Socorristas trabajan en la búsqueda de los desaparecidos entre los escombros a pesar de que continúan los deslizamientos por ser una zona inestable

Cientos de socorristas, incluido un equipo de México, reiniciaron este lunes en Guatemala la búsqueda de víctimas entre escombros donde hay aún 300 desaparecidos por un alud, que provocó la muerte de 131 personas, informaron los equipos de rescate.

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© EFEVista general del área devastada por el deslizamiento.

"Lamentablemente por la lluvia las tareas de rescate iniciaron tres horas después de lo previsto", dijo Julio Sánchez, del cuerpo de Bomberos Voluntarios y vocero del puesto de comando en el lugar de la tragedia.

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© EFEBomberos huyen de un deslizamiento de tierra durante el rescate.

La búsqueda de cuerpos se suspendió el domingo por el mal tiempo, que ponía en riesgo los rescatistas pero los socorristas retornaron a las tareas de rescate con la condición de suspender la tarea si vuelve a llover en la zona, 15 kilómetros al este de la capital.

"No perdemos la esperanza de que se localice a alguien con vida en este lugar, pero solamente una persona fue rescatada con vida y eso fue el primer día"

Sergio Cabañas, de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred), explicó que debido a la inestabilidad del área, inicialmente trabaja la maquinaria pesada que excava en el lugar en busca de más individuos.

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© EFEAmigos y familiares cargan los ataúdes de tres personas que murieron en el deslave en Santa Catarina Pinula.

Cuando los jefes de las cuadrillas de rescate realizaban una inspección para garantizar la seguridad de los rescatistas, un muro de unos 4 metros de altura se derrumbó cerca de ellos.

En las últimas horas se produjeron otros seis deslizamientos y el río que pasa por el asentamiento Cambray II, en el municipio de Santa Catarina Pinula, al sureste de la capital, está socavando el terreno. El río tenía un ancho de unos dos metros y ahora alcanza hasta los seis metros, dijo Cabañas.

Por otro lado, sostuvo que han detectado varias fisuras en la montaña, la cual sepultó a más de un centenar de viviendas el pasado jueves.

"La esperanza es lo último que se pierde"

El plazo de 72 horas que el protocolo internacional establece como el límite natural para encontrar sobrevivientes se cumplió el domingo en la noche, informó la BBC.

"La esperanza es lo último que se pierde", dice Sánchez, "no perdemos la esperanza de que se localice a alguien con vida en este lugar, pero solamente una persona fue rescatada con vida y eso fue el primer día".

Las autoridades guatemaltecas hasta la noche del domingo habían recuperado 131 cuerpos del deslave que sepultó unas 125 viviendas en la periferia este de la capital, mientras que otros 300 pobladores siguen desaparecidos.

"El único factor que haría que declaremos zona de cementerio sería que se produzca un nuevo deslizamiento"

El número exacto es difícil de conocer porque las autoridades no tienen claro cuántas personas de las que vivían en la zona se encontraban ahí en el momento de la tragedia.

El alud se registró la noche del jueves en la aldea Cambray II, en el municipio de Santa Catarina Pinula y es la tragedia más grande que se registra este año en Guatemala; supera a los terremotos que 2012 y 2014 golpearon el suroeste del país, ambos desastres naturales dejaron unos 45 muertos en total.

El deslave sorprendió a los vecinos en una zona que ya había sido declarada de alto riesgo por las autoridades de protección civil por estar asentada entre altas laderas y cercana a un río.

Guatemala entierra a víctimas de alud

En 2005 ocurrió una tragedia similar y las autoridades terminaron la búsqueda antes de encontrar todos los cuerpos. Ante eso, el sitio fue declarado cementerio.

"Pero hasta el momento esa posibilidad es casi nula. Se tiene la capacidad para poder laborar los días que sean necesarios para poder recuperar los cuerpos", asegura el vocero de los rescatistas en Santa Catarina Pinula.

"El único factor que haría que declaremos zona de cementerio sería que se produzca un nuevo deslizamiento", agregó.

Medio millón de personas viven en 500 asentamientos ubicados en zonas vulnerables de derrumbes.