Los astrobiólogos llevan tiempo preguntándose si la vida podría haber existido y prosperado en el universo primitivo, miles de millones de años antes de que se formase nuestro planeta.

Imagen
A principios de este año, un equipo internacional de investigadores, coordinado por el astrónomo Tiago Campante, de la Universidad de Birmingham, anunció el hallazgo de un antiquísimo sistema estelar presidido por una enana naranja, situada a 117 años luz de nosotros.

Campante y sus colaboradores determinaron que el astro, denominado Kepler-444, tenía 11.200 millones de años, esto es, sus edad era dos veces y media mayor que el de nuestro sistema. Eso sí, los cinco planetas rocosos que lo orbitaban, algo menores que la Tierra, se encontraban demasiado cerca de él, por lo que no podían albergar vida tal como la conocemos.

Aunque por el momento solo se han descubierto unos pocos sistemas planetarios tan antiguos como el de Kepler-444, su descubrimiento sugiere que es posible dar con mundos tan vetustos como los suyos, pero situados en la zona habitable de su sistema, a una distancia apropiada para que se de el agua en forma líquida y se desarrollen formas de vida complejas.

"Es muy probable que existan muchos mundos habitables que no hayamos detectado sencillamente porque no ha pasado el tiempo suficiente como para que podamos observarlos", señala Campante.

"Aun así, de momento no es posible determinar si la vida ha podido existir o no en el universo durante miles de millones de años antes de que se formara nuestro planeta. Esto es, si se hubiera desarrollado una civilización en uno de esos mundos arcaicos, por ahora no tendríamos forma de saber si se habría extinguido o habría perdurado todo este tiempo", indica.

El hallazgo de los mundos que orbitan Kepler-444 ha despertado interés entre los expertos en ciencias planetarias, ya que esta no contiene demasiado hierro, un elemento que se creía imprescindible para que se formen los de tipo rocoso.

No obstante, es rica en carbono, nitrógeno, oxígeno y silicio, surgidos en las primeras explosiones estelares del universo. Campante espera que los futuros observatorios espaciales, como el Transiting Exoplanet Survey Satellite, que la NASA planea lanzar en 2017, o el satélite PLATO (Planetary Transits and Oscillations of Stars), de la Agencia Espacial Europea, previsto para 2024, y en cuya construcción trabaja este investigador, permitan detectar muchos otros mundos extrasolares, incluso similares a la Tierra.