Publicado en Noticias de abajo.

Siempre me ha gustado este país de tierra roja, de caudalosos ríos y de calles empedradas en bruto. Me han gustado sus buganvillas, sus largas noches silenciosas, sus espacios abiertos sin fin. Pero casi todo ha salido mal para el pueblo paraguayo, o al menos para su mayoría indígena. Antes de que Evo Morales fuera Presidente, Bolivia era el país más pobre de América del Sur. Paraguay siempre estuvo un poco por encima de él: la segunda nación más pobre. Ahora, lo más probable, es que sea la más desfavorecida.

bandera paraguay
© Desconocido
Está muy oscuro ahí fuera, como la boca del lobo, y el camino está encharcado. Como en todos los países de extrema derecha del mundo, desde Indonesia a Kenia, los sistemas de drenaje están lejos de ser una prioridad para los gobernantes.

Estoy en el interior de un impresionante museo de arte, el Museo del Barro, un lugar de reunión de los intelectuales locales, la mayoría de ellos de izquierdas. Al otro lado de la mesa, enfrente de mí, se encuentra la señora Lia Colombino, conservadora y directora del Museo. Un piso más abajo, se ofrece una gran exposición de la terrible masacre indígena que tuvo lugar en Curuguaty en 2012. Hay obras de arte por todas partes, desde fotografías a pinturas.

La Sra. Lia se muestra claramente deprimida por la situación de su país: "¿Esto no se parece en nada al resto de países de América del Sur? Se parece más a Centroamérica...".

Sé exactamente lo que ella quiere decir.

Yo todavía lo siento como América del Sur, pero de mucho antes de las revoluciones que cambiaron el panorama hasta la médula. Por eso entiendo lo que quiere decir. Paraguay se siente como un país de América Central, como Honduras o Guatemala, donde los indígenas son tratados con resentimiento, como no-personas, donde el dueño de cualquier plantación no dudaría en volarle los sesos al peón, y sólo porque está de mal humor o le gusta jugar con el arma. El 2% de las personas de Paraguay poseen el 75% de toda la tierra. Eso indica mucho.

"Paraguay también podría ser un país de África", me dice un médico paraguayo durante el viaje en avión desde Buenos Aires a Asunción: "Mi país me recuerda a un país saqueado, un país subsahariano, todavía controlado por los intereses de Occidente. Sé de lo que estoy hablando, he pasado muchos años en África. Allí no vi tanta falta de respecto por la vida humano como la que estoy viendo aquí".

Al lado de mi hotel hay una gran sala de exposiciones de Porsche, y a sólo unos minutos de distancia un lujoso centro comercial, "Shopping del Sol", que se jacta de sus elegantes diseños y del lujo de sus marcas. Pero en sus librerías no se puede encontrar ni un solo libro de Eduardo Galeano o de Elena Ponitowska.

Al otro de la calle donde se encuentra mi hotel hay un asador de lujo, pero no encuentro la forma de cruzar la calle: no hay pasos para los peatones. Tratar de cruzar es algo humillante, los coches aceleran. Si no vas en coche te tratan como a un subhumano.

Se ven rascacielos por todas partes, pero en medio de ellos, a igual que en Indonesia, se ven casas derruidas y chamizos, callejones sucios y calles sin aceras.

Por todo el país, los descendientes de los nazis europeos siguen viviendo cómodamente, disfrutando de total impunidad e incluso son respetados. La inteligencia británica y estadounidense facilitó la huida de miles de nazis hacia América del Sur, a menudo con el botín de los dientes de oro que arrancaron en los campos de concentración, y de que ayudaran a desbaratar los partidos políticos de izquierdas con anterioridad a las elecciones de la posguerra. Se cree que el famoso Hotel del Lago en San Bernardino (a 40 kilómetros de Asunción) sirvió de refugio a varios destacados nazis, incluyendo a Joseph Mengele, el Ángel de la Muerte, un oficial de la SS alemana y médico en el campo de concentración nazi de Auschwitz-Birkenau.

