Un agente de la Policía Militar brasileña fue detenido sospechoso de participar en la matanza que el pasado 13 de agosto acabó con la vida de 18 personas en el área metropolitana de Sao Paulo.
Imagen
REUTERS/ Ricardo Moraes
Se trata del primer policía detenido y ha sido localizado gracias a uno de los supervivientes, que identificó a este agente de 30 años en una ronda de identificación de fotografías con el organismo de control interno de la policía.

"El testigo narró haber visto el rostro de su agresor, y después de ver las fotografías apuntó con claridad al soldado como autor de uno de los disparos", ha explicado un miembro de la comisión de investigación a la cadena de televisión SP TV.

El agente detenido ya había sido investigado por cinco homicidios y es sospechoso de integrar un grupo de exterminio, la tesis principal sobre la que se centra la investigación de este asesinato múltiple.

Y es que además de este primer detenido hay otros 17 policías bajo sospecha, que habrían disparado a las víctimas como venganza por las muertes de un policía y un guardia civil, pocos días antes de la matanza, en las mismas localidades donde tuvo lugar la matanza, Osasco y Barueri.

A pesar de que las 18 muertes no han causado una gran ola de indignación entre la opinión pública brasileña, acostumbrada al goteo diario de muertes, organizaciones como Amnistía Internacional y la Organización de Estados Americanos (OEA) pidieron de inmediato una investigación "rápida e imparcial" para esclarecer los hechos, sobre todo por las sospechas de participación de la policía.

En declaraciones a Sputnik Nóvosti, el miembro de Amnistía Internacional Brasil Alexandre Ciconello ha lamentado que en Brasil la policía esté "totalmente fuera de control" y que mate de forma indiscriminada, gozando además de una impunidad que salvaguardan otros estamentos del Estado, como el Ministerio Público y el poder judicial.

Ciconello critica la falta de transparencia y el elevado número de muertes que en los registros internos se clasifican como "consecuencia de actuación policial" cuando en realidad son directamente ejecuciones extrajudiciales; en su opinión, esta actitud tiene mucho que ver con la herencia de la dictadura y con el hecho de que la policía no se haya desmilitarizado.

"En la dictadura las desapariciones y las torturas eran una política de Estado. Eso deja huellas profundas. Otra marca es la propia impunidad del pasado. Los crímenes cometidos por el Estado en la dictadura no fueron juzgados adecuadamente, hay una sensación de que eso continúa. Desde la redemocratización del país, se han hecho muchas cosas, pero la seguridad pública permaneció congelada", critica.

Precisamente, Amnistía Internacional Brasil lanzó recientemente el informe "Mataste a mi hijo", sobre asesinatos cometidos por policías, y que desvela que tan solo en el estado de Río de Janeiro la policía mató a 8.466 personas en la última década