Wall Street cierra con cierto alivio un agosto que ha sido su peor mes desde 2010 pero no resuelve la pregunta de si ha sido una crisis pasajera o el principio de otra gran sacudida a unos mercados más interdependientes y complejos que nunca.

Imagen
© Bloomberg
Los operadores de bolsa y analistas de mercado que se hayan ido el mes de agosto de vacaciones no creerán mañana lo que van a encontrar a su vuelta.

Ese Dow Jones que dejaron en 17.690,46 unidades lo encontrarán a 16.528,16; un S&P 500 que despidieron en 2.103,92 enteros les recibe con 1.972,18 y el Nasdaq, que seguía mirando el récord de cerca en 5.128,28 unidades el 31 de julio, empieza el noveno mes del año con 4.776,51 puntos.

Les explicarán sus compañeros que agosto ha sido el peor mes en cinco año y que, hasta la mañana del lunes, estuvo a punto de ser el peor desde 2008.

Que el Dow Jones volvió a pisar territorios de los 15.000 puntos y llegó a caer un día 1.000 puntos al inicio de una sesión. Que lo que encuentran es desolador, pero que llegó a ser peor.
"¿Qué ha pasado?", preguntarán. "China", les contestarán. "¿Y ya se ha solucionado?", volverán a preguntar. Y ahí se hará el silencio, porque los mercados, después de la gran caída, han estado remando río arriba más por instinto de supervivencia que por tener una corriente que les favorezca, pescando algún dato macroeconómico esperanzador pero sin cambios de rumbo significativos.
Las perspectivas, a día de hoy, siguen siendo un enigma. Las comparaciones son odiosas y la montaña rusa de cotizaciones recuerda inevitablemente a 2008. Los ciclos económicos dictan que las crisis vienen cada 6 u 8 años, por lo que las cuentas salen. La historia, como suele decirse, se repite y, además, las prácticas especulativas de los parqués no han cambiado.

Por eso, las medidas de estímulo inyectadas en China consiguieron frenar la tendencia compulsiva a las ventas en todas las plazas mundiales, pero no arreglaron el problema de base.

Los mercados han demostrado no tener problemas en separar la realidad numérica de la humana, pero la situación parece que vuelve a mostrarse insostenible.

Así, tras un rally de años en Wall Street basado en políticas de estímulo muy parecidas a las que luego ha tomado el Banco Central Europeo (BCE) y luego el Gobierno de China, procede la pregunta sobre qué pasa con el largo plazo más allá de los parches institucionales.

Los cambios estructurales para otras crisis, en cambio, sí que llegaron hoy. No en Europa, donde Grecia sigue con vacío de poder, y tampoco en China, sino en la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo), donde por fin dieron visos de querer intervenir en la crisis del exceso de oferta y el crudo de Texas subió un 8,8 %.