Pero San Bernardino, junto al Lago Ypacarai, también destaca por las desvergonzadas apropiaciones de tierras. Casi no hay accesos públicos al lago, la orilla está siendo gradualmente privatizada por las élites del país y por los clubes náuticos.

La situación social en Paraguay es tan mala que decenas de miles de paraguayos cruzan de forma regular la frontera hacia la más rica Argentina, donde se les proporciona atención médica gratuita y educación gratuita para sus hijos.

A cientos de kilómetros de distancia de la capital, en las zonas rurales, los indígenas siguen viviendo en terribles condiciones.

Situado en el centro de América del Sur, Paraguay es un firme aliado de Occidente, rodeado de países en rápido cambio, quizás en la región más socialista del mundo.

"Paraguay sufrió una de las dictaduras más violentas y crueles, lugar donde se inicio la Operación Cóndor, por la que muchas personas de todo el continente fueron torturadas y asesinadas. Paraguay es un país situado estratégicamente, que se encuentra sobre el mayor acuífero de agua dulce del mundo, con tierras muy fértiles. La población vive en su mayoría como aparceros en el campo, en condiciones similares a las de Estados Unidos después de la Guerra Civil, o peor", comenta Joseph J. García, Profesor Asistente Visitante de la Universidad de Nuevo México.

La dictadura más cruel... tal vez, aunque en América del Sur había muchos candidatos para ese triste título.

En la planta baja del Palacio de Justicia, la Sra. Rosa M. Palau, coordinadora del Centro de Documentación y Archivo para la Defensa de los Derechos Humanos, está llevando a cabo una revisión de impactantes documentos históricos.
"En este caso se trata de archivos de la policía... todos los que ve aquí pasaron por la inteligencia militar. Puede leer sobre todo el trabajo sucio realizado por la policía... la Operación Cóndor... Hay correspondencia entre Estados Unidos y los gobiernos regionales. En estos documentos se puede leer sobre la "educación" que Estados Unidos impartía a la policía local, así como de los centros de tortura en Asunción".
Estoy en medio de lo que se denomina los Archivos del Terror, una enorme cantidad de documentos que forman parte del Programa de la Memoria del Mundo de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). De acuerdo con la UNESCO:
"Los Archivos del Terror son documentos oficiales de la represión policial durante los treinta cinco años de la dictadura de Alfredo Stroessner. También contienen las pruebas de apoyo a las actividades de la Operación Cóndor, como parte de la campaña de represión política que implicó operaciones de asesinato y de inteligencia, llevadas a cabo por los dictadores del Cono Sur de América del Sur".
Los archivos describen el destino de miles de latinoamericanos que fueron secuestrados en secreto, torturados y asesinados por las fuerzas de seguridad, por militares y la policía de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, en nombre de la política exterior de Estados Unidos. Ésta es la bárbara consecuencia y el terror coordinado fruto de la Operación Cóndor.

Según los archivos, 50.000 personas fueron asesinadas, 30.000 desaparecidos y 400.000 fueron encarceladas. Muchos de los presos fueron torturados y violados.

Sentado aquí, rodeado de archivos y documentos, recordé aquellos días, hace dos décadas, cuando los archivos se hicieron públicos por primera vez, en Lambare, un suburbio de Asunción. Todos los que vinimos a investigar, de diferentes partes de América Latina y del mundo, nos vimos abrumados, tanto emocional como profesionalmente. Lo que siempre habíamos sospechado estaba de repente delante de nosotros, negro sobre blanco, prueba tras prueba, lo que demuestra que Estados Unidos, junto con las élites locales que estaban respaldadas por los servicios de seguridad, participó en un plan para liquidar sistemáticamente a todas las personas culpables por deseaban una patria justa, igualitaria y socialista.

Tomamos notas, hicimos fotografías, revisamos página tras página... todas eran pruebas terribles. Algunas personas se sentaron en el suelo, apretando la cabeza con sus manos. Otros lloraban.

