La organización (¿humanitaria?) Save the Children (Salven a los Niños) recientemente otorgó el galardón "Global Legacy Award" al ex-primer ministro británico Tony Blair. La decisión levantó airadas quejas de cientos de integrantes de la organización, las críticas de varios partidos políticos y la oposición del público británico.
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© InternetPara el álbum...
Más de 200 empleados del organismo firmaron una carta pidiendo que se le retirara el premio alegando que la decisión es "moralmente reprochable". Hoy quisiera utilizar este espacio para remarcar mi enérgica oposición a tal solicitud. Usted estará de acuerdo que una vez dado un premio es algo muy engorroso echarse atrás, ¡un auténtico bochorno! Yo propongo una solución mucho más simple que implica una pequeña inversión de tiempo y el gasto de algunos pocos dólares aquí y allí: cambiémosle el nombre a la organización. Esto es mucho más sencillo y nos ahorrará muchos dolores de cabezas. Yo propongo algo así como "Slay the Children" (Matar a los Niños) o "Slave the Children" (Esclavizar a los Niños). Piénselo, con buena voluntad y un bolígrafo, en poco tiempo tendríamos todos los carteles, folletería, membretes y merchandising remendados y listos para seguir adelante sin bochornos ni vergüenza.

En tal caso, la premiación de Tony Blair sería completamente atinada y abriría las puertas para premiar a tantos otros líderes psicópatas o figuras de renombre que vienen desde hace años con gran empeño sumando méritos para la causa. Imagine que en tal contexto podríamos pensar en premiar a los Bush (padre e hijo), Condoleezza Rice, o a los más actuales Hillary Clinton o Benjamín Netanyahu (este es mi candidato favorito). A Obama vamos a dejarlo a un lado por el momento porque sería como una ofensa otorgarle la presea después de haber sido galardonado "tan justamente" con el Premio Nobel de la Paz.

¿Entiende mi punto? De este modo, la ardua labor de Tony Blair durante la antojadiza invasión de Irak en el 2003, donde fueron asesinados sin reparo decenas de miles de niños, sería justamente reconocida. Luego de aquella intervención, según cómputos de varios estudios efectuados por universidades estadounidenses (una buena práctica sería multiplicar estas cifras por 2 o por 3), medio millón de iraquíes fueron asesinados. Y no lo dude, entre ellos había muchos niños. Claro que aquí papá Bush puede pelear cabeza a cabeza con Tony, pues ya desde la década de los 90 comenzó una campaña de sanciones contra Irak (por cierto un recurso ampliamente utilizado por el Imperio) que tuvieron consecuencias catastróficas. Estas sanciones prohibieron por ejemplo artículos como el cloro, razón por la cual la purificación de las aguas fue imposible.
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© DesconocidoTres psicópas
Esto llevó en aquel entonces a la muerte de medio millón de iraquíes, principalmente niños, que por lo general mueren rápidamente a causa de la deshidratación fatal producida por la diarrea consecuencia de la gastroenteritis contraída.

Bush hijo hizo lo suyo también continuando con la tradición familiar iniciada por su padre. Hermanado con Tony Blair y José María Aznar (en aquel entonces presidente español) puso en acción la invasión antes mencionada que, entre otras cosas, cimentó las bases para que Irak y la toda la región circundante se encuentre hoy en la situación apremiante en la que está.

Ahora hablemos en serio...

Dejando a un lado esta sarcástica humorada más consecuencia de un profundo enojo que de mi vocación de comediante, hablemos ahora un poco en serio.

La decisión de otorgar este premio a Tony Blair fue fundamentada en su labor humanitaria en África a través de una fundación conocida como AGI (African Governance Initiative) y otras tantas menos conocidas. Según declaró el organismo otorgante, la decisión es un reconocimiento al "trabajo de Tony Blair para dirigir a las naciones líderes del G8 en Gleneagles en 2005 a comprometerse en doblar la ayuda a África y perdonar la totalidad de la deuda a algunos países, así como su trabajo junto con gobiernos africanos a través de su fundación, la Iniciativa de Gobernabilidad Africana [AGI]".

Lo que no están aclarando los portavoces de Save the Children es que la labor de esta telaraña de fundaciones que encabeza el ex-primer ministro británico no es ni tan transparente ni tan humanitaria como nos quieren hacer pensar.

Empecemos por decir que la caridad de Tony Blair en África gasta 1.8 millones de libras esterlinas (2.84 millones de dólares) sólo en sueldos para el staff de sólo 32 empleados que tiene. Esto es algo así como 56.000 libras (casi 88.000 dólares) por cada uno. Estamos hablando de empleados de una fundación de caridad que opera en países como Sierra Leona, Ruanda, Liberia, o Nueva Guinea, y ganan lo que constituye una auténtica fortuna en lo que son algunas de las naciones más pobres del planeta. Los ingresos reportados por la fundación en el 2012 fueron de 3.2 millones de libras (casi 5 millones de dólares).

Otra fundación de "caridad" del buen samaritano británico conocida como The Tony Blair Faith Foundation, la cual promueve el respeto y la tolerancia entre distintas confesiones religiosas, reportó ingresos por 3.66 millones de libras (5.7 millones de dólares) en el mismo año.

La prensa británica atribuye a Blair un patrimonio personal de 130 millones de euros. Él lo ha negado siempre: "No tengo ni la mitad de eso, ni un cuarto de eso, ni siquiera la quinta parte de eso".... ¿A quién le cree usted?... En fin, no va a faltar quien pueda creer que estamos ante un hombre dedicado a la caridad como "hobby", por amor a la humanidad... o que es un auténtico mecenas.

Para quien considere esto como una posibilidad, déjeme contarle que este siempre sonriente personaje no es tan inocente ni tan simpático como puede parecernos a simple vista. Aunque su fachada "legal" es la del "consultor" de diversos organismos, empresas o gobiernos, este disfraz le permite operar cómodamente en las esferas más influyentes de poder y hacer las veces de nexo/negociador para conseguir la firma de grandes acuerdos muy lucrativos para algunos de "sus clientes" (y lógicamente para él). Sin lugar a dudas, sus años como primer ministro le dejaron un valioso legado: contactos e influencias en los estamentos más encumbrados del poder.

Entre sus trabajos como negociador, tiene en su haber una de las fusiones más multimillonarias de los últimos tiempos: Xstrata y Glencore, uno de los mayores conglomerados del mundo conocidos por sus prácticas monopólicas de materias primas. También en su prontuario hay un contrato que data del 2010 (y que en su momento permaneció secreto a pedido del mismo Blair) con la petrolera PetroSaudi del príncipe Turki bin Abdullah Al Saud, hijo del rey Abdullah. El servicio que debía prestar era fundamentalmente el de "abrir puertas" con autoridades gubernamentales, en especial las chinas; trabajo por cierto por el cual cobraba 56.000 euros y comisionaba el 2% por los contratos que ayudara a cerrar.

Tony realmente hace valer sus años de experiencia como cabeza de un gobierno que practicó la manipulación, el soborno y la extorsión por todo el mundo. A merced de su paso por los pasillos grandes del poder mundial, ha podido transformar sus "influencias" en una industria muy lucrativa.

Hoy, finalmente, las varias fundaciones creadas por Blair y su supuesta labor humanitaria han sido motivo suficiente para que un puñado de burócratas rastreros que encabezan Save the Children decidieran concederle este premio. Pero la realidad es que estas fundaciones constituyen la cobertura moral para poder desarrollar otras actividades que en definitiva son las que realmente aportan ganancias. Detrás de esta mala imitación de humanidad se esconden macabros intereses y una codicia desmedida.