El anciano arrastra los pies por su sobria habitación, dirigiéndose con dificultad hacia el armario. Allí, agarra una carpeta de plástico cubierta con un andrajoso paño de lino. Contiene un papel amarillento, con los bordes desgastados y escrito a máquina, en el que se lee: "Hguyen Triem trabajó como conductor para la agencia de seguridad estadounidense NSA. Fue muy concienzudo y lo recomendamos plenamente."
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© DpaLa pequeña Hai Yen, de dos años, en un centro ortopédico de Hanoi
Hace 40 años, el 30 de abril de 1975, cayó la ciudad de Saigón, último bastión de las tropas de Vietnam del Sur apoyadas por Estados Unidos que luchaban contra los comunistas del norte. Los estadunidenses huyeron en helicóptero de la que ahora se conoce como Ciudad Ho-Chi-Minh. Aunque la operación militar de EU había terminado hacía ya dos años, miles de "asesores" siguieron ayudando al régimen sudvietnamita hasta el final. Cuatro décadas después, la "guerra americana", como se conoce en Vietnam, es historia. Pero sus consecuencias no.

Hguyen trabajaba al servicio de los estadounidenses en Danang, en el centro de Vietnam. "Ocho años", dice señalando su amarilleado documento. ¿Y qué hacía exactamente, y dónde? A sus 83 años, el hombre se siente abrumado por tantas preguntas. Pero Danang es el aeropuerto en el que se almacenaron miles de barriles con herbicidas y defoliantes, entre los que también se encontraba el famoso Agente Naranja que, como después reconoció Estados Unidos tras las quejas de sus propios veteranos de guerra, causaba graves daños de salud y malformaciones de nacimiento en las posteriores generaciones.

Hguyen, quien padece Parkinson y problemas auditivos, tiene siete hijos. El mayor está muerto y los tres siguientes, nacidos en los 60, sufren distintas discapacidades graves, por lo que viven en casa con él y su mujer. Sus otras tres hijas están sanas, afirma.

Dava, la organización de víctimas del Agente Naranja en Danang, ayuda a los Hguyen dándoles a veces comida y otras, dinero. Según sus datos, tres millones de vietnamitas sufren las consecuencias de este herbicida contaminado con TCDD, un compuesto de dioxina extremadamente tóxico, y al menos 150 mil bebés nacieron con malformaciones desde el final de la guerra.

Aunque fueron los soldados quienes estuvieron expuestos al químico, los que más lo sufren son sus hijos y nietos. Aún hoy siguen naciendo niños con malformaciones que en Estados Unidos se reconocen como derivadas de la dioxina.

La llamada Operation Ranch Hand comenzó en 1962 y se prolongó durante nueve años. En total, se rociaron 75 millones de litros de defoliantes y herbicidas con el fin de destrozar las cosechas y lograr detectar mejor a los combatientes ocultos en la selva.

"El Agente Naranja tenía una concentración 50 veces mayor que la recomendada para acabar con las malas hierbas", escribe el instituto estadounidense Aspen. "Muchos de los campos rociados con él siguen estando contaminados hoy en día y no son productivos". Más tarde, veteranos de guerra estadounidenses calificarían la operación como "el mayor ataque de guerra química en la historia mundial".

Una de las últimas víctimas del Agente Naranja es el pequeño Nghia Quach Dai, de seis años. Nació con sólo dos dedos y una pierna que acaba por debajo de la rodilla. "El padre de mi mujer fue soldado", explica el papá de Nghia, que lleva a su hijo a un centro ortopédico en Hanoi donde se prueba prótesis y recibe sesiones de fisioterapia. Linh Chi tiene 11 años y también espera recibir una nueva prótesis para la pierna. Su madre sufrió un tumor en los riñones y su abuelo materno, que igualmente era soldado, falleció de cáncer a los 66 años.

