En una playa de la Bahía de Mason, en la Isla Stewart (al sur de Nueva Zelanda), han muerto 107 ballenas piloto. Cuando unos excursionistas descubrieron ayer a los mamíferos que habían resultado varados en la playa, más de la mitad de ellos estaban ya asfixiados. Según comunica el Departamento de Conservación neozelandés, las labores de rescate se vieron dificultadas por el mal tiempo y la oscuridad, que ponían en peligro a los propios socorristas.

Los participantes de la operación calcularon que tardarían entre 10 y 12 horas en rescatar a las ballenas. Señalan que teniendo en cuenta el calor y la sequía, habría sido imposible sacar a las ballenas de la trampa antes de que se ahogaran. Tomaron la decisión de sacrificar a los 48 mamíferos que todavía estaban vivos para evitar su sufrimiento.

Según la cifra oficial, desde principios de este año se han registrado dos casos más de muerte masiva de ballenas piloto, la especie de ballenas más difundida en las aguas de Nueva Zelanda. A inicios de febrero perecieron 14 cetáceos atrapados en una playa cerca de la ciudad de Nelson, en la Isla del Sur. En enero murieron otros 24, cerca de Te Reinga, al norte del país.

Hasta ahora, se desconocen los motivos que llevan a los mamíferos a ir a tierra firme. Dos de las versiones más extendidas son que los animales se ven atraídos por los sónares de los grandes buques, o que siguen a un líder del grupo que se desorienta a causa de alguna enfermedad.