El deshielo de nieve a lo largo de la cuenca del Ebro ha influido de manera determinante en la imponente crecida que afecta a miles de vecinos de Aragón y anega miles de hectáreas de cultivos a lo largo de la provincia de Zaragoza.

Zaragoza crecida Ebro
© EnvueloVista desde el aire de la crecida.
En concreto, han sido dos las aportaciones nivales las que más han afectado. La primera llegó desde los afluentes navarros (las tres subcuencas desde Irati hasta el embalse de Yesa, donde se procedió a detener el desembalse para frenar la avenida), mientras que la segunda procedió de la vertiente cantábrica (cuenca hasta el embalse del Ebro y cuenca del Nela).

Esta última, que llegó con 24 horas de diferencia fue más determinante, según informan desde la CHE. [NdE. Confederación Hidrográfica del Ebro.]

Las reservas nivales de estas cinco subcuencas suman en estos momentos 453 hectómetros cúbicos de nieve, mientras que hace un año esta cifra era de apenas 233, prácticamente la mitad.

La media registrada durante el último lustro determina que, en condiciones normales, la reserva de nieve conjunta es de unos 169 hectómetros cúbicos.