La culpa, según Robert Swartz, la tiene principalmente la escuela, que no logra que los alumnos aprendan de forma activa
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Muchos lo sospechaban, pero no había datos fehacientes. Al menos hasta ahora. Sin embargo, Robert Swartz -doctor en el «National Center For Teaching Thinking» estadounidense- acaba de desvelar que entre un «90 y un 95 por ciento» de la población mundial no sabe pensar adecuadamente. Según explica, la razón debe buscarse en las escuelas, donde se enseña a memorizar, pero no a razonar y a resolver un problema haciendo uso de la creatividad.

«Poca gente en el planeta ha aprendido a pensar de forma más amplia y creativa. [...] El progreso de la humanidad depende de este pensamiento», ha determinado el experto. Swartz ha lanzado este dato apenas un mes antes de viajar a Bilbao, donde se reunirá el ICOT - el mayor congreso nacional sobre inteligencia- los días 29 de junio y 3 de julio. En él, este científico pretende demostrar que es posible reflexionar sobre el uso del pensamiento en las áreas de educación y deporte - entre otras-.

Concretamente, este experto en pedagogía educativa cree que actualmente existen múltiples formas para implementar el pensamiento y que ayudan a la población a «mejorar su forma de pensar». Swartz ha desvelado a su vez que la sociedad no sabe usar su mente por culpa, principalmente, de la escuela del siglo XXI, en la cual -aunque es completamente diferente a la de siglos anteriores- no se cambia la forma de educar a los más jóvenes.

Como solución para hacer que este dantesco porcentaje se reduzca, Swartz propone fomentar la comunicación desde la infancia, pues más de un 99% de los problemas del ser humano tienen un origen lingüístico. Por otro lado, considera que los colegios deben crear «sujetos activos» a la hora de aprender, y no pasivos. Es decir, capaces de pensar de manera crítica y no limitándose a recibir información. La clave, según él, radicaría en enseñar a las nuevas generaciones a «pensar de forma crítica».

En esta misma línea, Swartz cree que hay que fomentar la empatía en los más pequeños para que aprendan a valorar la opinión del otro, el trabajo en equipo y que sepan amoldarse a la mayoría.