La organización internacional Oxfam reclamó hoy más medidas contra las desigualdades existentes a nivel mundial, cuando las cifras arrojan que el número de multimillonarios se duplicó desde el inicio de la crisis en 2008.

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Según un informe de la institución con sede en Reino Unido, la cantidad de multimillonarios (personas con más de mil millones de dólares) pasó de 793 en 2009, a 1645 este año, mientras que las diferencias entre ricos y pobres se encuentran fuera de control.

La riqueza se acumula arriba y seguirá haciéndolo a menos que los gobiernos actúen, subrayó la entidad no gubernamental.

A principios de este año, Oxfam señaló que las 85 personas más ricas del mundo poseían una riqueza equivalente a la mitad más pobre de la población mundial, y ahora agregó que sus bienes crecieron a un ritmo de 668 millones de dólares diarios en 2013 y 2014.

Para ilustrar esos datos la organización indicó que si el hombre más acaudalado del planeta, el mexicano Carlos Slim, gastara un millón de dólares cada día, le tomaría 220 años acabar con su fortuna de 80 mil millones de dólares.

En un mundo donde cientos de millones de personas viven sin acceso a agua potable limpia y sin suficiente comida para alimentar a sus familias, una pequeña élite tiene más dinero del que podrá utilizar en varias vidas, expresó Mark Goldring, director ejecutivo de Oxfam Gran Bretaña.

Las consecuencias de la desigualdad extrema son perjudiciales para todos, evitan que millones de personas tengan mejores oportunidades y fomentan la delincuencia, la corrupción e incluso los conflictos violentos, consideró.

En el texto la Oxfam llamó a los gobiernos a seguir un plan para reducir la desigualdad con medidas drásticas contra la evasión fiscal, la inversión en sistemas de salud y educación gratuitos, y la adopción de un acuerdo global sobre el tema.

Al mismo tiempo, remarcó la necesidad de promover políticas tendentes a garantizar un salario mínimo digno y a reducir la brecha entre las retribuciones que reciben hombres y mujeres.

La desigualdad extrema está lejos de ser inevitable, pues es el resultado de decisiones políticas y económicas mantenidas por una élite adinerada. Con demasiada frecuencia la mano invisible del mercado se utiliza como excusa para afectar los bolsillos de los pobres, apuntó Goldring.