Un día, un abogado y amigo mío, se me acercó en una cafetería del barrio. Se sentó a mi lado y, poco a poco, me dijo:
"¿Crees que todo ha cambiado en Paraguay? Ellos, los responsables de tantos horrores, están viendo pasar estos documentos, y se ríen de nosotros, porque saben que nada cambiará en el país. También se ríen de mí. Fui salvajemente torturado: me sacaron las uñas y me rompieron las pelotas. Y ahora, cuando voy a ver un partido de fútbol en el estadio, veo a mis torturadores, y no hay nada que pueda hacer. Nos saludamos educadamente. Hacemos como que todo está bien, que en realidad nada pasó... Y luego, por la noche, grito".
Como si hubiera estado leyendo mis pensamientos, la Sra. Rosa M. Palau de repente rompe el silencio. Casi no puede contener las emociones:
"Fue un terrible capítulo de nuestra historia. Más tarde pasaron muchas cosas durante el período de transición. Pero es obvio que no aprendimos mucho sobre la democracia. ¡No hemos aprendido casi nada!".
***

Dos golpes de Estado sucesivos, en Honduras y Paraguay, se citan a menudo como prueba de que Estados Unidos nunca cerró los ojos y sacrificó a su víctima: América Latina.

El 3 de julio de 2012, Bill Van Auken publicó sus análisis sobre el golpe de Estado en Paraguay, en el sitio web de World Socialist:
"Hay muchas razones para creer que el apresurado juicio político de Lugo, forzado por las dos cámaras del parlamento uruguayo, celebrado apenas 30 horas después de ser acusado por los dos partidos tradicionales del país y de la oligarquía, se llevó a cabo con la complicidad del Imperialismo de Estados Unidos.

Un exsacerdote católico y partidario de la Teología de la Liberación, Lugo fue elegido en 2008, con la promesa de combatir la corrupción y promover un "capitalismo socialmente responsable".

Comprometido con la defensa de la propiedad privada y con todos los resortes del poder en manos de los liberales y los colorados de Stroessner, quien gobernó el país durante seis décadas antes de las elecciones de 2008, Lugo fue capaz de llevar poco a poco una serie de reformas, adaptándose a la reacción de los paraguayos.

Sin embargo, la Oligarquía gobernante, así como los intereses agrícolas de las multinacionales, consideraron intolerable su presidencia, por temor a que se creasen falsas expectativas entre las masas de trabajadores paraguayos y entre los oprimidos. En particular, entre los campesinos sin tierra, que de no llevarse a cabo una verdadera reforma agraria por parte del Gobierno, tomarían el asunto en sus propias manos...

El pretexto para el juicio político fue la masacre perpetrada por las fuerzas de orden paraguayas cuando intentaban desalojar a unos 100 campesinos que ocupaban las tierras de un acaudalado político de la era Stroessner. Once campesinos y seis policías murieron, mientras que decenas de ellos resultaron heridos o fueron detenidos. Los partidos de derecha del Congreso paraguayo culparon a Lugo, no por la matanza a tiros de los campesinos, sino por no realizar una represión más exhaustiva".
La Sra. Clyde Soto, investigadora social en el Centro de Documentación y Estudios (CDE) de Asunción, me habló de los acontecimientos de 2012, que se iniciaron con la masacre de Curuguaty:
"La masacre del 15 de junio de 2012 estuvo bien planeada. Se llevó a cabo para expulsar a los agricultores que decidieron ocupar las tierras, exigiendo una reforma agraria. Los agricultores sabían que se trataba de las tierras ilegalmente incautadas por Blas N. Riquelme y su compañía Campos Morombí, envuelto en un enredado y largo proceso judicial. La estrategia sistemática de incautación de tierras aún aflige a los campesinos e indígenas. Este plan fue idéntico a lo que había estado ocurriendo en toda la historia del Estado postcolonial de Paraguay (donde la definición de postcolonial es cuestionable). El segundo objetivo de la masacre era la de crear un espacio para un golpe suave que quitase el poder a Fernando Lugo, a través de un juicio político plagado de irregularidades. Lo que pasó en Curuguaty servía a los intereses de los poderosos y de los negocios, tanto legales como ilegales".
Luego añadió:
"El sábado 27 de junio por la mañana, un grupo de campesinos de Curuguaty, una vez más ocuparon las tierras de Marina Cué, donde ocurrió la masacre de 2012. Exigen tanto una aclaración de lo ocurrido hace 3 años, como los títulos de propiedad de la tierra".
Parece que en Paraguay la gente ha entrado de nuevo en ebullición: está dispuesta a luchar, a arriesgar sus vidas. No les inspiran ninguna confianza las élites políticas y económicas. Así que la tierra está siendo ocupada por los agricultores, en diferentes sitios.

