientras países de África occidental se desangran por el ébola sin vacunas o fármacos para enfrentarlo, la Organización Mundial de la Salud está evaluando recurrir a una estrategia que se aplica desde mediados del siglo pasado en la Argentina para combatir otra fiebre hemorrágica: el mal de los rastrojos.

Consiste en infundirles a los pacientes suero extraído de sobrevivientes que contenga los anticuerpos contra el virus. En este momento, la organización pidió formalmente el asesoramiento del Instituto Maiztegui para impulsar esta terapia.

"La cooperación está en curso -afirmó al diario La Nación el doctor Jaime Lazovsky, viceministro de Salud-. David Wood, de la OMS, está haciendo videoconferencias con los especialistas del Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas Dr. Julio I. Maiztegui sobre los detalles de la preparación del suero hiperinmune y los procedimientos de concentración de anticuerpos. Esos concentrados se les administran a los enfermos recientes y permiten bloquear la acción del virus."

El instituto argentino ya envió los protocolos que se siguen en el mal de los rastrojos a Ginebra y los técnicos de la OMS están preparando protocolos propios contra el Ébola, que luego regresarán a la Argentina para que sean revisados. Los científicos del Instituto Maiztegui son los únicos que tienen publicaciones internacionales sobre la efectividad del suero hiperinmune en una fiebre hemorrágica.
La enfermedad hemorrágica argentina fue descripta por el doctor Rodolfo Arribalzaga en Junín y Chacabuco a mediados de la década de 1950. El médico la observó en peones rurales y luego virólogos locales aislaron el agente causal, que se bautizó como virus Junín.

En 1965 se estableció un centro en Pergamino para diagnosticar y asistir a los pacientes. En esos años, se demostró la eficacia de inyectar plasma de convalecientes con anticuerpos contra el virus.

Se registraban alrededor de mil casos anuales. "En la actualidad, gracias a la vacuna [Candid I], que se fabrica en el país y se aplica a personas expuestas, hay sólo entre diez y treinta -explica Lazovsky-. Esa inmunización es la única en el mundo contra fiebres hemorrágicas endémicas locales."

La vacuna se utiliza para prevenir la enfermedad, pero los enfermos diagnosticados pueden recibir el suero hiperinmune que se prepara en el Instituto Maiztegui. "Es una metodología muy sencilla que se descubrió hace muchos años", destaca Lazovsky.

Para no interferir con la recuperación de las personas que padecieron la infección ni con la precisión de las pruebas diagnósticas, en general los especialistas del Maiztegui recomiendan preparar el suero hiperinmune no en el momento de un brote infeccioso, sino en una etapa posterior. Pero dada la crítica situación que se vive en África, en este caso podrían obviarse estas premisas.

"La Argentina tiene una experiencia muy valiosa, que prácticamente le permitió erradicar las muertes por mal de los rastrojos -dice Goldschmidt-. El virus Junín consume los factores de coagulación, igual que ocurre con el Ébola."