Pronto será difícil oponerse a la guerra sin que te llamen antipatriota. Todos unidos frente al terror yihadista. Aunque en España hace 11 años que no actúa. A mí me dan más miedo los que juegan con nuestro miedo. La probabilidad de que afecten a mi vida es mucho mayor.
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Las imágenes del terror nos bombardean desde la televisión. Hemos visto, una y otra vez, los vídeos grabados con el móvil en Bataclan, los muertos en el suelo, las cámaras de vigilancia que grabaron los tiroteos, las estampidas en París, los charcos de sangre, los agujeros de bala, las fotos de los yihadistas, las redadas policiales y el contingente militar propio de un estado de sitio. El terrorismo consigue sus objetivos gracias a la retransmisión del terror. Se amplifica, se magnifica, se multiplica. Entonces salen los políticos a escena y dicen la palabra mágica: guerra. Y de golpe y porrazo, un atentado en París convierte a Europa en Armageddon. La sociedad del espectáculo transforma el terrorismo en una película bélica.

Pero no estamos en guerra ni nuestras vidas en inminente peligro. Hay una amenaza real, sí, y es lógico un aumento preventivo de la seguridad. Hasta puede disculparse el exceso de celo que ha llevado a militarizar Bruselas. Pero hay también una sobreactuación. De pronto, hemos pasado de una plácida existencia al estado de alarma DEFCON 2. Hace dos semanas la capital belga dormitaba como de costumbre y ahora resulta que tenían a la mitad del ISIS dentro pero no se habían dado ni cuenta, oye. ¡Europa en llamas, que vienen los yihadistas, todo el mundo a sus casas, sálvese quien pueda!

Es tan falso como interesado. Interesa a quienes tienen que proteger su sillón presidencial, a quienes quieren ganarlo con declaraciones de guerra y a quienes venden seguridad y armas. O sea, los de siempre.

Interesa a Hollande que estaba de capa caída, tiene una campaña a la vista y el segundo atentado en un año le pone contra las cuerdas. Tiene que sacar pecho porque lleva una temporada muy encorvado. Interesa también a los políticos belgas y europeos, dar una imagen de fortaleza después del mazazo para mandar una advertencia al enemigo y calmar a los votantes. Pero consiguen lo contrario: sobreprotegiéndonos, nos asustan.

Todos nos contagiamos de este clima de pánico y los medios se suman al circo porque viven de él. Las habituales escaramuzas del yihadismo que nos pasaban desapercibidas porque ocurrían muy lejos, ahora parece que están a las puertas de Europa. Cultura del miedo, nivel usuario. Y entonces todo vale: valen los abusos policiales que han provocado heridos, mezquitas y pisos arrasados y detenciones de decenas de inocentes en Bélgica y Francia. Estado policial. Nadie protesta. A ver quién reclama respeto a las libertades y derechos si todos estamos en peligro de muerte. Todo por nuestra seguridad.

De ahí a justificar leyes más restrictivas, pedir que cierren las fronteras a los refugiados como ha hecho Manuel Valls y declarar la guerra hay un paso y el que esté en contra es un hippie, un ingenuo o un amigo de los terroristas. Así funciona la maquinaria de aplastamiento ideológico. En España, ahora lo raro es rechazar un pacto antiyihadista que hace unos meses la oposición y muchos juristas rechazaron por poco garantista. Si no hemos prometido tropas a Francia todavía es porque hay elecciones y eso sí que es una amenaza para nuestro presidente. Pero suenan los tambores de guerra y cada vez son más los que los oyen. Hasta Iñaki.

Da igual que los bombardeos maten a civiles que viven secuestrados por los yihadistas. No se puede acabar con el Estado Islámico con bombardeos aéreos, hace falta una operación terrestre que ni Estados Unidos quiere emprender y la complejidad de la zona reclama una intervención en otros muchos frentes políticos y diplomáticos, pero también da igual. Da igual que el ISIS haya nacido de la invasión fallida de Irak porque dicen que esto no es como aquello, aquí hay unos terroristas en un territorio y nos han atacado. Al menos reconocen que la guerra de Irak no la hicieron entonces contra el eje del Mal sino por petróleo. Ya era hora.

Pronto será difícil oponerse a la guerra sin que te llamen antipatriota. Todos unidos frente al terror yihadista. Aunque en España hace 11 años que no mata. A mí me dan más miedo los que juegan con nuestro miedo. La probabilidad de que afecten a mi vida es mucho mayor.