En 15 días, Petróleos Mexicanos (Pemex) ha protagonizado dos accidentes lamentables: la explosión de la plataforma Abkatun Alfa en Campeche en la que murieron cuatro personas, 16 resultaron heridas y 3 están desaparecidas, y recientemente un derrame de aceite en los ríos Teapa, la Sierra y Grijalva en Tabasco que ha dejado sin agua potable a medio millón de personas.
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En ninguno de los casos hay responsables aún. Las autoridades dicen que están investigando las causas de la explosión en Campeche; mientras que en Tabasco se escudan diciendo que el derrame en el oleoducto -propiedad de Pemex y quien debería monitorearlo- fue producto de una toma clandestina, eludiendo así su responsabilidad.

Lo único cierto es que los dos accidentes han demostrado una vez más que la industria petrolera es altamente riesgosa y sucia. Los derrames, grandes o pequeños, tienen un impacto enorme en las comunidades, afectan la economía y los ecosistemas.
"La reforma energética sólo potenciará estos impactos y contribuirá a agravar el cambio climático, en la búsqueda ciega por más petróleo que ocasiona contaminación de tierras, ríos, mares y el aire de nuestras ciudades"
Señaló Gustavo Ampugnani, líder de la campaña de Energía y cambio climático de Greenpeace México.

Las políticas públicas deben ir encaminadas a proteger derechos básicos como el acceso al agua limpia y de calidad y no a privilegiar actividades empresariales que benefician los intereses económicos de unos cuantos.