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© REUTERSStefan Löfven, líder del Partido Socialdemócrata.-
Los primeros datos confirman que ninguna coalición consigue una mayoría parlamentaria suficiente para formar un Gobierno estable. La ultraderecha duplica sus resultados y se convierte en la tercera fuerza política del país con un 13% de los votos.

El bloque de izquierdas ha ganado las elecciones de Suecia, pero sin el margen suficiente para poder gobernar, tras el escrutinio del 90% de los distritos electorales. La coalición opositora ha sumado el 43,6% (160 de los 349 asientos del Riksdag o Parlamento) frente al 39,3% (142 escaños) de la Alianza de centroderecha del primer ministro, el conservador Fredrik Reinfeldt. Datos que confirman que ni el bloque de izquierda ni el de derecha conseguirán una mayoría parlamentaria suficiente.

El Partido Socialdemócrata fue el ganador de los comicios, con el 31,1%, por delante del Partido Moderado (conservador), con el 23,1%, y del ultraderechista Demócratas de Suecia, que duplica sus votos hasta el 13% (47 diputados) y se convierte en tercera fuerza. La formación de izquierda Iniciativa Feminista, al que los primeros sondeos colocaban por primera vez en el Parlamento, se queda fuera de forma provisional con el 3,6%, debajo del 4% mínimo para obtener representación según la legislación electoral sueca. Las feministas podrían haber dado la llave del Gobierno a los socialdemócratas de haber obtenido representación.

Al igual que los conservadores, que perdieron una cuarta parte de su apoyo, los otros tres componentes de la Alianza lograron peores resultados que hace cuatro años. El Partido Centrista obtuvo el 6,2%, mientras que los liberales cayeron al 5,4% y los cristianodemócratas, al 4,6%. En la coalición de izquierdas, el partido más votado, tras los socialdemócratas, han sido Los Verdes (6,8%), seguido del Partido de la Izquierda (5,7%).

Con este escenario, la política sueca se ve avocado a un escenario "a la italiana", muy dividido y con ninguna coalición con los votos suficientes para formar un gobierno estable, lo que obligaría a pactar con Demócratas Suecos o a convocar nuevas elecciones. El triunfo deja al líder socialdemócrata Stefan Löfven muy cerca de recuperar el poder para su partido, tradicional dominador de la política sueca, después de 8 años, aunque en condiciones precarias: su resultado está lejos del objetivo del 35% y es sólo unas décimas mejor que el de 2010, el peor en un siglo.

Reinfeldt ha prometido durante la campaña que presentaría su dimisión en caso de que la oposición fuese la minoría más votada para minimizar la influencia de SD, al que el resto de partidos boicotea. Pero la subida de la ultraderecha refuerza su papel de árbitro y permite prever una legislatura complicada para un hipotético Gobierno de izquierda. La intención proclamada de Löfven es gobernar con los ecologistas, pero el resultado le obligará a recurrir también al Partido de la Izquierda, del que se había querido distanciar para ofrecer una imagen de moderación.

La campaña electoral ha estado marcada por temas como el empleo, la gestión privada de los servicios públicos, la sanidad, la educación y la inmigración. La Alianza ha apelado a la continuidad y a las buenas cifras macroeconómicas, además de incidir en la falta de unidad de la oposición, mientras que ésta ha atacado al gobierno por el aumento del paro, las rebajas fiscales y los recortes sociales, aunque sólo defiende pequeñas modificaciones de esa política.