El ser humano del primer mundo suele ser de la opinión de que la comodidad de que dispone es algo así como un regalo, un derecho adquirido desde la cuna, cuando lo cierto es que culturas muy desarrolladas antes que la nuestra, han caído por ejemplo cuando las condiciones climáticas impidieron continuar la subsistencia tal como se venía desarrollando.
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Cuando el clima cambia hay consecuencias, principalmente escasez de alimentos, enfermedades, movimientos de población etc., y con ello una cultura puede verse abocada a su declive.

Los Jemeres de Camboya poseían un gran imperio en el sudeste asiático entre los siglos IX y XIV, y también construyeron grandes ciudades-templo como por ejemplo la famosa Gran Angkor, una enorme ciudad de más de 1.000 km2.

Lo que queda hoy no son más que restos de edificaciones de piedra.

Investigadores de la Universidad de Columbia realizaron un estudio con restos de madera de ciprés encontrados en Vietnam y de más de 1.000 años de antigüedad, descubriendo cómo era el clima entre los años 1250 y 2008. En dichos análisis se pudo comprobar que existieron periodos muy secos.

Esta sequedad trajo malas cosechas y posiblemente también graves enfermedades.

A esto hay que añadir lo inestable que era el monzón, que provocaba fuertes lluvias, con lo que se dañaron los canales de riego de los jemeres. Hoy se sabe que las causas de este cambio climático fue un efecto de El Niño en el Pacífico ecuatorial, lo que produjo entre otras cosas corrientes poco comunes.

Todo esto viene a demostrar que el clima y las culturas reaccionan de forma muy sensible a los cambios que se producen.

Otro ejemplo de culturas que desaparecen por los cambios en el clima nos llega de la mano del geólogo Gerald Haug, de la Escuela Politécnica Federal de Zurich, quien descubrió algo interesante en unas cuevas en China, una estalactita que se había formado con mucha rapidez y de la que se pudieron obtener muchos datos, los que comparados con registros históricos dieron como resultado lo siguiente: dos de cada tres dinastías llegaron a su final cuando hubo periodos de sequía extrema, lo que derivó en sublevaciones y conflictos.

Esto significa que cuando peligra el abastecimiento de la población, se producen enfrentamientos sociales.

La culpa de que una civilización llegue a su final, evidentemente no viene dada porque el monzón no se presente en la fecha prevista, pero sí se puede afirmar que dicho acontecimiento genera un efecto catalizador que puede llegar a desestabilizar sociedades enteras, hacerlas tambalearse y caer.

La falta de alimentos vuelve a desembocar una vez más en conflictos internos, sublevaciones y un sinfín de consecuencias sensibles.

Pero si hablamos de un declive debido a influencias medioambientales, el ejemplo más significativo lo encontramos en la Isla de Pascua, colonizada por los polinesios alrededor del año 800 d.C., siendo por entonces un paraíso boscoso donde crecían las palmeras más altas.

Pero alrededor del año 1.100 se comenzaron a construir estatuas de gran tamaño, los famosos moais de piedra, que había que transportar y erigir con la ayuda de troncos de árboles.

A partir de este momento el esplendor cultural empezó su cuenta atrás, duró hasta mediados del siglo XVII, cuando se taló el último árbol de la isla. Con ello ya no se podían erigir más estatuas, pero tampoco construir canoas ni salir a pescar, lo que en cierto modo fue el comienzo del declive de esta cultura.

Gerald Diamond define lo ocurrido en la Isla de Pascua como el ejemplo típico de una extrema falta de visión de futuro.


Comentario: Típica característica del psicópata y los seguidores autoritarios.


Con estos datos, entre los muchos que se podrían haber seleccionado, llegamos a la conclusión de que existen semejanzas entre las sociedades que colapsaron y la nuestra.

El nexo común sería un uso de la naturaleza y del medioambiente egoísta y sin ningún tipo de consideración. En la actualidad hablaríamos de una sociedad moderna construida en base a la explotación sin escrúpulos del propio planeta Tierra, sumado a un clima cambiante.

El tiempo que éste pueda aguantar un comportamiento humano semejante, es algo que no se puede afirmar, pero que tendrá consecuencias ya nadie lo discute.