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Cifra nada baladí ingresada por la Dirección General de Tráfico al término del ejercicio 2014. Los radares, fijos, móviles y aéreos, les son sumamente rentables. La inversión se amortiza en cuatro días. Pero nadie revela a qué se destina esa colosal recaudación.

Desde el Gobierno de España se ha dado a la luz el fastuoso negocio de las multas de tráfico por infracciones detectadas y captadas por las modernas tecnologías digitales: cinemómetros, cámaras de imagen y demás finezas. Los radares fijos, móviles o de los helicópteros Pegasus, son un manantial de dinero. Los 130 millones de euros recaudados, suponen una cuota de 2,8 euros por cada español de los 46 millones censados ¡Demencial!

¿A qué se destina esa ingente recaudación? Nadie lo explica ni da razón alguna.

A todas esas, la red viaria española sigue estando plagada de puntos negros sin remediar. Eso, por no hablar de las mortíferas guillotinas que son los guardaraíles. No vale el argumento de la crisis, eso es cuenta aparte sin valor de excusa. Una vida no tiene precio, señores del Gobierno. Así lo proclaman cuando les es conveniente, pero no ponen otro remedio que las sanciones económicas.

Los infractores que pagan religiosamente las multas - Hacienda se encarga del embargo/cobro- no aprecian ninguna mejora en las carreteras por donde transitan ni en las que han infringido el Código de Circulación. Un Código aplicado sin criterio y con multiplicidad de errores en la limitación de velocidad y su señalización. No es de recibo obligar al conductor a buscar las señales como si estuviera en una gymkana para descubrir la variabilidad de los límites en una misma carretera en escasos kilómetros de distancia entre cada limitación. Esa mala praxis de la DGT obliga a desviar la atención de la conducción y del entorno del tráfico... luego nos vienen con el cuento de ¡las gafas más caras del mundo!

La recaudación desvelada para el ejercicio 2014, es un 4% superior a 2013 y un 7% respecto a 2012. Algo se hace mal cuando se ingresa más. O quizás la mayor facturación corresponda al incremento al alza de las sanciones.

¿La letra con sangre entra, o es mero afán recaudatorio? La mayoría de conductores apuestan por lo segundo. Dan fe de la estratégica situación de los radares en lugares inútiles para prevenir accidentes. De ello, se desprende que la DGT actúa como los pescadores en su certero calado de las redes para obtener copiosa captura. La DGT obra con más astucia recaudatoria que interés formativo para prevenir/evitar accidentes. Aquí te pillo, aquí te fotografío ¡Y a pasar por caja!

Valga añadir que la recaudación por esos mismos conceptos registrada en el primer trimestre de 2015 ya alcanza la sustanciosa cifra de 29 millones de euros. A falta de contabilizar la campaña de Pascua y verano, es fácil predecir otra cifra récord de encaje monetario. Mientras eso ocurre, las víctimas por accidente automovilístico ascienden. Las de motociclistas, descienden. Aun así, los motociclistas somos los más perseguidos en la carretera, casi como malhechores sociales. Incomprensible.

La fría estadística segmentada por autonomías, desvela que la andaluza es la de mayor recaudación con 27 millones de euros. Le siguen Castilla y León con 19 millones y Castilla-La Mancha con 15. La valenciana y la madrileña se igualan con 12 millones cada una. No se aportan cifras del País Vasco ni de Catalunya regidas por la Ertzainza y por los Mossos d'Esquadra. Pero deben andar a la par porcentual.

Conviene insistir en saber dónde se invierte esa fabulosa recaudación. Qué se hace con tantísimo dinero del contribuyente sancionado. Cómo revierte en el conductor. Qué inquietudes, conocimientos y remedios tiene la DGT para reducir los accidentes mortales. Cómo planifican la reducción de la siniestralidad ¿Acaso existe un programa de formación y corrección de los conductores reincidentes?

Muchas dudas y pocas respuestas a las inquietudes del conductor que circula por la red viaria de España bajo la amenaza de la sanción donde menos se la espera. La paga irremisiblemente, pero no aprecia ninguna mejora en las deficiencias que presentan las carreteras españolas, sobremanera para los motociclistas que sustentan el equilibrio dinámico sobre dos únicas ruedas.

Ha llegado la hora de establecer un programa didáctico escolar para formar a los niños como futuros conductores que son. La formación es el mejor tesoro de los gobiernos para el futuro de la sociedad.