No es un secreto que activistas de medios alterativos se encuentran con la censura de los aparatos oficiales en los países que se jactan de ser libres y democráticos de Occidente. Y parece que, en lugar de disminuir, esta censura aumenta. El arte, una de las representaciones más puras de la libertad de expresión, está siendo silenciado.

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Valentina Lisitsa es una pianista brillante, virtuosa, conocida también por expresar abiertamente su opinión sobre el conflicto ucraniano a través de su cuenta en Twitter. Valentina es también compañera del equipo de Slavyangrad, donde ha traducido un buen número de artículos para nuestra publicación. Su punto de vista es siempre interesante y nunca lo ha ocultado. Tenemos la suerte de disponer del relato de la propia Valentina Lisitsa sobre su trato con la Orquesta Sinfónica de Toronto ("TSO"), que ha decidido cancelar su concierto a causa de sus opiniones políticas. La decisión de la Orquesta Sinfónica de Toronto de silenciar la música de Valentina por ejercer su derecho a expresar sus creencias es un mensaje a todos los artistas: cualquiera puede ser el siguiente.

Valentina es ucraniana. Nació el 25 de marzo de 1970 en Kiev. Su familia proviene de Odessa: su madre es ciudadana rusa y su padre, ciudadano ucraniano. Valentina se graduó en la escuela de música Lysenko y la Academia Nacional de Música Tchaikovsky (Conservatorio de Kiev). Se casó con Alexey Kuznetsov, de Taganrog. En 1991, ambos representaron a Ucrania en la competición de dos pianos Murray Dranoff en Miami, Florida, donde ganaron el primer premio. En 1992, se mudaron a Estados Unidos para continuar sus estudios y posteriormente decidieron permanecer allí. En 2001 obtuvieron la ciudadanía estadounidense. Desde el año pasado, Valentina vive en París.

Lisitsa es una de las pianistas de más éxito en YouTube, con un canal con más de 177.000 suscriptores, y actúa por todo el mundo. Ahora, el concierto de Valentina Lisitsa en Toronto, previsto para el 8 y 9 de abril en el Roy Thomson Hall, ha sido cancelado por una razón absolutamente inaceptable: sus opiniones políticas. En un email enviado al agente de Valentina, la TSO afirmó: "la Orquesta Sinfónica de Toronto ha recibido algunos mensajes expresando su preocupación por las afirmaciones políticas de la pianista Valentina Lisitsa".

En esta correspondencia, la Orquesta Sinfónica de Toronto acusaba también a Valentina ni más ni menos que de incitar al odio, algo contrario a la sección 319(2) del Código Penal de Canadá, y ha llegado a insinuar que las autoridades de inmigración canadienses podrían negar la entrada de Valentina, ciudadana de Estados Unidos, en Canadá. La TSO trató de basar sus acusaciones en los mensajes de Lisitsa en las redes sociales, adjuntando una copia de algunos de sus tweets junto a una breve y tremendamente superficial nota legal del asesor de la TSO en Borden Ladner Gervais LLP.

Pese a una respuesta legal sustancial contra estas alegaciones, la Orquesta Sinfónica de Toronto no ha ofrecido desde entonces declaración alguna para soportar sus acusaciones ni una disculpa. La Orquesta Sinfónica de Toronto ha aclarado que pagaría sus honorarios solo cuando las alegaciones legales de Valentina recalcaron que la TSO no puede invalidar el contrato de forma unilateral. Aparentemente, la Orquesta Sinfónica de Toronto confiaba, no solo en poder silenciar la música de Valentina, sino también en renegar de sus obligaciones contractuales y evitar así sus obligaciones.

Con su decisión de cancelar su concierto en el Roy Thomson Hall de Toronto, Valentina se dirigió ayer a sus fans y amigos en su perfil público de Facebook. Mostrando todo nuestro apoyo al coraje y valor de Valentina, traducimos al completo la carta a sus fans. Valentina Lisitsa nunca ha ocultado sus opiniones políticas. Es hora de que la Orquesta Sinfónica de Toronto acepte que no puede ocultar sus prejuicios y de que deje de arrodillarse ante reaccionarios lobbies políticos.
Queridos fans, estimados amigos:

Tengo que confesar algo y pediros a todos un inmenso favor. Realmente necesito toda vuestra ayuda ahora.

Pero primero, mi confesión.

A lo largo del último año, he tenido una doble vida. Estaba yo, la "famosa" pianista saltando de concierto en concierto por todo el mundo, aprendiendo nuevas piezas, conociendo fans, grabando, cantando sobre mi felicidad en alegres entrevistas.

Pero estaba también mi otro yo: no una pianista, sino un ser humano corriente: hija, madre y esposa. Y este ser humano veía, sin poder hacer nada, como mi país de nacimiento, el país de mi infancia, de mi primer amor, se acercaba rápidamente al abismo. Niños morían bajo las bombas, personas mayores morían de hambre, gente era quemada viva...

Lo peor que puede pasar a un país es una guerra fratricida en la que la gente se ve una a otra, a sus vecinos, como enemigos que han de ser eliminados. Esto es lo que ha ocurrido a mi preciosa Ucrania.