Una noche me encontré en el ascensor con el Sr. Fernando Rojas. Me dijo que él y sus compañeros de Decidamos (campaña ciudadana "Nosotros decidimos") iban a ir hacia el norte, a la zona donde los agricultores habían tomado la decisión de ocupar la tierra que les pertenece: "Tenemos que controlar lo que ocurre en las provincias para asegurarnos de que no ocurra algo parecido a la de Curuguaty".

Esa misma noche, en el Museo del Barro de Asunción, se proyectaba una película sobre la masacre de Curugauty, Fuera de campo, dirigida por Hugo Giménez, que estuvo presente durante la proyección.



Fuera de campo es un honesto documental minimalista, donde la gente habla lentamente pero con decisión. Los agricultores protestan y sueñan por una patria mejor... una madre que recuerda a su hijo, y su amor por esta tierra: "Tenemos que resistir... Si nos matan, entonces que hagan lo quieran". Policías heridos que son evacuados por las ambulancias... mientras que ejecutan a quemarropa a los agricultores heridos.


Comentario: Recomendamos ver el documental Desmontando Curuguaty, para conocer un poco más acerca del caso Curuguaty:



***
"Hace dos semanas, el ejército desfilaba durante el aniversario de la Academia Militar de Paraguay. Desfilaban hombro con hombro con el ejército de Estados Unidos que está interviniendo en este país" recuerda la Sra. Rosa M. Palau.

soldados estados unidos Paraguay
© Agencia de Información ParaguayaDesfile de soldados de Estados Unidos en Asunción
No hay duda de que Estados Unidos está tratando de consolidar su presencia militar y económica en la región, ante la oposición de naciones vecinas progresistas, como Bolivia, Brasil y Argentina.

La presencia militar de Estados Unidos en Paraguay se traduce en la implantación de bases militares y de la fuerza aérea, en bases de vigilancia para espiar a los país de la región.

Como se muestra con claridad en los Archivos del Terror, Estados Unidos viene teniendo históricamente estrechas relaciones con las élites paraguayas y sus fuerzas armadas, vínculos que se han utilizado para torturar, asesinar y encarcelar a decenas de miles de patriotas sudamericanos.

Estados Unidos lleva a cabo con regularidad operaciones secretas, sobre todo en las zonas cercanas a la frontera boliviana, y también en el espacio situado entre Paraguay, Brasil y Argentina.

Existe una enorme base militar de la fuerza aérea de Estados Unidos en Mariscal Estigarribia, que se encuentra a sólo 200 kilómetros de la frontera con Bolivia y puede ser utilizada por los militares estadounidenses en caso de golpe de Estado contra el Gobierno socialista de Evo Morales en Bolivia. Esta base es capaz de albergar a más de 16.000 soldados. Cerca de Mariscal Estigarribia se encuentran las reservas de gas natural de Bolivia, las segundas más grandes de América Latina. La zona tiene una gran importancia, como el Acuífero Guaraní, una de las mayores reservas mundiales de agua.
"Recientemente un grupo de personas y de organizaciones de América Latina llamaban la atención sobre la tumultuosa situación política en Paraguay, donde el presidente democráticamente elegido, Fernando Lugo, fue destituido por el Congreso del país en circunstancias un tanto dudosas. En una carta de protesta los firmantes esbozaron una teoría un tanto incendiaria. Afirmaban, por ejemplo, que el Comando Sur de Estados Unidos quería destituir a Lugo como Presidente porque se había opuesto a la militarización estadounidense del país.

