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La enfermedad de Alzheimer es una de las más estudiadas en todo el mundo. Millones de euros, cientos de miles de investigadores y miles de laboratorios, si no más, dedican todos sus esfuerzos a combatir una enfermedad que afecta a unos 47,5 millones de personas en todo el mundo. Pero para poder combatir primero hay que conocer, por supuesto. Mejorar el conocimiento que tenemos sobre ella es imprescindible.

Especialmente cuando los resultados nos muestran que puede que estuviéramos equivocados en un principio. ¿Y si el mecanismo de una de las causas que le atribuíamos al Alzheimer no funcionara tal y como pensábamos? Esto parecen haber descubierto en el Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona (IRB), donde le han dado un vuelco a lo que sabíamos sobre las proteínas beta-amiloides asociadas al Alzheimer.

Los beta-amiloides y el Alzheimer

Para poder entender por qué es tan importante este descubrimiento, primero tenemos que conocer qué relación tienen los beta-amiloides con el Alzheimer. Estos polipéptidos, es decir, proteínas muy pequeñas, son de diverso tipo y tiene varias funciones en el cuerpo que van desde la protección antimicrobiana hasta la regulación del colesterol. En parte, estas funciones se deben a su pequeñísimo tamaño y su forma especial. Pero es esta misma propiedad la que le confiere alguna de sus peores propiedades. Con el tiempo, los beta-amiloides se unen entre sí, agregándose y formando unos depósitos o fibras que se acumulan en las neuronas llamados cuerpos seniles.
"Una de las marcas distintivas del Alzheimer es la progresiva agregación de la proteína beta-amiloide en el cerebro"
Explica Natalia Carulla, quién ha liderado el equipo que ha realizado el hallazgo, para Hipertextual.
"Estas placas están compuestas por agregados fibrilares de Abeta, denominados fibras amiloides. Por este motivo, los científicos propusieron que las fibras amiloides era los agentes que causaban la enfermedad."
Sin embargo, con el tiempo se observó que la relación entre los niveles de estas fibras en el cerebro y la severidad de la demencia no se correspondía.
"Este hallazgo condujo a la formulación de nuevas hipótesis según las cuales los agregados de Abeta, formados antes del desarrollo de las fibras, serían los responsables del proceso de neurodegeneración." continúa. "El problema está en definir a estos agregados ya que no se trata de uno sólo sino de centenares o miles de agregados".
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Por desgracia, todavía no sabemos con seguridad cuál es la causa de la aparición del Alzheimer. Lo que sí sabemos es que una vez que aparece es incurable y terminal. Uno de los paradigmas en los que se ha basado el estudio de la enfermedad es que la forma de agregarse y formar las placas beta-amiloides es precisamente un factor clave en el desarrollo de la enfermedad. Los investigadores sospechan que el origen de la enfermedad está en un proceso priónico. Ya os hablamos de los priones y su forma de actuar que consiste, básicamente, en modificar otras proteínas que funcionan correctamente, destruyendo su buen hacer e "infectando" a otras, cuya forma cambia y se convierten en nuevos priones. Precisamente por esta razón es tan importante conocer cómo se unen y forman las placas beta-amiloides; un hecho que creíamos bien detallado hasta este momento.


Comentario: Lo que si se ha demostrado, es que la salud de nuestro cerebro y el desarrollo de enfermedades autoinmunes tiene mucho que ver con la alimentación que llevamos durante toda nuestra vida. Ver:

Pero estábamos equivocados

Eso es lo que parece mostrar el nuevo estudio presentado por el IRB y publicado en Scientific Reports, de Nature. Este trabajo analiza los primeros pasos de las placas cuando se inicia el proceso que desemboca en la enfermedad de Alzheimer. Hasta ahora se pensaba que los péptidos beta-amiloides más comunes, el "Abeta 40" y "Abeta 42" se unían entre sí de un modo característico (formando parejas, tríos, tetrámeros, pentámeros) según su tipo. Este conocimiento es una premisa aceptada que ha empleado la comunidad científica para seguir estudiando y combatiendo contra el Alzheimer. Pero los resultados de la Dr. Carulla y su equipo muestran que esta premisa es errónea, pues los agregados se forman de manera distinta a la que se pensaba. Es más, no sólo no siguen los patrones que se creían sino que, además, forman agregados esféricos en estos primeros pasos.
"Queríamos contribuir a definir la forma de los agregados iniciales de Abeta 40 y Abeta 42 y por esta razón empezamos a utilizar una técnica nueva basada en la espectrometría de masas"
Ésta técnica también proporciona información sobre el número de unidades que forman cada uno de los agregados. Pero los resultados obtenidos por el equipo no coincidía con la que se obtenía por la técnica usada comúnmente y llamada SDS-PAGE.
"A partir de aquí tuvimos que diseñar nuevos experimentos para poder identificar cual de las dos técnicas daba resultados anómalos. Y resultó ser SDS-PAGE." Contaba la Dr. Carulla. Esto, que a ojos de cualquier persona ajena a la investigación puede parecer difícil de entender asienta la bases de un futuro mejor en esta guerra.
La importancia de un pequeño detalle

¿Por qué? En realidad es una cuestión más bien sencilla: la gran mayoría de fármacos que tratan de combatir el avance de la enfermedad se centran en evitar la formación y la acción de lo que se conoce como láminas beta de estos agregados. Para ello actúan sobre la manera que tienen de unirse entre sí. Pero, ¿cómo hacerlo bien si, tal y como muestra el estudio, en realidad no se forman estas láminas? Hasta el momento se han conseguido resultados tratando de paliar en cierta medida el avance de la enfermedad. Pero, mejorando nuestro conocimiento en este aparentemente pequeño detalle podemos esperar un salto notable en los tratamientos. Sí, probablemente esta sea una primera piedra que ayude a mejorar en gran medida los fármacos desarrollados contra el Alzheimer.

La Dr. Carulla no cree que la aplicación sea inmediata, pues para desarrollar un fármaco, como ya os explicamos, hay que tener muy clara la diana terapéutica así como desarrollar un estudio largo y costoso. Pero la promesa de un importante cambio está y ahí. Es curioso ver como lo que ahora parece un error, ha ido perpetuándose en la comunidad científica durante todo este tiempo. El equipo del IRB ha querido presentar unos datos muy sólidos capaces de aguantar una opinión que lleva años asentada, con todo el peligro que esto conlleva. Y parece que lo han conseguido, tal y como muestra su publicación. Es un ejemplo perfecto de cómo en ocasiones, incluso los conocimientos más asentados pueden desmontarse en un momento. Eso sí, para hacerlo, es necesario contar con pruebas sólidas y consistentes que lo avalen. Esta es la única manera que tiene la ciencia de avanzar en busca del conocimiento y una vida mejor.