A simple vista, no parece haber ningún vínculo entre ese desierto y esa selva. Sin embargo, existe una relación más estrecha de lo que podría parecer, ya que el polvo del desierto del Sahara contribuye a nutrir a la vegetación de la selva amazónica, y ahora una investigación ha cuantificado la magnitud del fenómeno.
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© NASA Goddard's Scientific Visualization StudioEl instrumento lidar a bordo del satélite CALIPSO envía pulsos de luz que rebotan en las partículas en suspensión en la atmósfera y regresan al vehículo. Es capaz de distinguir el polvo de otras partículas por sus propiedades ópticas
El desierto del Sahara es una banda marrón casi ininterrumpida de arena y maleza, a lo largo del tercio norte de África. La selva amazónica es una masa densa verde de jungla húmeda que cubre el nordeste de Sudamérica. Pero después de que vientos fuertes barran el Sahara, una nube de polvo se eleva en el aire, viaja de uno a otro continente, y parte de ella cae en la jungla.

Por primera vez, un satélite de la NASA ha cuantificado en tres dimensiones cuánto polvo efectúa este viaje transatlántico. El equipo de Hongbin Yu, un científico atmosférico de la Universidad de Maryland que trabaja en el Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA, en Greenbelt, Maryland, en Estados Unidos todas estas instituciones, ha medido no solo el volumen de polvo, sino que también ha calculado cuánto fósforo (una reliquia en las arenas del Sahara de cuando parte del desierto fue el lecho de un gran lago en el pasado) sobrevuela el océano, desde uno de los lugares más desolados del planeta a uno de los más fértiles.

Las nuevas estimaciones de transporte de polvo se han basado en datos recogidos por un instrumento lidar (un láser) en el satélite CALIPSO de la NASA entre 2007 y 2013.

Los datos muestran que en promedio 182 millones de toneladas de polvo abandonan cada año el desierto del Sahara. El polvo viaja entonces unos 2.600 kilómetros (1.600 millas) sobre el Océano Atlántico, si bien parte de él cae por sí mismo a la superficie marítima o es retirado del aire por la lluvia. Cerca de la costa oriental de Sudamérica, en la longitud 35 grados Oeste, aún permanecen 132 millones de toneladas en el aire, y 27,7 millones de toneladas caen a la superficie por toda la cuenca amazónica. Unos 43 millones de toneladas de polvo viajan más lejos hasta acabar sobre el Mar Caribe.

La cantidad de fósforo que alcanza los suelos amazónicos procedente del polvo sahariano se ha calculado en unas 22.000 toneladas anuales, una cantidad similar a la que pierden debido a la lluvia y las inundaciones.

El fósforo es un nutriente esencial para las proteínas vegetales y el crecimiento de las plantas, del que depende la selva del Amazonas para poder prosperar.