Ya sabemos quién derrocó a Lugo y por qué, agregando: "El Chaco...no se puede permitir que pertenezca a Paraguay... ni a su gente. La región ha sido ocupada por las multinacionales que han desarrollado megaproyectos y han traído el terror, todo ello financiado con recursos públicos. El golpe de Estado de Paraguay, al igual que otros en toda América Latina, se llevó a cabo por y para las multinacionales y sus socios de las élites locales".
Fernando Lugo no era socialista. Nunca estuvo es la misma línea de Chávez, Morales o Correa. Era un sacerdote de la teología de la liberación, un exobispo. Después de que fuera depuesto, no abandonó el país, llegando a ser senador. Pero incluso siendo de centro-izquierda, su Gobierno se hizo intolerable para los intereses de Estados Unidos y las élites de Paraguay.

La Sra. Lilina Soto, excandidata a la Presidencia, y ante todo política socialista y feminista, me describió la inquietante situación política de su país:
"Actualmente los líderes políticos de Paraguay están defendiendo los intereses de las grandes empresas y sus propietarios; en consecuencia, se gobierna nuestro país de manera que sirve a esos intereses y no a los del pueblo paraguayo. Se presiona hacia un consumismo extremo, se promocionan las ofertas de las grandes corporaciones multinacionales, poniendo en riesgo nuestra soberanía nacional, permitiendo la intervención militar extranjera, desatando la llamada guerra contra las drogas, una excusa para la presencia de fuerzas militares estadounidenses en Paraguay. Esto invierte radicalmente la relación entre Estados Unidos y América Latina, dispuestas para una intervención militar directa, similar a lo que ocurría en Paraguay durante la Guerra Fría de los años 70, cuando Paraguay era un pilar de la agresión de Estados Unidos en la región".
***
En la década de 1990, cuando era un joven periodista, ya fui testigo de varias operaciones conjuntas de las fuerzas armadas de Paraguay de las agentes de la Agencia Antidroga de Estados Unidos (DEA). Por dos veces volé en helicópteros militares por la frontera con Brasil, donde se quemaron varias plantaciones de marihuana, sólo para que lo viéramos nosotros, los corresponsales extranjeros.

Todo era una farsa, todo estaba bien orquestado. La guerra contra las drogas era la justificación para la presencia militar estadounidense en Paraguay.

Ahora se añade a la lista la Guerra contra el Terror. En la región que hace frontera entre Paraguay, Argentina y Brasil, en torno a Ciudad del Este, varios miles de ciudadanos de origen sirio y libanés han sido acusados de recaudar fondos para Hezbollah en el Líbano, una organización amada en el Líbano, pero odiada en Occidente, y por lo tanto aparece en la lista de terroristas de Estados Unidos. Estados Unidos se siente obligado a controlar la situación.

En realidad, lo que está en juego es la independencia de América Latina y sus revoluciones. Estados Unidos está tratando de desestabilizar a países como Venezuela, Bolivia, Ecuador , Brasil y Argentina, a través de la cooperación con las élites locales, pero también a través de sus bases militares en Colombia, Guyana y Paraguay.

En este proceso, miles de personas pobres, principalmente indígenas, están siendo sacrificadas. La Sr. Rosa M. Palau se lamentaba:
"Aquí, de nuevo, los pobres, que son en su mayoría indígenas, están totalmente expuestos, sin protección. Todos sabemos que Estados Unidos está de por medio. En este continente que está cambiando rápidamente, Paraguay se está convirtiendo en un país asilado".
André Vltchek es novelista, cineasta y periodista investigador. Ha cubierto varias guerras y conflictos en varios países. Su Point of No Return se ha reeditado recientemente. Oceanía es un libro sobre el Imperialismo Occidental en el Pacífico Sur. También ha escrito un polémico libro sobre la era post-Suharto y el fundamentalismo de mercado: Indonesia: The Archipelago of Fear. También ha rodado documentales sobre Rwanda y el Congo. Ha vivido varios años en América Latina y en Oceanía; Vltchek reside actualmente en Asia Oriental y en África. Puede visitar su sitio web
Procedencia del artículo: Fascist Paraguay's Disrespect for Human Life