El acuerdo de Bruselas para ampliar el programa de ayudas de la UE a Grecia supone una humillante derrota para el Gobierno de Syriza. Sus intentos de encontrar apoyos entre los Gobiernos de la Unión han fracasado.

La intransigencia alemana y su descarada defensa de los mezquinos intereses de la Oligarquía Financiera prevalecieron, dando testimonio de la imposibilidad de un giro social dentro de las estructuras de poder de la UE.


¿Ha terminado el juego? Creemos que sigue habiendo una posibilidad de frustrar el asfixiante programa de la UE.
Imagen
La audaz postura del Primer Ministro griego Alexis Tsipras contra la Oligarquía europea, y especialmente contra los gobernantes alemanes, ha calado en el corazón de muchas personas, y no sólo de Grecia. En toda Europa, Tsipras se ha convertido en una victima del neoliberalismo y la crisis capitalista, desafiando directamente el liderazgo de Angela Merkel.

Su mensaje es claro: poner fin a las mentiras de las élites, que repiten que la salvación sólo puede llegar con restricciones en la vida de las gentes y su pérdida de derechos, mientras la Oligarquía se sigue enriqueciendo de forma descarada. El nuevo Gobierno de Grecia ha intentado desafiar la lógica de los mercados financieros, la razón del modelo económico actual, que ha ido abriendo una brecha cada vez mayor entre pobres y ricos. Se pide una vuelta hacia posturas más democráticas y un interés por los problemas sociales...

Sin embargo, ahora parece que la propia audacia de la postura de Syriza les ha asustado. Las duras palabras del capataz de los acreedores, Wolfgang Schäuble, fueron suficientes para meterles el miedo en el cuerpo. Syriza prometió durante la campaña electoral acabar con la actual política de austeridad, pero al mismo tiempo permaneciendo dentro de la zona Euro. El Ministro de Economía griego, Yanis Varoufakis, había apostado más alto, sin tener seguro el éxito: un período de ruptura con la élites financieras y una salida ordenada de la zona euro. La actual coyuntura habría ofrecido una buena oportunidad para que esta histórica decisión contase con el apoyo y la movilización de un gran número de personas.

Syriza es prisionero de su propia pasado, de sus orígenes en los Synapismós eurocomunistas. Para ellos, la Unión Europa siempre ha sido el mayor logro de la posguerra, sólo que les hubiese gustado que hubiese tenido una inclinación más social. No entendieron la verdadera razón de ser de la UE: destruir el Estado de Bienestar que se desarrolló dentro de los Estados nacionales.

La gente anhela seguridad. Su voto es un juego de equilibrio entre el abandono de las políticas de austeridad y la permanencia dentro de la zona Euro. Quieren formar parte del club de los países ricos y temen quedarse en la periferia pobre. Esto es algo comprensible. Pero tal y como se están desarrollando los acontecimientos, es algo imposible: el centro capitalista no lo aceptará. Para finalizar con las políticas de austeridad es preciso que Grecia se deshaga del Imperio de la élite de la UE, dominado por Berlín, antes de que Berlín eche a Grecia.

Syriza ha dado a entender que actuaba de acuerdo con la decisión del pueblo griego en las elecciones, pero esto parece más bien un pretexto, una forma de ocultarse detrás de la gente. Estas han entendido y han apoyado de forma abrumadora la línea dura contra Berlín, pero Syriza, al contrario, se ha convertido en la retaguardia para evitar un proceso de radicalización popular. La respuesta de Berlín y de Bruselas ha sido obvia: si ustedes insisten en no aceptar nuestras políticas de austeridad, les enviaremos a los acreedores... Que la cancelación de la deuda es posible lo han demostrado Gobiernos que son menos de izquierdas que Syriza, como es el caso de Argentina e Islandia.

Parecía formarse una amplia coalición para acabar con las actuales políticas de la UE, sobrepasando las fronteras de Grecia, como es el caso de Podemos en España: la creación de una Europa social levantada de los escombros del euro y una UE capitalista. Pero con la firma de Tsipras y Varoufakis han hecho un flaco favor a Pablo Iglesias de Podemos.

Syriza ha dado marcha atrás, a pesar de sus gritos de victoria. Sí, van a continuar las negociaciones, pero la Oligarquía les ha hecho pasar por el aro. Se trababa de dejar claro cuál es el orden reinante y quién tiene que obedecer. Lo demás es marketing. Syriza ha dado un paso importante para convertirse en un instrumento más de las políticas de austeridad. Si esto se confirma, Syriza está condenado a morir antes o después.

Lo que pueda ocurrir no se puede predecir con detalle, pero las fuerzas de derechas seguirán consolidándose. Las viejas élites seguirán vinculadas a las élites de Bruselas. También pudiera ocurrir que se produjera un ascenso de partidos fascistas como Amanecer Dorado. Pero de momento no hemos llegado a ese punto.

Una batalla se podría haber perdido, pero la lucha está lejos de haber terminado. Las condiciones exactas del programa de austeridad todavía no ha sido definidas. Cualquier intento de salir de la jaula construida por la Troika será respondido por la casta de Banqueros con la amenaza de expulsión: una amenaza permanente, exigiendo una capitulación permanente. Dando por hecho que las recetas neoliberales no funcionan en términos puramente capitalistas, la grave crisis va a continuar profundizando y prolongándose. Ni siquiera renunciando a la propia soberanía y aceptando la tutela de la UE se puede asegurar la permanencia en la zona Euro. Tarde o temprano, Grecia tendrá que abandonarla.

La posibilidad de poner fin a los programas de austeridad como prometía Syriza siguen esperando. Dudamos que las gentes y algunas fuerzas políticas que forman parte de Syriza se queden con los brazos cruzados y acepten en estado actual de las cosas. Se seguirán exigiendo mejoras sociales. Syriza no puede derivar en tan poco tiempo en un nuevo PASOK. Syriza es algo más que los viejos Synaspismós que propugnaban la confluencia en la UE. Hay un frente amplio que rechaza la capitulación, y ya se piensa en un plan B para abordar los cambios necesarios. Tal vez la única oportunidad es una revuelta social y un cambio de rumbo interno, para recuperar la iniciativa perdida.

Las demandas centrales de la sociedad son: salida del euro y una ruptura con el núcleo del capitalismo. Los siguientes pasos a dar podrían ser:
- Control de los flujos de capital

- Rechazo de la deuda

- Nacionalización de los Bancos

- Un programa de inversión pública

- Salida de la UE y de la OTAN

- Cooperación Internacional con la vista puesta en Rusia y China, independizándose del Imperialismo occidental.
Son necesarios una movilización social que impida la capitulación y un movimiento de solidaridad internacional para que todas las fuerzas que luchan contra los programas de austeridad exijan la inmediata ruptura con el régimen económico impuesto.
Wlhelm Langthaler es portavoz de la Izquierda Antiimperialista (AIK), que es más activa en Austria e Italia, que fue la promotora de la controvertida campaña de 2003 "10 euros para la resistencia iraquí". Puede visitar su página web.

Procedencia del artículo: http://dissidentvoice.org/2015/02/tsipras-scared-by-his-own-courage/