Como es bien sabido y se ha corroborado de forma científica, los perros y otros animales de compañía desempeñan un papel importante en la vida social de los individuos, y pueden actuar como catalizadores para la interacción social. Estos beneficios, ¿pueden extrapolarse también a personas con dificultad para las habilidades sociales, como ocurre en los afectados por autismo?

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Es lo que ha tratado de dilucidar un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Missouri (Estados Unidos). Estos han llegado a la conclusión que los niños con autismo presentan habilidades sociales importantes cuando conviven con cualquier tipo de animal de compañía. Los expertos se han basado en encuestas a 70 familias con hijos que padeden autismo entre 8 y 18 años.

Más importante incluso que esta conclusión principal, los datos también han revelado que los niños con animales en su hogar muestran tener más propensión a involucrarse en comportamientos tales como presentarse delante de otras personas, solicitar información o responder a preguntas de otros. Como ya se sabe, este tipo de habilidades sociales normalmente son difíciles para los niños con autismo.

Como definen los propios autores, los animales a menudo sirven como "lubricantes sociales". Cuando los animales domésticos están presentes en entornos sociales o incluso en un aula, los más pequeños hablan y participan más entre sí. Este efecto
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también parece aplicarse a niños con autismo. Los científicos también han encontrado que las habilidades sociales de los niños aumentan en base a la cantidad de tiempo que se posee a la mascota. También han detectado que la relación con el animal es más débil cuanto mayor es el niño o niña (lo que indica la importancia de una intervención temprana). Todos estos vínculos no se dan tan sólo con perros, sino también con conejos o gatos, lo que sirve como evidencia de que otros tipos de mascotas también podrían beneficiar a niños con autismo.

Ya en 2012, un grupo de especialistas de la de la Universidad de Lincoln (Estados Unidos) mostraron que los perros pueden prestar una valiosa ayuda a niños autistas para que mejoren su comunicación y sus relaciones afectivas. Los científicos basaron las conclusiones comparando a veinte familias con niños con autismo y mascota con las de niños con el trastorno pero sin la compañía de ningún animal. Grabaciones en vídeo constataron que los menores con perros mejoraron la comunicación afectiva, así como los hábitos de alimentación y de sueño.

Intervención con animales

La relación terapéutica entre animales y humanos es conocida desde hace muchos años. No en vano, la Intervención Asistida por Animales de Compañía (IAA), a través de la cual un animal es incorporado como parte del tratamiento, se emplea en diversas terapias como intervención complementaria, sin sustituir, claro está, el tratamiento clínico.

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Estas intervenciones tienen el objetivo de promover la mejoría de las funciones físicas, sociales, emocionales y cognitivas. Siempre deben estar dirigidas por profesionales de la salud o de la educación. La mayoría de los animales utilizados son perros y gatos con unas características específicas y adiestrados para este propósito, que pasan a convertirse así en ayudantes o "co-terapeutas".

Normalmente este tipo de intervención se lleva a cabo en sectores que requieren una ayuda especial, como la población penitenciaria, las personas mayores solas, en centros geriátricos, o los niños con necesidades especiales (el autismo puede ser un buen ejemplo de ello). Más allá de actuar como catalizadores sociales, como ya hemos indicado, los animales pueden aportar sensaciones de tranquilidad y relajación, así como una reducción del ritmo cardíaco o de la presión sanguínea.

Fuente | Universidad de Missouri, Fundación Affinity