Bruselas continúa poniendo trabas a dos proyectos clave para el transporte del gas ruso a Europa evitando el territorio ucraniano, los gasoductos Nord Stream y South Stream. Desde la UE se asegura que sus decisiones no son políticas, pero los expertos opinan lo contrario, comenta Nezavisimaya Gazeta.
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© REUTERS/ Heinz-Peter Bader
El lunes transcendió que la primera de estas tuberías no se extenderá hasta el territorio de Reino Unido. En cuanto al segundo proyecto, acaba de perder a otro país socio, Rumanía, cuyo Gobierno dijo la semana pasada que renuncia a South Stream para "no depender del Este".

La colaboración de ambos países era fundamental para que estas grandes apuestas de Gazprom pudieran salir adelante, indica el periódico.

Así, Rumanía podría ayudar a Gazprom a lograr el desbloqueo del South Stream, aún en construcción, gracias a la diversificación de los suministros.

A su vez, la participación británica contribuiría a aumentar el volumen del combustible que se exporta a través del Nord Stream. Actualmente, el gasoducto no se usa a plena capacidad debido a las restricciones de acceso a la red Opal.

Un portavoz de la compañía operadora del Nord Stream confirmó a NG que la extensión de la tubería hasta Gran Bretaña fue vetada por la UE, aunque negó que esto tenga que ver con el actual deterioro de las relaciones entre Moscú y Occidente.

La analista Yana Trúbnikova, de Lionstone Investment Services, es de la opinión contraria. La renuncia al proyecto implica para Reino Unido problemas con las fuentes de energía, argumenta, ya que hacia 2020 el país importará más del 70% del gas que consume.

"La UE no solo pone pegas al Nord Stream, sino también al South Stream", recuerda la experta. Ya hace tiempo que Bruselas denunció las obras de este último gasoducto en territorio búlgaro por violar las normas del Tercer Paquete Energético, y acaba de advertir a Macedonia y Serbia de que su participación en el proyecto puede afectar la futura integración en la UE, dice Trúbnikova.

El enfrentamiento político repercute en la dimensión económica, subraya Artiom Déev, jefe de Análisis de AForex. Los costes del South Stream se han multiplicado, apunta, y hay riesgo de que Rusia no pueda recuperar ninguna de las inversiones ya realizadas.

Entretanto, algunos países piensan mantener y defender su participación en el proyecto. Ayer se supo que el Gobierno de Hungría quiere cambiar la legislación nacional para no tener que pedir autorización a Bruselas para el comienzo de las obras.

El país magiar podría iniciarlas en los próximos seis meses y concluir para 2017, según medios internacionales.