La organización humanitaria Cruz Verde, fundada en 1993 por iniciativa del ex presidente ruso Mijail Gorbachov, financia el centro ortopédico. "Ayudamos en todo el mundo a familias afectadas a largo plazo por las consecuencias de guerras, conflictos o actividades industriales", señala Maria Vitagliano, responsable del programa de medicina social.

En Estados Unidos, 2.6 millones de veteranos de guerra están reconocidos como víctimas del Agente Naranja y han sido indemnizados. Este químico se considera causa directa de más de 20 enfermedades, entre ellas leucemia, cáncer de próstata, enfermedades nerviosas, diabetes o la enfermedad de Parkinson. Sin embargo, Washington rechaza cualquier responsabilidad en Vietnam y, aunque financia algunos programas para minusválidos, sostiene que lo hace "independientemente del origen" de sus malformaciones.

La organización semiestatal vietnamita para las víctimas del Agente Naranja Vava se muestra indignada ante la situación. "El Ejército estadounidense pasó aquí relativamente poco tiempo, pero nosotros tenemos que sufrir sus consecuencias durante generaciones", dice su secretario general, Nguyen The Luc. "Cientos de miles han muerto y en muchas familias se ha perdido a casi una generación entera". En algunos casos, las malformaciones de nacimiento no aparecen hasta la tercera generación.

Así sucedió en el caso de Hai Yen, un bebé de dos años y medio. La pequeña tiene una pierna demasiado corta que muestra de mala gana a la terapeuta. No quiere llorar, pero se le escapa una lágrima. "Mi padre estuvo en la guerra", cuenta la madre de la pequeña. "Tiene 73 años y Parkinson".

En los 90, más de 15 años después de que terminara la guerra, la consultora medioambiental canadiense Hatfield comenzó a realizar pruebas sobre el terreno. "Los bosques y campos rociados con defoliantes ya no presentaban concentraciones elevadas de dioxina", señala el biólogo de Hatfield Thomas Boivin. "Pero en torno a las antiguas bases aéreas estadounidenses, la situación es distinta".

El terreno donde se almacenaron antaño los químicos continúa hoy contaminado. Hatfield identificó varios "puntos calientes", entre ellos Bien Hoa, cerca de Ciudad Ho-Chi-Minh, y el aeropuerto de Danang. En 2009 se hallaron concentraciones elevadas de dioxina en los vecinos que pescaban en un estanque cerca del aeropuerto, así como en los peces. En 2012, Estados Unidos comenzó a limpiar los suelos contaminados.

Beau Saunders dirige el proyecto de descontaminación en el aeropuerto de Danang, financiado por la organización estadunidense Usaid. Los estadunidenses han construido un gigantesco "horno" de hormigón en un terreno tan grande como un campo de futbol. "Hemos retirado la tierra contaminada, hasta ahora 45.000 metros cúbicos. Ésta tiene que cocer al menos durante 21 días a 325 grados", explica Saunders. "Una vez completado el proceso, la tierra queda libre de dioxina, pero estéril y no apta para el cultivo".

La primera limpieza estará lista a lo largo de esta primavera (boreal), afirma Joakim Parker, jefe de la oficina de USAID en Hanoi. Para ello, tendrán que "cocer" otros 50 mil kilómetros cúbicos de tierra, aproximadamente. El gobierno estadounidense ha destinado 84 millones de dólares al programa. No obstante, el mayor "punto caliente" de tierra contaminada es, según Parker, Bien Hoa. Y por el momento, el plan de saneamiento y financiación aún está en vías de desarrollo.

"Puntos calientes", cocer tierra, medir el contenido en dioxina... todo eso suena lejano para Nguyen Huu. Aunque este hombre de 61 años no fue soldado durante la guerra, tras la retirada de los estadounidenses vivió 18 años en Dalat, una región muy afectada por los herbicidas y defoliantes. Su mujer murió de cáncer en 2005, víctima de la dioxina, según la organización Dava. Y él, que perdió un brazo en un accidente, cuida sólo de sus dos hijas minusválidas. Tiene un nieto que nació con hidrocefalia.