Descrita como un sentimiento o anhelo por un momento, situación o persona del pasado, la nostalgia es una emoción por la que más de uno hemos pasado en alguna etapa de nuestra vida. Con la llegada del invierno, nos refugiamos con más frecuencia en este sentimiento, debido en la mayoria de los casos por el trastorno afectivo estacional.
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Paseando por las calles de nuestra ciudad observamos con media sonrisa un negocio cerrado que en su tiempo visitábamos con frecuencia. No es ninguna casualidad que recurramos a hechos del pasado para hacernos sentir mejor; existe un marco científico detrás de la nostalgia, que la convierte en objetivo de numerosas investigaciones, y como nos comenta Clay Routledge, profesor de psicología en una Universidad de Dakota del Norte, depende en gran medida de la intensidad de nuestros recuerdos:
"La nostalgia puede ser vista como parte de una historia más grande que recoge como nuestras emociones se almacenan en los recuerdos, ni positivos ni negativos, simplemente complejos"
¿Qué es realmente la nostalgia?

Felicidad o tristeza, ambos son sentimientos fáciles de explicar, sin embargo, intentar definir la nostalgia no es tarea fácil. Apareció por primera vez en el siglo XVII, descrita por Johannes Hofer, físico suizo que combinó las raíces de dos palabras griegas, nostos y algos, cuyo significado sería algo como 'el origen del dolor', para describir lo que el pensó que era un trastorno neurológico que afectaba a los soldados suizos.

Aunque esta terminología haya evolucionado hasta la definición actual, que la describe como una condición psicológica similar a la melancolía, los científicos afirman que tiene un gran componente neurológico. Joseph LeDoux, profesor de neurociencia de la Universidad de Nueva York, sugiere que aunque poco se conozca sobre la neurociencia de la nostalgia, probablemente tenga algo que ver en cómo nuestros recuerdos y emociones se almacenan en el cerebro.

Comienza a ponerse interesante la cosa, ¿verdad?

Estaréis de acuerdo conmigo en que recuerdos del tipo 'qué comimos la semana pasada' o el lugar donde dejamos la llave del coche no duran tanto tiempo en nuestra memoria como la capacidad para montar en bici, por ejemplo. Los recuerdos del primer tipo, son conocidos como memorias de corta duración, y se almacenan en el lóbulo frontal, mientras que los segundos, se conocen como memorias de larga duración, son desplazadas vía neurotransmisores a lo largo de nuestro sistema nervioso hasta el hipocampo.

Llega el momento de preguntarnos si existe algún criterio para considerar los recuerdos de largo o corto plazo. LeDoux afirma que el circuito implicado en la transmisión de estos recuerdos juega el papel principal, pero que la situación en la que lo obtenemos o durante la que lo experimentamos supone la diferencia. Para explicar mejor este hecho, recurrimos al término de 'la memoria vivida'.

¿Qué son las memorias vividas?

Término procedente del inglés flashbulb memory, hace referencia a aquellas capturas visuales que hacemos en un momento y unas circunstancias determinadas cuyo factor determinante ha sido la sorpresa o una condición emocional. En otras palabras, situaciones que han grabado en nuestro cerebro un recuerdo que equivaldrá en permanencia a la capacidad para montar en bici.

Fueron identificadas por primera vez en 1977, por Roger Brown, profesor de la Universidad de Harvard, y uno de sus estudiantes de grado, James Kulik, actualmente profesor en la Universidad de California.
"Por aquel entonces, las personas no eran conscientes de la estrecha relación entre memoria y emociones. Roger y yo estábamos interesados en la forma que tienen los recuerdos de almacenarse, por lo que nos centramos en los recuerdos personales o eventos conocidos" -Comenta Kulik en una entrevista telefónica.
Situaciones como el asesinado de John F. Kennedy, el desastre de las torres gemelas o el discurso de Martin Luther King, pueden considerarse dentro de estas memorias vividas. El motivo por el que nuestro cerebro considera determinadas situaciones de mayor relevancia que otra aun es fuente de estudio de numerosos neurólogos, que continuamente añaden nuevos factores para este filtro.

El circuito cerebral implicado en la creación de las memorias vividas

Junto a su equipo, Elizabeth Phelps, psicóloga de la Universidad de Nueva York, realizó en 2007 un escáner al cerebro de un grupo de personas situándolos en el evento del 11 de septiembre de 2001. Los resultados mostraron que la amígdala cerebral, el centro emocional nervioso, estaba activa.

Volviendo a la actualidad, los investigadores están tratando de entender dónde podrían situarse los malos recuerdos de forma que pudiésemos aprender de ellos causándonos el menor sufrimiento posible, pues como hablamos hace un tiempo, hay recuerdos que pese a ser dolorosos son necesarios. En definitiva, la nostalgia es un sentimiento que debemos acoger con tranquilidad, y del cual no debemos abusar en gran medida para evitar la tristeza.