amsterdam drug war cocaine
Un hombre toma una foto del famoso café Bulldog donde se vende marihuana y hashish legalmente. Junto a el, un señalizador electronico advierte a los turistas de la cocaína extramadamente peligrosa vendida en la plaza Leiseplein, en el centro de Amsterdam, Holanda el 27 de noviembre de 2014.
Un 20% de los asesinatos registrados en los Países Bajos en los últimos tres años se debieron a conflictos entre pandillas rivales vinculadas a las drogas, según las autoridades de un país que se distingue por presentar uno de los niveles más bajos de homicidio del mundo.

El último rastro brutal de esta guerra fue el descubrimiento el pasado 10 de marzo de una cabeza humana a la entrada de una cafetería de Ámsterdam donde narcotraficantes solían reunirse. El resto del cuerpo fue hallado en un coche quemado al otro lado de la capital holandesa. El primer episodio de la actual guerra se remonta a la desaparición de un lote de cocaína en el puerto de la ciudad belga de Amberes hace cuatro años, asegura el portal Vice News.

Los sucesivos crímenes revelan que un país conocido por su política progresista respecto a las drogas puede sucumbir a la misma.

La situación de las drogas en los Países Bajos se encuentra en una especie de callejón sin salida jurídico, escribe el medio. Todas las drogas comunes son ilegales pero los castigos por posesión son inexistentes o insignificantes en función de la sustancia y la cantidad en cuestión.

"Este sistema de dos niveles en el que uno puede vender drogas de manera abierta pero no puede producirlas es completamente corrupto. Es un sistema fundamentalmente fracasado, por permitir la inyección de millones hacia un submundo criminal", asevera Jan Brouwer, profesor de derecho de la Universidad de Groningen.