Hoy, 20 de agosto de 2015, concluyó un proceso que se inició con la victoria de Syriza en enero de este año, Alexis Tsipras anunció su renuncia ante la vista de todo el mundo, con un tono serio y preciso como le caracterizaba, pero con un espíritu roto e impotente.


Las promesas con las que iniciara su campaña y con las que iniciaría su mandato, lo llevaron al puesto de Primer Ministro porque eran promesas que resonaban con el pueblo griego, un pueblo hambriento de cambio y herido de austeridad, víctimas de poderes ambiciosos de más allá del Atlántico, del centro de Europa y de su propia élite corrupta, quienes a su vez siempre están hambrientos de más.

alexis tsipras
© RIA NOVOSTI
Pero Tsipras representaría mucho más que Grecia y la esperanza de cambio, Tsipras representaba la capacidad de un pueblo, un pueblo formado por todos los que hemos sido víctimas de la ambición psicopática, un pueblo que se extendía más allá de las fronteras de Grecia o de Europa, un pueblo de ciudadanos del planeta, un planeta dirigido por psicópatas. Al mismo tiempo, representaba la esperanza de que, tal vez, la voluntad de las personas era suficiente para cambiar el curso de la historia.

Pero, como aprendimos hoy, y llevamos aprendiendo desde el día después del famoso referendo, no es suficiente con tener la intención de cambiar, con tener al pueblo detrás tuyo o con tener apoyo y simpatía global, Tsipras saltó al ruedo tal vez sin saber con quién se estaba enfrentando, tal vez sin saber lo sofisticados que son los depredadores de nuestra especie, y cayó en su trampa.

Luego de pasar vergüenza y ser crucificado públicamente, de tener que romper todas sus promesas, de ser llamado traidor y mentiroso, de haberse quedado sin poder e influencia, de que sus parlamentarios se le vinieran en contra, hoy por fin dio su último suspiro en un intento, tal vez, de mantener un poco de dignidad. No sabemos que depara el futuro, pero nos parece que es una lección valiosa para todos nosotros.

Para tener cualquier esperanza de sostener un combate de manera exitosa frente a los dirigentes en Europa y el mundo, se necesita conocimiento, se necesitan atributos de guerrero, se necesita ser estratégico, y se necesita de los demás, todos los demás que estén disponibles y que tengan la misma meta en mente.

Así que con este pensamiento los dejamos hoy, el conocimiento protege, la ignorancia nos pone en peligro, y a veces este peligro es mortal, tal vez la renuncia de Tsipras sea por su bien psicológico y espiritual, todos sabemos que lidiar con seres sin empatía alguna es una tarea que acarrea un costo gigantesco.