El envejecimiento y los malos hábitos debilitan el organismo humano y permiten al cáncer triunfar sobre el tejido sano: esta es la razón principal de la formación de tumores malignos y no la mutación genética, revela una nueva teoría confirmada experimentalmente por científicos de EE.UU. Para explicar su hipótesis, han recurrido a una comparación inusual del cuerpo humano con el medioambiente, y nuestras células con los dinosaurios.

El hecho de que hace 65 millones de años los dinosaurios se extinguieron no significa que se volvieron más débiles o menos aptos para la vida, o que los mamíferos de alguna manera les ganaron. Debido al supuesto impacto de un meteorito se alteró su hábitat, lo cual fue un impulso natural para un cambio del "líder". Procesos similares ocurren en el cuerpo humano: como resultado del envejecimiento y los hábitos nocivos el estado de los tejidos sanos se deteriora y en algún momento el cuerpo se rinde ante las células cancerígenas que resultan ser más fuertes, opinan los científicos Andrii I. Rozhok y James DeGregori de la Facultad de Medicina de la Universidad de Colorado en Denver, en su estudio publicado en la revista 'PNAS'.
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Actualmente la comunidad científica, respecto a la teoría de la formación del cáncer, acepta por mayoría la carcinogénesis. Según esta hipótesis, los tumores cancerosos se forman debido a las mutaciones que se acumulan en el genoma de la célula. Sin embargo, después de muchos experimentos en ratones y la construcción de modelos matemáticos Rozhok y DeGregori concluyeron que las mutaciones capaces de provocar cáncer casi siempre están presentes en un organismo, pero los sistemas de defensa las mantienen bajo control, hasta que se altera todo el "ecosistema".

En una entrevista con el portal ruso Gazeta.ru James DeGregori afirmó que su nueva teoría sugiere a los médicos centrarse no en la prevención de la mutación del genoma de las células, sino en cuán de 'cómodo' resulta ser el entorno en cual se desarrollan las células cancerosas. Se debe tener en cuenta cómo una u otra terapia afecta al estado de los tejidos sanos: si se dañan durante el tratamiento, estos daños van a contribuir al desarrollo de las células cancerosas restantes y la enfermedad volverá. Pero una terapia que volverá el tejido sano más 'resistente' va a retrasar el desarrollo de tumores. "Este problema puede ser visto como uno del medioambiente: si se quiere conservar la población de lémures en Madagascar, no se debe talar el bosque en el que viven", ha comparado el científico.

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El cáncer en cierta medida sigue siendo invencible, ya que el envejecimiento no puede ser evitado, indica el investigador. No obstante, "es posible reducir su velocidad, y en esto ayuda un estilo de vida saludable. Todos sabemos que una dieta adecuada, el deporte y el abandono del tabaco impiden el desarrollo de ciertas enfermedades. Ahora hemos demostrado que esto es cierto en el caso del cáncer también", ha aseverado el científico. "Por otra parte, hasta cierto punto, nuestra vida depende de la suerte, por ello personas que cuidan de su salud pueden llegar a padecer cáncer. Sin embargo, esto no significa que debamos rendirnos", ha concluido DeGregori.