Mi corazón está sangrando. Todos habéis visto en las televisiones de todo el mundo la magnífica revolución del pueblo ucraniano, alzándose con furia contra sus corruptas autoridades, por una vida mejor. ¡Estaba tan orgullosa de mi gente! Pero la clase dirigente no iba a dejarse vencer con facilidad. Con astucia consiguieron canalizar esa ira, redirigirla a otros enemigos, normalmente imaginarios, y consiguieron lo que es peor: poner a unos contra otros. Un año después, los mismos ricos siguen en el poder, hay miseria y pobreza por todas partes, miles han muerto y más de un millón se han convertido en refugiados.

Así que acudí a Twitter (¿cuántos de vosotros sabéis que tengo una cuenta de Twitter?) bajo en alias "NedoUkraïnka"—una palabra que, más o menos, quiere decir "Sub-ucraniana", una referencia al primer ministro ucraniano que llamó "SUBHUMANOS" a los ucranianos de habla rusa del sur y el este. No es broma. En un documento oficial. Soy subhumana, como mi marido, mi madre...Domino la lengua ucraniana a la perfección mucho mejor que un llamado "presidente" de Ucrania. Pero no lo hablo con mi familia, no canté nanas en ucraniano a mi hijo, cuando sueño no lo hago en ucraniano y cuando muera, mis últimas palabras no serán en ucraniano...

Lo siento, me he desviado contando estas cosas...Volvamos a mi historia. Acudí a Twitter para contar la otra parte de la historia, la que nunca se ve en la prensa generalista: los apuros de mi gente, lo bueno y lo malo que ocurría en Ucrania. Traduje historias de páginas web ucranianas, traduje testimonios de testigos de las atrocidades...Llegué a ser muy buena en desenmascarar mentiras publicadas por la prensa occidental para hacer de una de las partes de la guerra civil más blanca y más suave que un conejito de pascua y para hacer de la otra parte subhumana, no merecedora de piedad, "daños colaterales".

Os daré un ejemplo: uno de mis actos fue enfrentarme a la revista francesa de moda "Elle", que había publicado una radiante historia de portada sobre las mujeres del Ejército Ucraniano. Tras estudiar el tema, demostré a la revista con mis mensajes en Twitter que la "chica de portada" que habían elegido mostrar era, en realidad, una persona terrible: ¡abiertamente neonazi, racista y antisemita que se ha jactado de matar por diversión! La revista emitió una disculpa pública escrita.

¡Estaba tan orgullosa! Pero con el tiempo mis actividades han ido atrayendo un odio feroz por parte de algunos. Me convertí en un "objetivo" especialmente importante por ser ucraniana y, por lo tanto, una traidora. Creía que conocía el odio: mis vídeos en YouTube ya me habían proporcionado una buena cantidad de correspondencia odiosa. Pero estaba equivocada. Amenazas de muerte, deseos de que toda mi familia muriera, calificativos como "puta a sueldo del Kremlin"... la lista continúa.

El odio no quedó ahí. Para enseñarme una lección, han intentado silenciarme como pianista.

Tenía previsto toca el Concierto Rachmaninoff #2 con la Orquesta Sinfónica de Toronto esta semana. En diciembre, alguien cercano a la dirección de la orquesta, probablemente tras la presión de un pequeño pero agresivo lobby que dice representar a la comunidad ucraniana, tomó la decisión de no permitirme actuar. Desconozco quién me acusó, se me ha ocultado la información. Me acusaron de "incitar al odio" en Twitter. Curiosamente, como "prueba" se presentaron a la orquesta algunos de mis tweets, que contenían caricaturas de Charlie Hebdo mostrando las mentiras de los medios. Todos conocemos qué hicieron con los periodistas de Charlie Hebdo aquellos que no toleran la libertad de expresión.

Ahora, esta orquesta de uno de los países más libres y democráticos, se arrodilla ante la misma gente, ayudándoles a asesinarme, no como persona, pero sí como pianista.

Sí, la Orquesta Sinfónica de Toronto VA A PAGARME POR NO TOCAR porque ejercí mi derecho a expresarme libremente. Sí, pagarán mis honorarios pero van a anunciar que no podré actuar y ya han buscado un reemplazo. Incluso me han amenazado si decía algo sobre la cancelación. En serio. Y yo que pensaba que estas cosas solo pasaban en Turquía a Fazil Say.

Ahora, mi petición.

Antes de que decidáis ayudarme, si queréis, podéis tomaros un momento para leer mis tweets. Puede que los encontréis ofensivos. La sátira y la hipérbole son las mejores herramientas literarias para combatir las mentiras. Tened esto en cuenta cuando lo leáis.

Aquí está lo que pido que hagáis por mí, en defensa de mi libertad, incluso si no estáis de acuerdo conmigo en temas políticos. Os pido que alcéis la voz y digáis a la Orquesta Sinfónica de Toronto que la música no puede ser silenciada. Pedidles que me permitan tocar. Si queréis escribirles algo, ¡genial! O simplemente compartid esta foto que he hecho (lo siento, lo he hecho en mi teléfono, no es nada espectacular). Pedid a vuestros amigos que se unan.

Si lo han hecho una vez, pueden hacerlo una y otra vez, hasta que músicos y artistas se sometan a sí mismos a la censura voluntaria. Nos espera un futuro sombrío si permitimos que esto ocurra.

Por favor, apoyadme.
Aquí están los enlaces:

https://www.facebook.com/torontosymphonyorchestra Twitter@TorontoSymphony

©Valentina Lisitsa.